Gran fiesta de bienvenida a Álvaro de Marichalar en Miami
Con la bandera navarra en una mano y la española en la otra, Álvaro de Marichalar llegó por fín a tierra norteamericana en Miami Beach, meta final de su Expedición Atlántica, habiendo batido un nuevo récord de navegación para España (séptimo que consigue).
Un verdadero enjambre de cámaras, flashes y curiosos se agolpaba en el puerto a eso de las 11:30 de la mañana del pasado sábado para recibir a este nuevo Colón, que llegó a tierra bronceado y más delgado, con un traje de navegación negro y rojo y una gorra de Navarra como visera.
Esa misma noche, su amigo italo-argentino Riccardo Olivieri le organizó una divertida fiesta de bienvenida en The Bentley Beach Luxury Suites, el hotel que posee al principio de la famosa avenida Ocean Drive de South Beach, en Miami Beach, y en el que se hospedaron Álvaro, su madre, su hermano y su tripulación.
Rodeado de grandes amigos
Además de la prensa local y los cónsules de España, Inglaterra, Italia, Francia y República Dominicana, habían sido invitados un grupo de amigos de Alvaro (que estudió allí, en la Universidad de Miami, hace 20 años y se aficionó al deporte de la moto naútica en esas aguas) y algunas modelos de televisión.
Alvaro estaba descalzo y con los pies vendados. Las largas horas de navegación (14 horas diarias de pie) le habían levantado unas ampollas salvajes y no soportaba ningún tipo de zapatos.
Rodeado de su madre y sus amigos, el viajero se dedicó a narrar sus aventuras marineras: la sorprendente bienvenida que le dieron las Siervas de María -las monjas del castillo de San Felipe- en San Juan de Puerto Rico, que fue para él el momento más emocionante del viaje; la llegada a Antigüa el mismo día que Colón inició su última travesía hace 500 años; y otros momentos de plenitud que ha vivido en contacto directo con el mar durante los 120 días que ha durado su soñada travesía.
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Esa misma noche, su amigo italo-argentino Riccardo Olivieri le organizó una divertida fiesta de bienvenida en The Bentley Beach Luxury Suites, el hotel que posee al principio de la famosa avenida Ocean Drive de South Beach, en Miami Beach, y en el que se hospedaron Álvaro, su madre, su hermano y su tripulación.
Rodeado de grandes amigos
Además de la prensa local y los cónsules de España, Inglaterra, Italia, Francia y República Dominicana, habían sido invitados un grupo de amigos de Alvaro (que estudió allí, en la Universidad de Miami, hace 20 años y se aficionó al deporte de la moto naútica en esas aguas) y algunas modelos de televisión.
Alvaro estaba descalzo y con los pies vendados. Las largas horas de navegación (14 horas diarias de pie) le habían levantado unas ampollas salvajes y no soportaba ningún tipo de zapatos.
Rodeado de su madre y sus amigos, el viajero se dedicó a narrar sus aventuras marineras: la sorprendente bienvenida que le dieron las Siervas de María -las monjas del castillo de San Felipe- en San Juan de Puerto Rico, que fue para él el momento más emocionante del viaje; la llegada a Antigüa el mismo día que Colón inició su última travesía hace 500 años; y otros momentos de plenitud que ha vivido en contacto directo con el mar durante los 120 días que ha durado su soñada travesía.