Paz Padilla atraviesa por un duro momento tan solo cinco meses después de perder a su madre. Su marido Antonio Vidal ha fallecido este sábado a los 53 años, según informa La Razón, a causa del tumor cerebral que padecía desde hace tiempo. La humorista se encuentra completamente desolada, tal y como han confirmado compañeros y amigos cercanos, aunque por el momento nadie de la familia se ha pronunciado. El funeral tendrá lugar este lunes a las 11 de la mañana en Zahara de los Atunes (Cádiz), según ha anunciado Socialité.
La fatal noticia sale a la luz poco después de que se conociese que Paz Padilla iba a ausentarse de las primeras audiciones de Got Talent, el programa del que forma parte como miembro del jurado en Telecinco, aunque no habían trascendido los motivos. La presentadora se había reincorporado a su trabajo en televisión a mediados de mayo después de un confinamiento en el que ha estado muy preocupada por los suyos e incluso colaboró confeccionando mascarillas para el personal sanitario.
La humorista gaditana siempre ha mantenido su vida privada alejada del foco mediático y ha llevado la enfermedad de su marido con la máxima discreción. No obstante, el año pasado ya sufrió un susto que le hizo suspender sus funciones teatrales después de que Antonio tuviera que ser ingresado de urgencia a causa de un cólico nefrítico, sobre el que no trascendieron más detalles.
Una historia de amor de cuento
La pareja se conocía desde que eran unos adolescentes, pero la vida adulta separó sus caminos y Paz se mudó a Madrid donde se casó con Albert Ferrer, con quien tuvo a su hija Anna. Sin embargo, tras cinco años de matrimonio decidieron separarse. Tiempo después, la humorista se reencontraba con su amor de juventud dos décadas después de haberse conocido iniciando una sólida relación. Hace cuatro años Paz y Antonio se dieron el 'sí quiero' en una romántica ceremonia celebrada en Zahara de los Atunes (Cádiz) en la que la actriz le confesaba que hacía 32 años que se había enamorado de él. Ahora, la gaditana cuenta con el apoyo incondicional de su hija, siempre a su lado en los malos momentos, para superar este duro trance. De ella ha dicho que es: "mi motor en los momentos en los que la desolación me puede".
