Termina el Jubileo de la Reina con Inglaterra rendida a sus pies
La Reina no rompió el protocolo y no hizo una demostración pública de afecto besando al príncipe de Gales durante las celebraciones de su quincuagésimo aniversario, tal y como se esperaba.
[Isabel II] no secundó el gesto de la reina Victoria, que sentó un precedente tras la misa de Acción de Gracias que sí besó al príncipe de Gales, el futuro rey Eduardo VII, cuando conmemoraba el cincuenta aniversario de su coronación en la abadía de Westminster. Un momento significativo, inmortalizado en lienzo que no podrá repetirse.
A falta de un beso
La Reina no siguió el consejo de algunos de los funcionarios de la Casa Real que opinaban que, aunque la etiqueta real dicta que sea ella la que reciba los besos en público, un beso al heredero al trono, en el balcón de Buckingham, además de sellar las celebraciones del 50 aniversario de su coronación, hubiera sido el mejor gesto hubiera demostrado la fuerte relación que existe en privado entre madre e hijo.
Miles de banderas agitándose a sus pies
La Reina salió al balcón, tal y como estaba previsto, en compañía de su esposo, el duque de Edimburgo. De rojo y negro, cuando miles de banderas se agitaban a sus pies en señal de lealtad y apoyo. Pasaron unos segundos y a la Soberana se unieron, tal y como establece el protocolo real, el príncipe de Gales y sus hijos, el príncipe Guillermo y su hermano Harry; el príncipe Eduardo y sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia; la Princesa Ana, Zara y Peter, y su segundo esposo, T. Laurence; los condes de Wessex, y otros miembros de la Familia Real.
Ocho millones de euros
Después del [gran concierto de pop-rock] y del [apoteósico desfile] en su honor, la [Reina de Inglaterra] puso fin a las soberbias [celebraciones de su 50º aniversario] saludando con solemnidad desde Buckingham palace a los miles de ciudadanos que entonaron el himno nacional y correspondieron a su petición involucrándose en los festejos -un Golden Jubilee que costó ocho millones de euros- de su Jubileo de Oro sin distinción de edad, cultura, origen étnico, y religión. Conciudadanos que, con sus gritos de júbilo y sus manifestaciones de amor y lealtad, consiguieron que la Familia Real en pleno, después de presenciar la exhibición aérea de los aviones cazas y el Concorde, volviera a salir al balcón para poner con este hermoso gesto el broche final a los 4 fastuosos días de celebraciones.
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A falta de un beso
La Reina no siguió el consejo de algunos de los funcionarios de la Casa Real que opinaban que, aunque la etiqueta real dicta que sea ella la que reciba los besos en público, un beso al heredero al trono, en el balcón de Buckingham, además de sellar las celebraciones del 50 aniversario de su coronación, hubiera sido el mejor gesto hubiera demostrado la fuerte relación que existe en privado entre madre e hijo.
Miles de banderas agitándose a sus pies
La Reina salió al balcón, tal y como estaba previsto, en compañía de su esposo, el duque de Edimburgo. De rojo y negro, cuando miles de banderas se agitaban a sus pies en señal de lealtad y apoyo. Pasaron unos segundos y a la Soberana se unieron, tal y como establece el protocolo real, el príncipe de Gales y sus hijos, el príncipe Guillermo y su hermano Harry; el príncipe Eduardo y sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia; la Princesa Ana, Zara y Peter, y su segundo esposo, T. Laurence; los condes de Wessex, y otros miembros de la Familia Real.
Ocho millones de euros
Después del [gran concierto de pop-rock] y del [apoteósico desfile] en su honor, la [Reina de Inglaterra] puso fin a las soberbias [celebraciones de su 50º aniversario] saludando con solemnidad desde Buckingham palace a los miles de ciudadanos que entonaron el himno nacional y correspondieron a su petición involucrándose en los festejos -un Golden Jubilee que costó ocho millones de euros- de su Jubileo de Oro sin distinción de edad, cultura, origen étnico, y religión. Conciudadanos que, con sus gritos de júbilo y sus manifestaciones de amor y lealtad, consiguieron que la Familia Real en pleno, después de presenciar la exhibición aérea de los aviones cazas y el Concorde, volviera a salir al balcón para poner con este hermoso gesto el broche final a los 4 fastuosos días de celebraciones.