Polémica por unos maniquíes con cámaras que observan el comportamiento de los clientes
El sistema, activo en aeropuertos para identificar a delincuentes, desata tantas críticas como alabanzas por su aplicación en las tiendas
J. L. MICÓ
Una controvertida noticia ha conseguido suscitar el interés de profesionales y expertos de áreas tan diferentes como la moda, el márqueting, la tecnología, el derecho e incluso la ética. Se trata de una innovación que ha desencadenado un aluvión de comentarios, tanto a favor como en contra, recogidos en foros especializados, sobre todo en internet. El detonante de la polémica son unos maniquíes equipados con cámaras que en diversas tiendas europeas y americanas captan las características y el comportamiento de los clientes que se sitúan ante ellos.
En realidad, la idea, materializada por la compañía italiana Almax mediante un sistema denominado EyeSee, no es nueva. Antes se empleó en instalaciones como los aeropuertos para identificar a delincuentes. Y es que, según denuncian sus detractores, el programa informático asociado a estas figuras reconoce los rasgos físicos de los individuos, calcula su sexo, raza y edad, etc., acciones que, en su opinión, suponen una intromisión intolerable. Sin embargo, hay minoristas que recuerdan que hace años que se estudia la actitud de los compradores a través de cámaras de seguridad convencionales.
De momento, el fabricante de estos muñecos, inquietantes espías para unos, prometedores instrumentos comerciales para otros, se niegan a confirmar qué marcas se están abasteciendo de sus productos. Lo que sí se sabe es el nombre de empresas que explícitamente han negado que estén llevando a cabo estas prácticas, como el grupo Burberry o la cadena estadounidense Nordstrom Inc. Mientras tanto, los técnicos de Almax trabajan para que los maniquíes, que cuestan unos 4.000 euros la unidad, también puedan escuchar lo que dicen los sujetos que los observan.
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De momento, el fabricante de estos muñecos, inquietantes espías para unos, prometedores instrumentos comerciales para otros, se niegan a confirmar qué marcas se están abasteciendo de sus productos. Lo que sí se sabe es el nombre de empresas que explícitamente han negado que estén llevando a cabo estas prácticas, como el grupo Burberry o la cadena estadounidense Nordstrom Inc. Mientras tanto, los técnicos de Almax trabajan para que los maniquíes, que cuestan unos 4.000 euros la unidad, también puedan escuchar lo que dicen los sujetos que los observan.
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