A los 60 años, Michelle Obama está lista para una nueva etapa en su vida, y lo está haciendo a su manera: con honestidad, autoconocimiento y ayuda profesional. La exprimera dama de Estados Unidos ha confesado en el podcast On Purpose, conducido por Jay Shetty, que actualmente está en terapia para afrontar su transición hacia una vida centrada en sí misma, tras dejar atrás la Casa Blanca, ver crecer a sus hijas y decirle adiós al rol de madre a tiempo completo.
“Estoy en terapia porque estoy en transición, ¿sabes?”, dijo sin rodeos. “He pasado por una etapa muy difícil con mi familia intacta. Mis hijas ya han dado el salto, ya no están en casa. Y ahora, por primera vez, cada decisión que tomo es completamente mía”.
Con esa sinceridad tan característica, Michelle abordó también el llamado "síndrome del nido vacío", los sentimientos de pérdida que experimentan los padres cuando los hijos se independizan. Con Malia, de 26 años, trabajando como guionista tras graduarse en Harvard, y Sasha, de 23, centrada en estudios superiores después de titularse en la Universidad del Sur de California, la vida familiar de los Obama ha cambiado radicalmente.
Además de enfrentarse a esta nueva libertad personal, Michelle ha tenido que lidiar con un fenómeno que muchas celebrities conocen bien: la presión social y el escrutinio constante. Su ausencia en actos públicos recientes —como el funeral del expresidente Jimmy Carter o la segunda investidura de Donald Trump— encendió las alarmas y desató rumores de divorcio con Barack Obama, su marido desde hace 32 años.
Lejos de esquivar el tema, Michelle lo abordó con claridad (y algo de ironía) en otro podcast, Work in Progress, de Sophia Bush: “Tanto que este año la gente ni siquiera podía imaginar que estaba tomando una decisión por mí misma, y tuvieron que asumir que mi marido y yo nos divorciamos. No podía ser que una mujer adulta simplemente tomara decisiones por sí sola, ¿verdad?”.
Entre risas, también dejó claro que si algo estuviera mal en su matrimonio, no lo ocultaría: “Si tuviera problemas con mi marido, todo el mundo lo sabría”, dijo recientemente junto a su hermano Craig Robinson, con quien lanza un nuevo proyecto de podcast. Robinson bromeó: “Si ustedes tuvieran un problema, estaría haciendo un podcast con Barack”.
Más allá de las bromas, Michelle admitió que el matrimonio con el expresidente “es difícil”, y que muchas personas idealizan su relación sin entender que también ha requerido esfuerzo, diálogo y, en ocasiones, ayuda terapéutica. “Nos miran a mí y a Barack y dicen: ‘#ObjetivosDePareja’. Y yo pienso: ‘Es difícil’. Hay mucha fricción. Y si no hablas, si no renegocias la relación, la gente se rinde muy rápido”.
La terapia, que ella compara con una “puesta a punto”, le ha servido para deshacerse de antiguos hábitos, liberar culpas y reflexionar sobre temas profundos como su relación con su madre. “Ahora tengo la sabiduría para saber que necesito coaching mientras me adentro en esta nueva etapa”, explicó.
Convencida de que cuidar la salud mental no es un signo de debilidad, Michelle animó a otros a hacer lo mismo. “Soy una defensora de la terapia. Cada uno debe encontrar su forma, la mejor manera posible”.