El amor se revaloriza con el tiempo. Cada año que cumple enriquece más y más a sus propietarios y, en este sentido, los Emperadores de Japón son ricos: cumplieron el pasado 10 de abril sus bodas de oro. De su abundancia de sentimientos preciosos han sido testigos siempre sus conciudadanos, que no han querido faltar a la celebración del aniversario. Hicieron cola el pasado viernes delante del Palacio Imperial para expresar sus felicitaciones y sus mejores deseos en los libros conmemorativos dispuestos con motivo de los cincuenta años de matrimonio de los Emperadores.
Decenas de personas aguardaban a primera hora de la mañana la apertura de las puertas palaciegas, que a eso de las 09:30 horas mostrarían una hermosa postal de cerezos en flor y una ristra de mesas, frente a la oficina de la Agencia de la Casa Imperial (en el recinto de palacio), preparadas para que los admiradores pudieran escribirles sus dedicatorias y firmar. Sólo era el aperitivo. Porque para festejar la ocasión como se merece se habían programado varios actos conmemorativos: los Emperadores concedieron el pasado miércoles una rueda de prensa para hablar de este medio siglo de amor; invitaron el pasado viernes por la tarde a una ceremonia del té a 100 parejas que han celebrado o celebrarán este año su 50º aniversario de boda; se inauguró ese mismo día también la exposición fotográfica Sus Majestades y los viajes, compuesta de 120 instantáneas prestadas de los álbumes privados de la pareja imperial, y aún seguirán otros más. Un derroche de festejos, baratijas para dos enamorados.