Café con letras

Isabel San Sebastián nos presenta su última novela: ‘Empiezo a escribir siempre en Asturias, paseando por el bosque o por las playas vacías’

Nos abre las puertas de su casa para hablar de ‘La Dueña’, que acaba de publicar, y nos cuenta que para dar vida a la protagonista, Auriola, se ha inspirado en su madre y en sí misma

Por Daniel Arveras

Es una de las periodistas más conocidas del panorama nacional y, también, una escritora de éxito, autora de novelas históricas con más de 500.000 ejemplares vendidos hasta la fecha. Hoy Isabel San Sebastián me recibe amablemente en su casa para hablar sobre 'La Dueña' (Ed. Plaza y Janés), su última criatura literaria y, también, de mujeres fuertes y olvidadas, de la Reconquista y la historia de España. Una novela, como casi todas las de Isabel, pensada en Asturias y escrita en Madrid, durante largas jornadas de trabajo en su despacho con la única compañía del fiel Babau, un precioso golden, así llamado por sus nietas.

VER GALERÍA

'La Dueña' acaba de publicarse y ya está cosechando un notable éxito. Más de 450 páginas ambientadas en nuestra Alta Edad Media, periodo que conoces muy bien y que has abordado en anteriores obras. ¿Quién es 'La Dueña'? ¿Hay mucho de Isabel en ella? 

La Dueña es un híbrido entre mi madre y yo: mi madre era navarra, una mujer recia, con los pies grandes como mi protagonista Auriola y una presencia imponente; y yo soy una mujer fuerte de carácter, quizás a veces demasiado, como también le ocurre a Auriola. Hay mucho de ambas en ella, porque una al final escribe sobre lo que siente, lo que le transmite emociones y conoce. En el terreno histórico estudio mucho para describir la época, escenarios y acontecimientos, pero en el aspecto más emocional, sentimental y humano me inspiro en mi propia naturaleza y en las personas que tengo cerca.

Auriola, la protagonista, va a sorprender a muchas lectoras de hoy en día por su fortaleza, su independencia y por tomar las riendas de su destino hace casi 1000 años, cualidades que parecen más propias de la mujer del siglo XXI.

España es un país con una larguísima tradición matriarcal. Toda la cornisa cantábrica, Navarra y el norte proceden de culturas precristianas matriarcales. Es un legado que caló muy hondo e impregnó la personalidad de esas mujeres norteñas que fueron repoblando el resto de España a medida que avanzaba la Reconquista. Además, como le ocurre a Auriola, tuvieron que instalarse en la frontera y hacerse cargo de sus vidas, familias y haciendas, con hombres ausentes, que estaban combatiendo o que ya habían muerto en el campo de batalla. Esto necesariamente tuvo que dar lugar a mujeres fuertes, recias, a dueñas, como se las llamaba, capaces de hacer frente a esa responsabilidad gigantesca. Más adelante, a partir del siglo XVI y, sobre todo, en el XIX, fueron paulatinamente relegadas al ámbito del hogar, marginadas de la vida pública. Pero, la mujer española, sobre todo esta de frontera, tuvo un papel protagonista y muy activo durante siglos.

VER GALERÍA

La novela transcurre en el siglo XI, en plena Reconquista, un periodo aún muy desconocido; ¿narrar parte de nuestros orígenes, de dónde venimos y lo que somos, es uno de los motivos para centrarte en ella?

La Reconquista es una etapa crucial de nuestra historia, es más, es la etapa crucial de la historia de España. Gracias a ella somos europeos y tenemos un país democrático, plenamente integrado en la cultura occidental. Además, con su culminación, España pudo proseguir esa aventura maravillosa hacia poniente y América. Es una época no solo desconocida, sino denostada según cierta intelectualidad: hay que pedir perdón por haber reconquistado España para la cristiandad, ya que la cultura musulmana era mucho más avanzada, lo cual es absolutamente falso y absurdo. Hubo muchas etapas de presencia musulmana, no es lo mismo la época de esplendor del califato omeya que la brutal invasión almorávide.

Me he propuesto novelar toda la Reconquista para recuperar esa raíz y, sobre todo, porque es una epopeya enormemente inspiradora que da pie a organizar viajes fascinantes en la máquina del tiempo, que es como yo concibo una novela histórica.

¿Cómo te documentas para escribir sobre un periodo tan lejano en el tiempo? ¿Cuánto de historia hay en La Dueña y cuánto de ficción?

Hay mucha historia, estudio mucho antes de ponerme a escribir. Tengo todas las crónicas medievales que he leído varias veces, también tratados de historia contemporánea, de Claudio Sánchez Albornoz y otros historiadores recientes. Me empapo de ese conocimiento, pero la ventaja de la novela sobre el ensayo es que te permite rellenar con imaginación los huecos que deja la historia, enormes en materia de mujeres, pues en la época altomedieval apenas se habla de ellas.

Estás autorizada a rellenar todos esos huecos con una aventura, una trama de ficción protagonizada por una mujer que se mueve en ese mundo de forma plausible, pero siempre de forma honesta, sin caer en anacronismos, aunque con altas dosis de imaginación, entre otras cosas porque yo no soy profesora de Historia. Soy novelista, escribo para entretener y, de paso, dejar un poso de conocimiento. Pero, ante todo, mi intención es entretener y emocionar.

VER GALERÍA

'La Visigoda', 'La Peregrina', 'La Dueña'… títulos y protagonistas en femenino de algunas de tus novelas más exitosas. ¿Reivindicas con ellas el papel olvidado de tantas mujeres en nuestra historia?

