'Green Book', una historia que te hará reír y llorar al mismo tiempo

Por Loreto Sesma

Hay historias de las que te sabes ya el final y aun así te lanzas a por ellas. No solo estoy hablando de películas y series, ustedes ya me entienden. Hablo también de la vida en sí, de personas a las que se les ve venir desde lejos y aun así uno pone su corazón en las manos, de la manera más ingenua e inocente posible.

Sin embargo, como esta serie de artículos no son sobre esos casos sino de propuestas audiovisuales, aquí les traigo una. Con cinco nominaciones a los Oscar, Green Book se propone como una de las favoritas del público junto con Ha nacido una estrella. Lo hace por la historia que cuenta y sobre todo por el modo en el que lo hace. Años 60, Estados Unidos y los lazos caprichosos del destino uniendo a un italiano de clase trabajadora con un pianista afroamericano.

Como decía al comienzo de este artículo, uno sabe a la perfección cómo va a acabar la película, pero lo que en otras ocasiones puede llegar a ser motivo de abandono, en este caso no importa en absoluto. Los personajes confluyen y se desenvuelven poco a poco, y ese es el motivo por el que te acabas pegando a la pantalla. Son ellos los que conforman la piedra angular de la historia.

Viggo Mortensen hace un papel impecable enfundado en ese italiano sin modales del que te acabas enamorando por su manera de ser y de actuar, por la ternura que despierta. Pero como ocurre en este tipo de historias, su personaje no se luciría tanto sin la ayuda de ese motor que le empuja a desarrollarse, y ese papel es el que desempeña el conocido pianista al que acompaña de gira cuando en Estados Unidos todavía se da esa injusta discriminación racial.

Del mismo modo del que convergen sus personajes, también lo hacen las emociones que despierta guiadas por un guion espléndido que consigue que el espectador vaya desde la carcajada estrepitosa a la lágrima, el sobrecogimiento, la ternura y la compasión. Alejada de la moraleja, es una película de la que se escapan pequeñas piedras preciosas de aprendizaje, es una de esas producciones que te deja un sabor dulce en el paladar cuando salen los créditos finales.

Si les gustaron películas como Intocable, aquí tienen una nueva película con la que comprobar que la emoción tampoco depende siempre de una gran historia, sino de unos grandes personajes que capitaneen en una misma dirección, por mucho que todos sepamos ya cuál será el destino.