Carlos y Camila sorprenden al mundo con una solemne ceremonia eclesiástica
Inglaterra ya tiene una nueva Princesa de Gales. A las dos de la tarde en punto, hora española, el príncipe Carlos y su esposa abandonaban el edificio del Ayuntamiento de Windsor donde se han convertido en marido y mujer. En el Rolls-Royce de la Reina, los recién esposos y sus treinta invitados se dirigieron al castillo de Windsor para asistir a la ceremonia religiosa de la bendición de su matrimonio en la capilla de San Jorge, en la que sí están presentes la Soberana de Gran Bretaña, su esposo y los 800 invitados, que incluyen a políticos, actores y famosos.
Marcada por la sobriedad
Una ceremonia en la que no ha habido una bienvenida oficial de la Reina -vestida para la ocasión con un traje blanco y pamela a juego- al Príncipe y a su nueva esposa cuando han entrado por primera vez en el castillo como marido y mujer. Una ceremonia más solemne, que emotiva, en la que la Duquesa de Cornualles, feliz y serena en todo momento, sorprendió al mundo apareciendo con un favorecedor y vaporoso vestido azul, de corte princesa, con abrigo hasta los pies y un tocado de espigas. Un traje, que ha lucido con gran elegancia y dignidad en una celebración marcada por la sobriedad.
A la puerta del pórtico de Galileo de la capilla de San Jorge, les recibieron el arzobispo de Canterbury, oficiante de la bendición religiosa, y el Deán de Windsor, David Conner. A los acordes de una de las piezas musicales favoritas de los esposos, grandes melómanos, el príncipe Carlos y su esposa, entraron, sonrientes y del brazo, a la capilla, donde les esperaba la Familia Real británica, encabezados por la reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, y los más de 700 invitados, entre ellos los Herederos del trono noruego, Haakon y Mette Marit; el príncipe Constantino de Holanda y su esposa, Laurentien; el rey Constantino de Grecia (hermano de la reina Doña Sofía de España) y su esposa, Ana María, el primer ministro británico, Tony Blair, el diseñador Valentino, el actor Rowan Atkinson (más conocido como Mr. Bean) y el actor Kenneth Branagh, entre otros.
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Marcada por la sobriedad
Una ceremonia en la que no ha habido una bienvenida oficial de la Reina -vestida para la ocasión con un traje blanco y pamela a juego- al Príncipe y a su nueva esposa cuando han entrado por primera vez en el castillo como marido y mujer. Una ceremonia más solemne, que emotiva, en la que la Duquesa de Cornualles, feliz y serena en todo momento, sorprendió al mundo apareciendo con un favorecedor y vaporoso vestido azul, de corte princesa, con abrigo hasta los pies y un tocado de espigas. Un traje, que ha lucido con gran elegancia y dignidad en una celebración marcada por la sobriedad.
A la puerta del pórtico de Galileo de la capilla de San Jorge, les recibieron el arzobispo de Canterbury, oficiante de la bendición religiosa, y el Deán de Windsor, David Conner. A los acordes de una de las piezas musicales favoritas de los esposos, grandes melómanos, el príncipe Carlos y su esposa, entraron, sonrientes y del brazo, a la capilla, donde les esperaba la Familia Real británica, encabezados por la reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, y los más de 700 invitados, entre ellos los Herederos del trono noruego, Haakon y Mette Marit; el príncipe Constantino de Holanda y su esposa, Laurentien; el rey Constantino de Grecia (hermano de la reina Doña Sofía de España) y su esposa, Ana María, el primer ministro británico, Tony Blair, el diseñador Valentino, el actor Rowan Atkinson (más conocido como Mr. Bean) y el actor Kenneth Branagh, entre otros.