Escribo historias de mujeres porque me resulta más fácil meterme en su piel que en la de un hombre, pero también para recuperar el papel que seguro desempeñaron y que no aparece en las crónicas, dado que casi siempre las escribían clérigos que eran bastante misóginos en general, al servicio siempre de reyes u otros clérigos. Además, me gusta mucho meterme en el alma de esas mujeres y rescatar el protagonismo que seguro tuvieron, es una cuestión de justicia.

Yo sé lo que es vivir amenazada de muerte y no me resulta difícil imaginar cómo vivirían ellas en aquellos tiempos tan difíciles, de peligro físico cierto, cómo se desenvolverían respecto a sus familias y a los hijos particularmente, pues creo que esas emociones no han debido de cambiar mucho a lo largo de la historia.

Nuestra historia, tan desconocida y con frecuencia mancillada, vive un auge en forma de novelas y ciclos de conferencias en las que participas con asiduidad. ¿Una buena manera de reconquistar nuestro pasado o, al menos, de acercarlo al gran público que quiere conocerlo mejor?

Mucha gente está harta de tener que avergonzarse por ser español. La historia de España tiene luces y sombras como todas, pero somos una de las pocas naciones que han contribuido decisivamente a darle forma al mundo tal y como lo conocemos hoy. Su nomenclatura es, en buena medida, española, Los Ángeles, Filipinas... ¿Tener que avergonzarnos de ser españoles? ¡No, hombre, no! Conozcamos nuestra historia y critiquemos lo que sea criticable, pero sin caer en el gran error de juzgar hechos pasados con criterios actuales, sin querer reescribir la historia.

El boom de la novela histórica es imparable, es el género más leído porque la gente quiere conocer su historia. Los ciclos de conferencias y otras actividades que organizamos desde la Asociación "Escritores con la Historia" son todo un éxito porque hay un interés evidente por escuchar hablar de manera amena sobre nuestra historia.

VER GALERÍA

Periodista todoterreno, prensa, radio y televisión, eres una firma imprescindible que aborda la actualidad con incisiva prosa. ¿Es la novela tu verdadera vía de escape a tanta inmediatez y zozobra que impregna la vida política?

La política actual es plana, chata, burda, muy deprimente. La novela histórica, en particular la medieval, es épica, hay heroísmo, elementos evocadores en términos literarios. En la actualidad política española no hay nada muy estimulante, pero las novelas sí que me dan esa posibilidad de contar historias épicas. Además, en el plano más personal, tengo la sensación de haber perdido todas las batallas que he librado en la vida real, en la vida política. En la novela, la historia es la que es y no la puedo deformar, pero la trama de mis personajes de ficción la puedo hacer terminar como yo quiero y ponerle finales felices. Esto, que parece una tontería, me consuela mucho, supone un alivio y una satisfacción poder salvar a mis personajes favoritos y condenar a los malvados, ahí me cobro pequeñas venganzas.

¿Cómo escribe Isabel sus novelas? ¿Puedes contarnos algunas costumbres, manías, ritos, horario ideal para ti, lugares…?

Empiezo siempre en Asturias, paseando por el bosque o por las playas vacías en invierno. Siempre nacen ahí mis novelas, sus cimientos, escuchando el viento y oliendo la tierra mojada. Ahí van surgiendo los personajes y la trama. Luego escribo aquí, con mi perro tumbado cerca hasta que me hace notar que ya llevo demasiado tiempo sentada y es hora del paseo. Tomo notas a mano, en uno o varios cuadernos y luego escribo en ordenador, siempre de día: desde las 9h y hasta las 18-19h. Me corrijo constantemente, envidio a compañeros nuestros que escriben del tirón, no es mi caso. Escribo un capítulo y vuelvo atrás para revisarlo y corregirlo. Sólo paso al siguiente si estoy ya razonablemente satisfecha. Voy reescribiendo, es un proceso lento y trabajoso.

Siempre digo que para que una novela se lea fácilmente ha habido que escribirla con enorme dificultad. Cuanto más fácil se lee más trabajo hay de escritura detrás. Cuando leo novelas farragosas, descripciones eternas, siempre pienso que el autor ha escrito del tirón y no se ha tomado la molestia de releerlo.

VER GALERÍA

¿Nos recomendarías un libro que te haya sorprendido gratamente?

En los últimos años me ha impactado mucho 'Sapiens', de Noah Harari, un libro deslumbrante. Y, si hablamos de novela histórica, me quedo con 'La mirada del lobo', de Antonio Pérez Henares, un libro precioso, aunque no sea de los últimos que ha escrito.

Debo de tener entre 8000 y 9000 libros, lo que más he hecho en mi vida es leer.

Y el colofón: ¿por qué debería leer la audiencia de Hola.com tu novela 'La Dueña'?

Porque se van a entretener y evadir de la realidad, de sus problemas, dejarán atrás preocupaciones y ansiedades mientras estén viajando con Auriola y conmigo a través de ese proceloso siglo XI. También porque se van a emocionar con la relación entre Auriola y su nieto Diego, que refleja toda mi alegría de ser abuela. Y de paso porque les dejará un poso de conocimiento sobre una historia muy poco conocida a través de la que creo es la mejor manera, la emoción.

Es como cuando escuchas y te conmueven las notas de una melodía, aunque no recuerdes su título o el autor; con la historia pasa lo mismo, olvidaste quizás quién era el rey o el año exacto, pero sí lo que ocurrió en ese periodo, lo fundamental, que reconquistamos Toledo.