60 años de la isla de Mustique, el refugio veraniego de la realeza británica (incluidos el príncipe Guillermo y la duquesa de Cambridge)

La Princesa Margarita fue la primera en visitar este paraíso caribeño en 1960. Seis décadas después, los duques de Cambridge siguen sus pasos

Por Martín Bianchi

En Mustique todo es grande: los mosquitos (de ahí el nombre de la isla), los yates, las villas de alquiler, las fiestas, la discreción… incluso las medidas de seguridad. Un ejército privado, casi invisible, vigila los vuelos que llegan y se encarga de que los paparazzi y cronistas de sociedad que aterrizan en busca de exclusivas regresen a sus países de origen en el siguiente avión. Allí, las devoluciones en caliente son legales, siempre que se practiquen con elegancia.

En realidad, Mustique es un paraíso en medio del mar Caribe y al margen de la ley. Pertenece a San Vicente y las Granadinas, pero es propiedad privada desde 1958. El aristócrata británico Colin Tennant, tercer barón de Glenconner, compró la isla por 45.000 libras de la época y comenzó a explotarla como destino turístico en 1968. Entonces, no había ni agua potable ni electricidad. Cuando su mujer, Lady Anne Coke, hija del conde de Leicester, se enteró, le dijo que estaba loco. “Pasar los inviernos allí será más barato que caldear nuestra casa”, le respondió Lord Glenconner, refiriéndose a Glen House, su frío castillo en Escocia.

VER GALERÍA

Lady Anne llevó consigo una tonelada de maletas… y una larga lista de amigos reales, incluida la Princesa Margarita del Reino Unido. La hermana de la Reina de Inglaterra conoció a su primer marido, el fotógrafo Tony Armstrong-Jones, en la boda de los Glenconner. Fue amor a primera vista. Cuatro años después, la pareja visitó Mustique en su luna de miel. Todavía no había electricidad ni agua corriente, pero sí mosquitos gigantes. Lord Snowdon odió el lugar.

El matrimonio duró menos que el romance de la princesa con Mustique. Tras su divorcio de Lord Snowdon, la hermana de la Reina retomó su affaire idílico con la isla. Lord Glenconner le regaló una parcela, donde Margarita construyó ''Les Jolies Eaux'', una villa en color verde agua de diez habitaciones. Pasaba más tiempo allí que en Londres. Isabel II y su marido, el Duque de Edimburgo, terminaron yendo a visitarla solo para comprobar que no había caído en manos de unos caníbales.

Desde entonces, la isla es uno de los destinos preferidos de la realeza británica. Los duques de Cambridge veranaron allí en al menos cuatros ocasiones. En uno de sus primeros viajes, en 2006, el príncipe Guillermo y Kate alquilaron la villa de John Robinson, dueño de la cadena de ropa Jigsaw, y disfrutaron de la vida simple que ofrece el entorno: jugaron al volleyball en la playa y al tenis con Sir Richard Branson, dieron paseos en catamarán y tomaron copas en el Bar Basil. El hijo de Carlos de Inglaterra tiene su propio cóctel, el ''Prince’s Poison'': vodka y zumo de arándano. Kate prefiere la piña colada con ron Sunset. Este verano, los duques acaban de repetir en Mustique, esta vez en familia. El pequeño príncipe George celebró su quinto cumpleaños allí.

VER GALERÍA

Lord Glenconner dio su última gran fiesta en la isla en 1999. Era en honor de la Princesa Margarita. Poco después, la hermana de la Reina de Inglaterra tuvo un absurdo accidente doméstico en Mustique: sufrió graves quemaduras en los pies al entrar en una bañera llena de agua hirviendo. Nunca se recuperó del incidente y en 2002 falleció tranquila, mientras dormía, en el hospital Eduardo VII de Londres. Probablemente, murió soñando con ''Les Jolies Eaux'', su villa caribeña.

Quince años después, Mustique sigue acaparando titulares en la prensa británica. Ahora mismo, una instantánea de los duques de Cambridge y sus hijos en la isla es la foto más buscada del Reino Unido. Pero los incautos paparazzi que se atreven a viajar hasta allí no llegan ni a atravesar el vestíbulo del diminuto aeropuerto… Unos discretos vigilantes los devuelven a sus redacciones de origen, protegiendo así el recurso natural más preciado de Mustique: la privacidad.