El mundo entero vuelve a mirar hacia el Vaticano. En apenas unas horas, bajo los frescos del Juicio Final de Miguel Ángel, en el corazón de la Capilla Sixtina, comenzará uno de los procesos más misteriosos y trascendentales de la Iglesia católica: el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco.
Pero antes de que dé inicio ese momento tan esperado, el proceso ha arrancado oficialmente con la celebración de la misa "Pro eligendo Romano Pontifice", el último acto público antes de que los 133 cardenales electores queden completamente aislados del mundo exterior.
El día arranca con misa solemne
A las 10:00 de la mañana, los cardenales han concelebrado la tradicional misa votiva en la Basílica de San Pedro. Presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, de 91 años, la liturgia ha invocado al Espíritu Santo para que ilumine la elección del nuevo pontífice. Abierta a los fieles y retransmitida en directo, la ceremonia ha sido un acto de gran carga simbólica, en el que se han mezclado la solemnidad litúrgica con la emoción de un momento histórico.
La procesión hacia el aislamiento
Horas más tarde, a las 16:15, los 133 cardenales electores —todos menores de 80 años, tal como establece la normativa canónica— se reunirán en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico. Ataviados con túnicas escarlata, mucetas, birretas y cruces pectorales, iniciarán una procesión solemne hacia la Capilla Sixtina, entonando las Letanías de los Santos y el antiguo himno “Veni Creator Spiritus”. Este canto, que se remonta al siglo IX, invoca la presencia y guía del Espíritu Santo en la elección del nuevo pontífice, en un rito cargado de simbolismo que se ha mantenido prácticamente inalterado a lo largo de los siglos.
El juramento y el "Extra omnes"
Una vez dentro de la Capilla Sixtina, bajo la mirada majestuosa del Juicio Final de Miguel Ángel, los cardenales prestarán juramento de guardar el más absoluto secreto sobre todo lo que ocurra durante el cónclave. Acto seguido, el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, monseñor Diego Ravelli, pronunciará la fórmula ritual: “Extra omnes”, es decir, “todos fuera”. Con esas palabras, todos los no autorizados deberán abandonar la sala. Las puertas se cerrarán y, con ello, dará comienzo oficialmente el cónclave más esperado de los últimos tiempos.
Primer voto y primera fumata
Este primer día solo se contempla una votación, cuyo escrutinio tendrá lugar esta misma tarde. Si no se alcanza el quórum —dos tercios, es decir, 89 votos—, el humo que saldrá por la chimenea de la Capilla Sixtina será negro. Solo el humo blanco indicará al mundo que ya hay nuevo papa.
A partir del 8 de mayo, las votaciones se realizarán en cuatro turnos diarios: dos por la mañana y dos por la tarde. Tras cada sesión, el resultado será comunicado con el característico humo.
Los favoritos para suceder al Papa Francisco
Aunque el Espíritu Santo es, según la fe católica, quien guía la elección, los cardenales no escapan a las quinielas humanas. Y en esta ocasión hay una mezcla de continuidad y renovación entre los favoritos:
- Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, lidera muchas encuestas. Diplomático hábil y moderado, representa una línea continuista con el pontificado de Francisco, pero más institucional.
- Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, es conocido por su cercanía con los movimientos populares y su implicación en causas sociales. Reformista y carismático, tiene una creciente popularidad en Italia.
- Luis Antonio Tagle, filipino, es apodado “el Francisco asiático” por su sensibilidad pastoral y discurso inclusivo. Su estilo reformador lo convierte en un candidato fuerte en Asia y América Latina.
- Robert Prevost, estadounidense de raíces peruanas, ha ganado terreno en los últimos días. Su perfil moderado y su capacidad de escucha le han hecho destacar como un “tapado” con mucho potencial.
- Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, aporta experiencia diplomática en una región clave para el cristianismo. Es visto como un hombre de paz y apertura.
No faltan opciones más conservadoras, como el húngaro Péter Erdő o el guineano Robert Sarah, pero su posibilidad real parece lejana. Como suele decirse en Roma: “Quien entra al cónclave como Papa, sale como cardenal.”