Guitarricadelafuente, el joven artista que ha conquistado la escena musical española con una sensibilidad única y una voz que parece traída del pasado, se llama en realidad Álvaro Lafuente Calvo, aunque la mayoría le conoce por un seudónimo que ya es sinónimo de emoción, raíces y belleza sonora. Nació en Benicàssim (Castellón) en 1997, pero su alma parece haber vivido muchas vidas: en sus canciones resuenan ecos de coplas antiguas, flamenco, indie y sonidos que beben del Mediterráneo.
Desde que publicó su primera canción en redes sociales, grabada con el móvil y con su inseparable guitarra, Álvaro ha sido un fenómeno natural. Su ascenso ha sido discreto pero imparable. Sin artificios, sin escándalos, sin estrategias prefabricadas. Solo él, su guitarra y su verdad. Su primer disco, "La cantera", fue aclamado por la crítica y por el público, y consolidó su estilo: una mezcla orgánica entre lo íntimo y lo épico, entre lo poético y lo cotidiano. Su voz rasgada, su forma de pronunciar que parece acariciar cada palabra, y su imagen sencilla y auténtica lo han convertido en un artista distinto, que emociona desde la cercanía.
Pero más allá del escenario, ¿quién es Guitarricadelafuente?
En persona, Álvaro es tímido, reflexivo y cercano. Le gusta caminar por el campo, leer poesía, cocinar con amigos y escribir canciones a la luz del atardecer. Rehúye del ruido mediático, y prefiere que su música hable por él. No le interesa ser una estrella, sino ser un puente entre lo que siente y lo que otros también sienten, pero no saben cómo expresar. Mientras prepara su próximo trabajo, que promete ser aún más personal
Su estilo, bohemio y natural, ha enamorado también al mundo de la moda. Ha posado para revistas internacionales, siempre fiel a su esencia: camisas de lino, vaqueros gastados, anillos artesanales y una mirada melancólica que parece venir de otra época. En sus conciertos, miles de personas cantan con él como si estuvieran en una reunión íntima. Porque eso es lo que logra Guitarricadelafuente: convertir cada canción en una confesión compartida. Y en tiempos de velocidad, algoritmos y ruido, artistas así se sienten como un regalo.
Lo que probablemente no sepas de él...
Su pueblo, su inspiración: Aunque nació en Benicàssim, Álvaro tiene un profundo vínculo con Las Cuevas de Cañart, un pequeño pueblo de Teruel donde pasaba los veranos con su familia. De ahí nace su amor por las raíces, lo rural y las historias de antaño que se cuelan en sus letras.
Estudió arquitectura: Antes de dedicarse por completo a la música, estudió arquitectura en Valencia. Aunque no terminó la carrera, confiesa que esa formación le enseñó a observar el mundo con sensibilidad y a construir “estructuras emocionales” a través de sus canciones.
Fan de Paco de Lucía y Bon Iver: Su universo musical es tan amplio como su sensibilidad: admira profundamente a Paco de Lucía, por su técnica y alma, y a Bon Iver, por su capacidad de crear atmósferas únicas. También se inspira en Caetano Veloso y en las coplas tradicionales.
Cocina como canta: con mimo y creatividad: Entre fogones, Álvaro se relaja. Le encanta cocinar platos sencillos pero llenos de sabor. Uno de sus favoritos: la tortilla de patatas —jugosa, “sin cebolla, pero con mucho cariño”.
La guitarra, su confidente: Tiene varias guitarras, pero hay una con la que comenzó todo, y a la que tiene un cariño especial. Asegura que muchas veces, antes de escribir la letra de una canción, deja que la guitarra “le hable” primero.
Ritual antes de salir al escenario: Siempre se toma unos minutos a solas, en silencio. A veces reza, a veces medita. Lo que busca es conectar con lo que va a transmitir. “No es solo cantar, es entregarme por completo”, confiesa.
No le gusta el protagonismo: A pesar de su éxito, Álvaro huye de la fama. No se siente cómodo con los focos, las galas ni las entrevistas demasiado preparadas. Prefiere la naturalidad, los encuentros reales, las charlas espontáneas.
Escribe a mano, en cuadernos gastados: Sus canciones nacen en libretas de tapas blandas, con hojas manchadas de café y tachones. No le gusta escribir en digital. Dice que “las ideas fluyen mejor cuando se desliza un bolígrafo”.
Un romántico sin remedio: Cree en el amor verdadero, en las conexiones que trascienden el tiempo. Aunque es muy reservado con su vida sentimental, sus canciones están llenas de nostalgia, deseo, pérdida y ternura.
Su mayor sueño: Poder seguir haciendo música sin perder su esencia. “Quiero ser feliz, creando, aunque sea para pocos. La fama no me interesa, la emoción sí”, ha dicho en más de una ocasión.