Así fue la ceremonia que convirtió a Carlos y Camilla en marido y mujer
Dos horas antes del matrimonio civil, Camilla ha abandonado Clarence House, en Londres, para dirigirse al castillo de Windsor. El príncipe Carlos, que durmió en Highgrove, su residencia campestre en el oeste de Inglaterra junto a sus dos hijos, también se dirigiría, a esa misma hora, al impresionante palacio. Desde allí, tal y como estaba previsto, ambos emprenderían juntos el camino que los llevaría al Ayuntamiento de Windsor, el lugar elegido para convertirse en marido y mujer. En el Rolls Royce de la Reina Madre, Carlos y Camilla recorrerían, prácticamente solos, el único kilómetro que los separa del sueño que como pareja han acariciado durante años. De alguna manera, saben y sienten que aunque el escenario exterior no recuerde en nada que se va a casar un futuro Rey de Inglaterra y que en el mundo se hablará de la falta de glamour de su boda, lo que de verdad les importa está esperándoles.
Pocos invitados
Son sólo 30 personas, pero, sin duda, las que, más se alegran de su felicidad... Los que les esperan con los brazos abiertos para el inicio de la celebración civil en la sala Ascot del registro de Windsor: los hijos del novio, el príncipe Guillermo y el príncipe Harry; y sus hermanos, el Duque de York, con sus hijas la princesas Beatriz y Eugenia; los Condes de Wessex y la Princesa Ana, con el Vicealmirante Timothy Laurence, y sus hijos, Peter y Zara Phillips; la Princesa Alexandra, el Vizconde y Vizcondesa Linley, Daniel y Lady Sarah Chatto, el alcalde Bruce Shand y su señora, los señores Simon Elliot y sus hijos, Ben y Katie Elliot; los señores Luke Irwin; los hijos de la novia, Tom, con su novia, Sara Buys, y Laura con su novio, Harry Lopes.
El príncipe Carlos, que lució para la ocasión un traje matinal oficial -frac y sombrero de copa- en lugar del uniforme de la Marina que llevó para su primer matrimonio con Lady Diana Spencer hace 24 años, y su prometida, Camilla, con un elegante traje compuesto por un abrigo y un vestido de color blanco ostra con una pamela a juego, eran recibidos por sus conciudadanos con aplausos y vítores a su llegada al Ayuntamiento. Ninguna cámara recogió el momento del "sí quiero" de la pareja, que quiso en todo momento que su boda fuera sencilla y discreta y, hasta cierto punto, austera, como reflejaba la propia decoración de la estancia.
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El príncipe Carlos, que lució para la ocasión un traje matinal oficial -frac y sombrero de copa- en lugar del uniforme de la Marina que llevó para su primer matrimonio con Lady Diana Spencer hace 24 años, y su prometida, Camilla, con un elegante traje compuesto por un abrigo y un vestido de color blanco ostra con una pamela a juego, eran recibidos por sus conciudadanos con aplausos y vítores a su llegada al Ayuntamiento. Ninguna cámara recogió el momento del "sí quiero" de la pareja, que quiso en todo momento que su boda fuera sencilla y discreta y, hasta cierto punto, austera, como reflejaba la propia decoración de la estancia.