El ‘aquí y ahora’. Es lo que predomina en la gestión del dinero que adolescentes entre 11 y 18 años de la generación Z realizan, según datos del Financial Wellness Index (FWI), elaborado por Advantere School of Management para el banco online N26. Es decir, sus ahorros están pensados para el corto plazo, para el disfrute inmediato. El rango de edad que abarca el citado estudio es amplio y hay, en consecuencia, grandes diferencias en la manera en la que los adolescentes gastan su dinero: no es lo mismo un niño de 11 años que aún no viaja solo con amigos ni tiene más ingresos que ‘la paga’ semanal a otro de 16 ó 18 años que ya puede buscar ingresos por su propia cuenta y que ya tiene la madurez suficiente como para viajar o disfrutar de un ocio más propio de los adultos.
En cualquier caso, unos y otros comparten la falta de planificación económica a largo plazo, no prevén las necesidades que, en torno al dinero, puedan surgir a largo plazo. Esta “falta de planificación es posiblemente normal en personas que por su edad desean dedicar sus ingresos a un consumo basado en viajes, ocio de fin de semana, artículos de deportes o moda, y en definitiva todo aquello relacionado con una satisfacción de corto plazo”, nos indica Emilio Llorente, profesor de Finanzas Cuantitativas y coordinador de la investigación del FWI por parte de Advantere School of Management.
El experto considera que es preciso “estimular el interés por el ahorro” en ellos: “por tratarse de individuos con un horizonte temporal largo, pueden empezar a crear su patrimonio mediante la compra de productos financieros que conectan con sus valores y a su vez les permiten invertir en sectores de crecimiento (tecnología, inteligencia artificial, …)”. ¿Cómo lograr esto cuando ni siquiera tienen a estas edades, en la mayoría de los casos, ingresos propios? La respuesta es paso paso.
Cómo incentivar el ahorro a largo plazo en adolescentes
A pesar de las características propias de la edad y del contexto actual, la Generación Z tiene en su mano la oportunidad de dar un vuelco a su situación financiera, ya que es la primera generación que ha crecido en un mundo totalmente digitalizado, lo que les permite desenvolverse fácil e intuitivamente en estos espacios, así como implantar nuevas normas a la hora de gestionar sus finanzas. De hecho, “en comparación con las generaciones anteriores, muestran un mayor interés por mejorar sus conocimientos y habilidades financieras”, lo que es un punto muy a su favor para revertir la situación y que comiencen a ahorrar. Así podemos motivarlos para que se pongan manos a la obra y se propongan, de verdad, ahorrar:
1º Transmitirles el valor del dinero. En primer lugar, “haciéndoles apreciar lo que muchos disponen, el valor de preservarlo y aumentarlo”, recomienda Llorente, que señala también que es necesario hacerles saber que “una mala gestión de lo recibido les hará muy difícil recuperarlo”.
2º Valorar lo logrado por sus padres y sus abuelos. “Es verdaderamente admirable, particularmente en España, lo logrado por las generaciones de padres y abuelos de esta generación joven”, subraya el experto en finanzas. “Tienen el ejemplo más importante del valor del ahorro en sus propias casas”, especialmente en muchos abuelos que, casi de la nada, consiguieron labrarse su propio futuro. “Quizá la experiencia de una vida más esforzada ha llevado a los más mayores a ser más indulgentes en su educación financiera, deseando que sus descendientes puedan ‘vivir más la vida’”.
3º Hacerles saber los beneficios de alcanzar la estabilidad financiera. Es preciso “enseñarles que, aquellos que llegada la madurez, tienen una situación financiera estable, disfrutan enormemente de un tiempo de ocio que quizá ahora les parece patrimonio únicamente suyo”.
4º Hacerles pensar en sus propios planes de futuro. Es muy importante integrar en la conversación “planes de futuro que les importan” a nuestros hijos: ir a “buenas universidades, a otros países en los que estudiar o trabajar y así conocer nuevas culturas, lanzar sus propias ideas empresariales…”. La cuestión es “darles a conocer las muchas posibilidades de las que disponen hoy día”.
5º El valor del esfuerzo . Una de las cuestiones más básicas es asegurarnos de que comprenden y asimilan que, para acceder a esas posibilidades que tienen a su alcance hoy en día, “es necesario el esfuerzo intelectual y material”.
6º Compartir con ellos nuestros propios planes de ahorro. Conversar y comunicarnos con nuestros hijos acerca de cómo nos estamos organizando económicamente para garantizar su futuro en cuanto a formación o a otros aspectos, será muy beneficioso. “Hablar de ello con sus propios padres, y cómo estos están diseñando ese entorno de ahorro para lograr los objetivos para ellos, sus hijos, es la mejor lección”, asegura Llorente. Podrán así “aprender con el verdadero ejemplo que tienen en casa, y contribuir al éxito del mismo”.