Los duques de Montoro: la reconciliación no ha sido posible
Queremos manifestar que es nuestro deseo evitar especulaciones y solicitar a todos los medios informativos el mayor respeto posible, como el obtenido hasta ahora, a nuestra privacidad en estos momentos difíciles. Nunca hemos comercializado con nuestra vida privada, por lo que queremos expresar nuestro agradecimiento de antemano». Con estas palabras, Eugenia daba a conocer públicamente, como decíamos, el fin de su matrimonio. Pero la forma de hacerlo no dejó, ciertamente, de producir extrañeza. Lo habitual en estos casos es que el comunicado se haga por escrito, no por teléfono, y que, tras firmarlo los dos protagonistas, el texto sea distribuido a los medios de comunicación.
Por otra parte, también mereció comentarios el hecho de que fuera ella quien lo ha anunciado, lo que hace pensar que la decisión la tomó Eugenia. La hija de la duquesa de Alba y Francisco contrajeron matrimonio en la catedral de Sevilla el 23 de octubre de 1998. Ella tenía veintinueve años y él veinticuatro. Un año después de la boda, el 16 de octubre de 1999, nació, también en Sevilla, la única hija de la pareja, Cayetana.
Nadie es imprescindible
Dos meses después de anunciar su separación, Eugenia puso de manifiesto que, a pesar de que su relación con Francisco era buena, de momento no existía una reconciliación entre ambos. En aquellas declaraciones reconocía que todavía no había iniciado los trámites de separación: «No tengo prisa. Las cosas están así, dejemos que sigan su curso». Eugenia descartaba entonces la idea de salir con alguien y dijo que se había dado cuenta de que «nadie es imprescindible» y que ella no es una mujer que necesite un hombre para seguir adelante. Sobre quién tuvo la culpa de su ruptura confesó que «la tienen dos personas. Un matrimonio es cosa de dos». Eugenia quiso explicar que la mejor forma de superar una separación era su hija: «Mi centro de atención es Cayetana; con ella es imposible sentirse sola en casa».
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Por otra parte, también mereció comentarios el hecho de que fuera ella quien lo ha anunciado, lo que hace pensar que la decisión la tomó Eugenia. La hija de la duquesa de Alba y Francisco contrajeron matrimonio en la catedral de Sevilla el 23 de octubre de 1998. Ella tenía veintinueve años y él veinticuatro. Un año después de la boda, el 16 de octubre de 1999, nació, también en Sevilla, la única hija de la pareja, Cayetana.
Nadie es imprescindible
Dos meses después de anunciar su separación, Eugenia puso de manifiesto que, a pesar de que su relación con Francisco era buena, de momento no existía una reconciliación entre ambos. En aquellas declaraciones reconocía que todavía no había iniciado los trámites de separación: «No tengo prisa. Las cosas están así, dejemos que sigan su curso». Eugenia descartaba entonces la idea de salir con alguien y dijo que se había dado cuenta de que «nadie es imprescindible» y que ella no es una mujer que necesite un hombre para seguir adelante. Sobre quién tuvo la culpa de su ruptura confesó que «la tienen dos personas. Un matrimonio es cosa de dos». Eugenia quiso explicar que la mejor forma de superar una separación era su hija: «Mi centro de atención es Cayetana; con ella es imposible sentirse sola en casa».