Belleza bajo cero

Cómo cuidar la piel en invierno

Por hola.com

Seguro que no lleva la misma ropa en pleno agosto que durante el frío invierno, ¿verdad? Lógicamente, sabe adaptarse a las condiciones medioambientales y estos meses se protege con prendas cálidas que la aíslan de las bajas temperaturas. ¿Cómo no hacer lo mismo con la piel? Nuestro traje natural es el primero en sufrir el frío, la lluvia e incluso la nieve, y merece algunas consideraciones para mantenerse en plena forma, ¡incluso cuando el termómetro está bajo cero!

  • El frío sienta mal a la piel. Una de las características comunes a todos los climas invernales es la falta de humedad, agravada por el uso de la calefacción. El aire seco no duda un instante en tomar agua de donde puede, incluída su piel. Por eso, la consecuencia estética más directa del ambiente seco es la deshidratación de la piel, que queda áspera y rugosa.

    - Este fenómeno se agrava a causa del efecto vasoconstrictor del frío. Las bajas temperaturas provocan una circulación cutánea más lenta, que impide una buena oxigenación y nutrición de los tejidos. Al tener más dificultades para producir sebo y sudor con normalidad, la piel queda aún más desprotegida. Y es que la capa más externa de nuestra epidermis se hace más rígida, e incluso puede llegar a quebrarse (como sucede con los labios), causando fisuras que aumentan su fragilidad. ¡Un desastre, vamos!

  • A menos grados, más hidratación necesitamos. Ante este panorama, no es de extrañar que todos los tipos de cutis, hasta los más grasos, sufran y se sientan agredidos en invierno. Cuando baja el mercurio del termómetro, toca elevar la dosis de cuidados de la piel, tratándola sólo con productos ultra suaves. Olvídese del jabón: este es tiempo de limpiadoras en crema. Si usa tónico, pásese a fórmulas sin alcohol, y limite el uso de exfoliantes, así como el de las cremas a base de retinol o de alfahidroxiácidos. Opte por hidratantes untuosas, que mantengan el nivel de humedad de su cutis. Por ejemplo, si usa lociones libres de aceites, puede pasarse a la misma fórmula en crema.

  • Cuidado con la calefacción. El invierno es un periodo especialmente problemático para las pieles sensibles, puesto que los cambios bruscos de temperatura (como los que se producen al pasar del exterior a un ambiente caldeado) dilatan los capilares y provocan irritaciones y rojeces, fenómeno especialmente grave para quienes sufren de rosácea. Evite los factores que alteren aún más el equilibrio cutáneo, como el tabaco, los platos muy especiados o picantes y el alcohol. Este tipo de comida no hace más que dilatar los capilares de cara y cuello, causando aún más rubor. En la medida de lo posible, eleve el nivel de humedad ambiental mediante la instalación de humidificadores, de plantas o de la recipientes con agua junto a los radiadores.