Hubo vinos de 3.500 euros, jet privado, una cena en París y otra en Londres con estrellas como Tom Cruise, Eva Longoria y Gordon Ramsay. Era la fiesta del año, una celebración digna de una leyenda del deporte como David Beckham. Pero entre los brindis, los flashes y los abrazos familiares, había una silla vacía que no pasó desapercibida. Brooklyn Beckham, su hijo mayor, no apareció en ninguna de las celebraciones por el 50º cumpleaños de su padre. Y su ausencia —repetida, sonada y sentida— terminó por ensombrecer, al menos emocionalmente, un evento que por fuera parecía perfecto y que Victoria Beckham se encargó de organizar con todo el mimo del mundo.
Una celebración de película
La primera de las grandes celebraciones tuvo lugar en la espectacular propiedad de los Beckham en los Cotswolds, valorada en unos 11,6 millones de euros. El entorno campestre sirvió de escenario para una noche de gala íntima y sofisticada, en la que familiares y amigos cercanos se reunieron para homenajear a David en un ambiente cálido pero lleno de estilo.
Los asistentes, vestidos con esmoquin y trajes de etiqueta, disfrutaron de una cena a la luz de las velas, cócteles y momentos de complicidad familiar. Cruz Beckham, el hijo menor de la familia, compartió una imagen en redes sociales junto a su novia Jackie Apostel, ambos luciendo impecables: él con un esmoquin clásico adornado con tirantes rojos llamativos, y ella con un elegante vestido de satén rojo que captó todas las miradas.
Pero sin duda, el momento más emotivo de la noche llegó de la mano de Romeo Beckham. Como segundo hijo mayor, asumió un papel que quizás correspondía a Brooklyn, el gran ausente, y pronunció un discurso que conmovió a todos los presentes. Con tarjetas en la mano y la voz serena, Romeo dijo:
“Buenas noches a todos. Gracias por estar aquí esta noche. Sé que sin muchos de ustedes, mi padre no sería ni la mitad del hombre que es hoy. Pero esta noche se trata de él, del hombre del momento. Papá, gracias por tu amor, tu ejemplo y tu fuerza. Eres nuestro héroe y te queremos muchísimo.”
Las palabras de Romeo, cargadas de ternura y admiración, emocionaron a todos los presentes y reforzaron la imagen de unidad y cariño que, pese a las ausencias, la familia Beckham intentó proyectar durante toda la velada.
Un viaje de lujo a Francia
Como si una sola celebración no fuera suficiente, la familia Beckham continuó con los festejos volando a Burdeos, Francia, a bordo de su jet privado Brigadier Global 6000, valorado en 46,4 millones de euros. Allí, en el viñedo favorito de David, disfrutaron de una exclusiva cata en la legendaria bodega Petrus. El propio Beckham no pudo resistirse a una joya líquida: una botella del codiciado Château Petrus 1961, valorada en 3.480 euros, considerada una de las cosechas más exquisitas del mundo.
El ambiente fue íntimo, sofisticado y marcadamente familiar… salvo por una silla vacía que hablaba por sí sola. La ausencia de Brooklyn volvía a hacerse notar, incluso en un entorno tan idílico.
Victoria, siempre impecable, compartió en redes sociales imágenes del viaje: copas alzadas, sonrisas cómplices y un aire de armonía entre los presentes. “Creando recuerdos especiales con familiares y amigos”, escribió, etiquetando únicamente a Romeo, Cruz y Harper. Ninguna mención a su hijo mayor. Otra señal silenciosa de una distancia que, más allá de lo físico, parece emocional.
La gran noche en Londres
El clímax llegó con una cena de gala en el restaurante Core by Clare Smyth, en Notting Hill, galardonado con tres estrellas Michelin. Fue una noche de película, donde desfilaron personalidades como Tom Cruise (que habría asistido con su rumoreada novia Ana de Armas), Eva Longoria y José Bastón, Gordon y Tana Ramsay, Guy Ritchie y su esposa Jacqui Ainsley, y el inseparable amigo de la infancia Dave Gardner, acompañado de la modelo Jessica Clarke.
Vestidos de satén, esmóquines blancos y copas de vino marcaron una velada que se extendió hasta altas horas, con tanto entusiasmo que provocó quejas vecinales por el ruido, y la visita del ayuntamiento a las 3:35 a.m.
David, rodeado por sus padres, hermanas y tres de sus cuatro hijos, se mostró emocionado y agradecido. En su discurso, repasó su vida con humildad:
“Me siento bendecido. Pero mi mayor logro siempre será mi familia”.
Aunque su voz no tembló, muchos no pudieron evitar notar que Brooklyn, “Buster”, como lo llama cariñosamente y cuyo nombre tiene tatuado en el cuello, no estaba allí.
La sombra de la disputa
La ausencia de Brooklyn no fue fruto del azar, sino un desaire anticipado. Según fuentes cercanas, él y su esposa, Nicola Peltz, habrían viajado a Londres con la intención de celebrar en privado con David. Sin embargo, su propuesta fue rechazada por la familia, que les pidió asistir a los eventos principales o abstenerse por completo. La decisión marcó una nueva grieta en una relación que, desde hace tiempo, da señales de desgaste. Poco después, Nicola rompió el silencio con una emotiva publicación en Instagram, aunque no dirigida a su suegro, sino a sus abuelas fallecidas. Un homenaje íntimo y sincero, que muchos interpretaron como una manera de desviar la atención del conflicto familiar.
La distancia entre Brooklyn y sus padres lleva meses evidenciándose. Este año no hubo mensaje público por el cumpleaños de Victoria, ni por el Día de la Madre, y tampoco una felicitación para su padre en su 50º aniversario —algo hasta ahora impensable. Incluso se rumorea que existe tensión entre Brooklyn y su hermano Romeo, supuestamente por la relación de este último con la DJ Kim Turnbull, con quien Brooklyn habría tenido una conexión en el pasado, algo que al parecer, sería tan solo un rumor.
Una herida abierta… pero no cerrada
A pesar de la ausencia de su hijo mayor, David Beckham no lo dejó fuera de sus mensajes públicos. En una de sus publicaciones por su 50º cumpleaños, el exfutbolista incluyó a Brooklyn junto a sus tres hermanos, escribiendo:
“Mis hermosos hijos, Brooklyn, Romeo, Cruz y Harper, son la razón por la que me levanto cada día”.
Un gesto que contrasta con la actitud de Victoria, quien en sus publicaciones evitó mencionarlo o etiquetarlo, a diferencia de los demás hijos.
Mientras tanto, los rumores de distanciamiento se han acumulado en los últimos meses: Brooklyn y Nicola no asistieron al cumpleaños de Victoria, ni a la reunión familiar de Pascua, ni hubo mensajes por el Día de la Madre. Tampoco aparecieron en las celebraciones privadas en Francia ni en la cena final en Londres, a pesar de estar en la ciudad días antes.
Fuentes cercanas a la familia aseguran que, aunque la relación entre Brooklyn y sus padres atraviesa un momento complicado, ha habido intentos recientes de acercamiento —incluida la propuesta de una reunión privada que no llegó a concretarse—, lo que mantiene abierta la posibilidad de una reconciliación en el futuro.