La gripe, el 'invitado' del invierno
El doctor Eduardo Junco Anós nos acerca a esta enfermedad, tan presente en estos meses
Cómo tratarla
La amantadina se ha comprobado eficaz en el tratamiento de la infección por virus Influenza A. Para lograr la máxima eficacia debe administrarse a dosis de 100 mg al día por vía oral y lo antes posible desde el inicio del cuadro. No más tarde de las primeras 24 o 48 horas tras el inicio de la sintomatología. Se trata de un tratamiento que se debe utilizar de manera excepcional, en determinadas situaciones que se prevean más complicadas o peligrosas y siempre debe estar supervisado y controlado por el médico. El tratamiento sintomático es el más utilizado y el recomendable en la mayoría de las personas. Fundamentalmente consiste en pautas con expectorantes, mucolíticos, paracetamol y aspirina. Esta última no conviene administrase a niños, por el riesgo de desencadenar un síndrome de Reye.
Posibles complicaciones.
Una de las principales complicaciones es la neumonía bacteriana. Tiene una elevada morbimortalidad y hay que sospecharla cuando días después de la desaparición de los síntomas y tras un breve periodo de mejoría, reaparecen la fiebre, la tos productiva y el malestar general. La neumonía vírica por el propio virus de la gripe es una complicación rara pero muy peligrosa. Hay que tenerla en cuenta en pacientes con patología de base o en inmunodeprimidos. La sinusitis, la otitis y la amigdalitis pueden aparecer como secuelas de la gripe y, aunque en la mayoría de los casos son víricas, pueden acabar en sobreinfecciones bacterianas ocasionales.
¿Se puede prevenir?
La vacuna del virus inactivado se encuentra disponible cada año a partir de los meses de septiembre u octubre, en el otoño. Todos los Equipos de Atención Primaria del Sistema Nacional de Salud administran la vacuna a las personas que lo requieren. Deben adminístrasela de manera especialmente recomendada a adultos mayores de 60 años, personas con enfermedades crónicas, personal sanitario y pacientes inmunodeprimidos.
Un último apunte
La gripe es una enfermedad vírica, por lo que en su tratamiento no está indicado el uso de antibióticos. Ningún enfermo debe iniciar un tratamiento antibiótico por su cuenta y ante el inicio de la sintomatología gripal. Los antibióticos son absolutamente ineficaces frente a las infecciones víricas y la mejoría que puede producirse tras su administración en estos, se debe a la evolución natural de la enfermedad que tiende a la resolución en un periodo de entre 4 y 10 días. Los antibióticos son medicamentos que requieren receta médica y que, por lo tanto, sólo pueden tomarse en el caso de recomendación específica por parte de un médico. Cada vez son más las bacterias resistentes a los antibióticos, y sólo un adecuado uso de los mismos permitirá mantener su eficacia a medio y largo plazo. Seamos todos responsables y no agotemos un recurso terapéutico que ha cambiado para siempre la historia de las enfermedades infecciosas en el mundo.
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Posibles complicaciones.
Una de las principales complicaciones es la neumonía bacteriana. Tiene una elevada morbimortalidad y hay que sospecharla cuando días después de la desaparición de los síntomas y tras un breve periodo de mejoría, reaparecen la fiebre, la tos productiva y el malestar general. La neumonía vírica por el propio virus de la gripe es una complicación rara pero muy peligrosa. Hay que tenerla en cuenta en pacientes con patología de base o en inmunodeprimidos. La sinusitis, la otitis y la amigdalitis pueden aparecer como secuelas de la gripe y, aunque en la mayoría de los casos son víricas, pueden acabar en sobreinfecciones bacterianas ocasionales.
¿Se puede prevenir?
La vacuna del virus inactivado se encuentra disponible cada año a partir de los meses de septiembre u octubre, en el otoño. Todos los Equipos de Atención Primaria del Sistema Nacional de Salud administran la vacuna a las personas que lo requieren. Deben adminístrasela de manera especialmente recomendada a adultos mayores de 60 años, personas con enfermedades crónicas, personal sanitario y pacientes inmunodeprimidos.
Un último apunte
La gripe es una enfermedad vírica, por lo que en su tratamiento no está indicado el uso de antibióticos. Ningún enfermo debe iniciar un tratamiento antibiótico por su cuenta y ante el inicio de la sintomatología gripal. Los antibióticos son absolutamente ineficaces frente a las infecciones víricas y la mejoría que puede producirse tras su administración en estos, se debe a la evolución natural de la enfermedad que tiende a la resolución en un periodo de entre 4 y 10 días. Los antibióticos son medicamentos que requieren receta médica y que, por lo tanto, sólo pueden tomarse en el caso de recomendación específica por parte de un médico. Cada vez son más las bacterias resistentes a los antibióticos, y sólo un adecuado uso de los mismos permitirá mantener su eficacia a medio y largo plazo. Seamos todos responsables y no agotemos un recurso terapéutico que ha cambiado para siempre la historia de las enfermedades infecciosas en el mundo.