El Rey de España cumple un sueño llamado Antártida
12.530 kilómetros separan al Rey de su hogar, el palacio de La Zarzuela. Al menos, esa distancia se puede leer en un curioso indicador situado en mitad de la Antártida, en la base Juan Carlos I. Desde que en 1996 el Rey expresara al entonces presidente de Chile, don Eduardo Rei, su deseo de viajar a las dos bases españolas de la Antártida, en las que trabajan más de ochenta científicos de nuestro país, la expedición se ha ido retrasando una y otra vez, debido a las condiciones climatológicas adversas de la zona. Sin embargo, don Juan Carlos ya no podía aplazar más esta visita. Y, al fin, su sueño, a pesar de las fuertes nevadas y las temperaturas muy por debajo de los cero grados, se ha cumplido.
Once horas de retraso
El avión de la Fuerza Aérea chilena Hércules transportó al Rey de España y al Presidente de Chile, don Ricardo Lagos, desde la ciudad austral de Punta Arenas hasta la isla Rey Jorge con el nada despreciable retraso de once horas. Pero la espera mereció la pena. Ricardo Lagos había preparado un plan alternativo por si se hacía necesario retrasar el vuelo: navegar por el estrecho descubierto, en 1520, por Magallanes, y avistar, desde un helicóptero, la reserva que acoge a más de 100.000 pingüinos en la isla Magdalena.
Científicos en la Antartida
Una vez que llegó el Soberano a las bases de Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, el Rey se entrevistó con algunos de los ochenta expertos españoles dedicados en tareas de investigación científica. De esta manera, don Juan Carlos ha cumplido un sueño muchas veces expresado: conocer personalmente, en las islas Livingston y Decepción, los lugares en los que científicos y militares españoles desempeñan su trabajo cada verano austral.
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