Marcada por la influencia alemana, la Revolución Francesa y las guerras europeas con Napoleón, Dinamarca no puede resistirse ante el ataque de Inglaterra que, temerosa de una alianza entre daneses y franceses, bombardea Copenhague y les deja a merced, bajo el reinado de Federico VII, de la Francia Napoleónica. El Estado había llegado a la bancarrota, los daneses estaban agotados de tanto conflicto y el comercio había sido aniquilado. La crisis económica ocasionada por la pérdida de Noruega -1814, por el tratado de Kiel- y de que el centro mercantil internacional de Copenhague fuera sustituido por Hamburgo, comenzó a superarse, no obstante, en 1830. Fecha en la que comenzó la industrialización. Además, tras las revoluciones europeas de 1848, el rey Federico VII convocó una asamblea, abolió el absolutismo e instauró una monarquía parlamentaria. La Constitución de 1849 abrió una nueva etapa, aunque no sería hasta 1901 cuando Cristian IX formó el primer Gobierno de izquierdas en la historia de Dinamarca.
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