La fórmula del éxito de Alejandro Agag ya se enseña en la universidad de Harvard

La Escuela de Negocios de Harvard, una de las mejores del mundo, ha elegido la Fórmula E del empresario español como caso de estudio

Por Martin Bianchi

En la Escuela de Negocios de Harvard, una de las cinco más prestigiosas del mundo según el Financial Times, se estudian los casos de éxito de marcas globales como Amazon, Pepsi, General Electric o la españolísima Zara. Y, desde esta semana, los alumnos de esta universidad estadounidense también analizan las claves del triunfo de otro negocio “hecho en España”: la Fórmula E, la categoría de competición de monoplazas eléctricos creada en 2014 por el empresario español Alejandro Agag.

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Este martes, Agag fue invitado al campus de Harvard, en Massachusetts, para compartir con el selecto claustro y los alumnos de la “business school” americana los secretos del éxito de su Fórmula E, un espectáculo deportivo que comenzó hace cinco años y que actualmente se realiza en doce ciudades del mundo, incluidas Nueva York, París, Roma, Berlín, Mónaco, Ciudad de México y Hong Kong.

“No todos los días la Escuela de Negocios de Harvard enseña tu compañía como un caso de estudio”, reconoció Agag, fundador, CEO y presidente de la Fórmula E, tras impartir su clase en el mismo campus universitario donde estudiaron empresarios y políticos de la talla de Ana Botín, Michael Bloomberg o George W. Bush. “Espero realmente que los alumnos hayan aprendido algunas lecciones valiosas del viaje que he hecho en estos cinco años”, añadió el empresario y yerno del ex presidente del Gobierno José María Aznar.

Ciertamente, el viaje empresarial que ha emprendido Agag merece ser contado en las universidades. Como muchas grandes ideas, la suya surgió durante una cena entre amigos y se plasmó en una simple servilleta. En una comida en París, Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), comentó al empresario que las competiciones como la Fórmula 1 debían involucrarse en la lucha contra el cambio climático y fomentar el uso de las nuevas tecnologías de movilidad limpia.

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Entonces, Agag concluyó que era hora de que se crearan circuitos efímeros en el centro de las grandes ciudades para que todo el mundo pudiera ver el potencial de los monoplazas 100% eléctricos. “La gente no compra coches eléctricos porque piensa que son lentos, que tienen poca autonomía y que son feos. Pero si les enseñas que pueden correr más rápido y durante más tiempo, entonces podremos cambiar la opinión de las personas. Y estarán más dispuestos a comprar coches eléctricos”, pensó.

Bernie Ecclestone, uno de los hombres más influyentes del mundo del automovilismo, consideró que la idea era “estúpida” y que las carreras de coches eléctricos nunca iban a poder hacerle sombra a la Fórmula 1. Pero, contra todo pronóstico, el sueño del español se hizo realidad. Hoy, la Fórmula E ya es la segunda competición automovilística más importante del mundo. “Esta es una oportunidad para inspirar a las nuevas generaciones a reducir las emisiones de dióxido de carbono”, piensa el empresario.

Ahora, son muchos los que comparten su sueño. Los alcaldes de las capitales más importantes del mundo hacen cola para poder acoger en sus ciudades una carrera de Fórmula E. San Petersburgo quiere tenerla en el año 2020, y la lista de “aspirantes” no deja de crecer.