Isabel Pantoja ha escrito un libro con sus recetas de cocina preferidas
«Siguiendo con mis preferencias y mis fobias culinarias continúa la cantante en su libro, lo mismo que me gusta el puchero, no me gustan nada los guisantes. En cuanto a la comida exótica, la respeto, pero ya no como cosas raras. Prefiero el pescado a la carne. Me encanta el pique sobre todo, el chile a la peña y el chile seco y las especias: comino, romero, pimienta, canela... Como muchas ensaladas y verduras y, por supuesto, no renuncio al pan. Me gustaría comer más fruta, porque no soy frutera, y sé que no está bien».
«Me gusta ir al mercado y reconozco que sé comprar muy bien. Voy con mi lista y compro lo que llevo ya pensado enlos sitios que ya conozco y que me ofrecen confianza. Me gustan las cosas frescas. Normalmente no uso los congelados».
'Uno de mis primeros platos, pollo a la Pantoja'
«Aunque siempre he visto cocinar a mi madre, yo empecé a hacer mis pinitos a los dieciséis o diecisiete años. No sé si la memoria me engaña, pero creo que uno de los primeros platos que cociné fue el pollo a la Pantoja, que entonces, naturalmente, no se llamaba así ni tenía ningún nombre. Modestia aparte, creo que tengo buena mano. Me sale bien casi todo lo que hago, menos los postres y los dulces».
«Me gusta experimentar, probar recetas nuevas. Generalmente cocino a ojo. No soy de las que lo pesan y lo miden todo. Yo voy echando según entiendo y según el número de comensales. No me asusta cocinar para muchos invitados.» «A veces se crean momentos de magia alrededor de la comida que surgen sin saber muy bien por qué. Yo recordaré siempre una mañana en "Cantora" en la que Paco había celebrado una cacería. Había como cuarenta o cincuenta invitados y a mi madre se le ocurrió hacer picatostes con café con leche. Nada más sencillo, pero aquellos picatostes sabían a gloria. No creo que ninguno de los que estaban allí haya olvidado aquella mañana».
'Cocinar es como una terapia'
«Y ya que hablamos de "Cantora" y de Paco, alguna vez me han preguntado si a Paco le gustaba que le cocinara, y la verdad es que le encantaba. También a mí me encantaba cocinar para él. Me imagino que como a cualquier mujer enamorada que disfruta cocinando y que quiera darle todo y lo mejor de ella misma al hombre de su vida». «Me gusta cocinar. Para mí es incluso como una terapia. Cuando me siento mal, cuando estoy cansada o triste por algún motivo, me refugio en la cocina, y mientras pruebo con alguna receta nueva o me esmero en mis recetas de siempre, acabo olvidando los problemas».
Concluye Isabel en la primera parte de la obra: «Ojalá las personas que lean este libro y quieran experimentar con mis recetas encuentren un poco de placer y de alegría».
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'Uno de mis primeros platos, pollo a la Pantoja'
«Aunque siempre he visto cocinar a mi madre, yo empecé a hacer mis pinitos a los dieciséis o diecisiete años. No sé si la memoria me engaña, pero creo que uno de los primeros platos que cociné fue el pollo a la Pantoja, que entonces, naturalmente, no se llamaba así ni tenía ningún nombre. Modestia aparte, creo que tengo buena mano. Me sale bien casi todo lo que hago, menos los postres y los dulces».
«Me gusta experimentar, probar recetas nuevas. Generalmente cocino a ojo. No soy de las que lo pesan y lo miden todo. Yo voy echando según entiendo y según el número de comensales. No me asusta cocinar para muchos invitados.» «A veces se crean momentos de magia alrededor de la comida que surgen sin saber muy bien por qué. Yo recordaré siempre una mañana en "Cantora" en la que Paco había celebrado una cacería. Había como cuarenta o cincuenta invitados y a mi madre se le ocurrió hacer picatostes con café con leche. Nada más sencillo, pero aquellos picatostes sabían a gloria. No creo que ninguno de los que estaban allí haya olvidado aquella mañana».
'Cocinar es como una terapia'
«Y ya que hablamos de "Cantora" y de Paco, alguna vez me han preguntado si a Paco le gustaba que le cocinara, y la verdad es que le encantaba. También a mí me encantaba cocinar para él. Me imagino que como a cualquier mujer enamorada que disfruta cocinando y que quiera darle todo y lo mejor de ella misma al hombre de su vida». «Me gusta cocinar. Para mí es incluso como una terapia. Cuando me siento mal, cuando estoy cansada o triste por algún motivo, me refugio en la cocina, y mientras pruebo con alguna receta nueva o me esmero en mis recetas de siempre, acabo olvidando los problemas».
Concluye Isabel en la primera parte de la obra: «Ojalá las personas que lean este libro y quieran experimentar con mis recetas encuentren un poco de placer y de alegría».