Exclusiva: Entramos por primera vez en la paradisíaca casa de Julio Iglesias y Miranda en Punta Cana
ESPECIAL CASAS
A VISTA DE PAJARO
A vista de pájaro, la casa es un racimo de tejados balineses en un jardín de almácigos y flamboyanes, almendros, palmeras y caobas. Cabe resaltar, por otro lado, que toda la parte de coralina que la casa tiene fue hecha por dominicanos, toda la parte correspondiente a puertas y maderas fue realizada por españoles y todos los techos y estructuras fueron construidos por balineses. Digamos, asimismo, que a la entrada se produce la gran sorpresa porque nadie puede imaginarse, instantes antes, lo que va a ver. Y es que las «cabañas», con techos, como hemos dicho, típicamente balineses y hechos, centímetro cuadrado a centímetro cuadrado, por especialistas llegados expresamente de Bali, van apareciendo y sorprendiendo en cada recodo de un camino rodeado de bellísimos almendros y lamboyanes, un camino hecho de coralinas que va rodeando los bungalows, y por el que, finalmente, se llega a una playa de ensueño.
SENSACIÓN DE GRAN CALIDEZ
Destaquemos, por otra parte, que para descubrir la belleza de cada recodo y para llegar a esta playa de ensueño, hay que pasar antes por un «hall» en el que, si uno no hubiera aterrizado en la República Dominicana, pensaría, sin duda, que está en Bali. Y es que, en realidad, podríamos decir que, en su mayor porcentaje, la casa es una casa esencialmente balinesa, ya que casi todos sus muebles lo son. Hablando de un modo más estricto, se puede afirmar que la casa es balinesa con un componente colonial. Refiriéndonos, ya más en concreto, al salón, auténtica joya de esta corona de edificios, digamos que está sustentado por cuatro gigantescas columnas de pino de Oregón, con altísimos techos e inmensas puertas de caoba, y que, sin embargo, y aunque parezca increíble, proporciona una sensación de gran calidez y sencillez.
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A VISTA DE PAJARO
A vista de pájaro, la casa es un racimo de tejados balineses en un jardín de almácigos y flamboyanes, almendros, palmeras y caobas. Cabe resaltar, por otro lado, que toda la parte de coralina que la casa tiene fue hecha por dominicanos, toda la parte correspondiente a puertas y maderas fue realizada por españoles y todos los techos y estructuras fueron construidos por balineses. Digamos, asimismo, que a la entrada se produce la gran sorpresa porque nadie puede imaginarse, instantes antes, lo que va a ver. Y es que las «cabañas», con techos, como hemos dicho, típicamente balineses y hechos, centímetro cuadrado a centímetro cuadrado, por especialistas llegados expresamente de Bali, van apareciendo y sorprendiendo en cada recodo de un camino rodeado de bellísimos almendros y lamboyanes, un camino hecho de coralinas que va rodeando los bungalows, y por el que, finalmente, se llega a una playa de ensueño.
SENSACIÓN DE GRAN CALIDEZ
Destaquemos, por otra parte, que para descubrir la belleza de cada recodo y para llegar a esta playa de ensueño, hay que pasar antes por un «hall» en el que, si uno no hubiera aterrizado en la República Dominicana, pensaría, sin duda, que está en Bali. Y es que, en realidad, podríamos decir que, en su mayor porcentaje, la casa es una casa esencialmente balinesa, ya que casi todos sus muebles lo son. Hablando de un modo más estricto, se puede afirmar que la casa es balinesa con un componente colonial. Refiriéndonos, ya más en concreto, al salón, auténtica joya de esta corona de edificios, digamos que está sustentado por cuatro gigantescas columnas de pino de Oregón, con altísimos techos e inmensas puertas de caoba, y que, sin embargo, y aunque parezca increíble, proporciona una sensación de gran calidez y sencillez.