© GettyImages Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez.

Psicología

El duelo perinatal que han atravesado Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez, ¿se puede superar?

La respuesta es que no, pero no verbalizarlo o no encontrar el apoyo social necesario, como asegura el futbolista, puede conllevar graves consecuencias

No siempre nos permitimos mostrar nuestro dolor ante una muerte, sobre todo, cuando nuestro vínculo con la persona fallecida no estaba reconocido socialmente, como el que se mantiene, por ejemplo, con un bebé que aún no ha nacido . Un dolor que, si no se muestra, “puede pasar factura más adelante en forma de ansiedad, depresión o trastornos de conducta”, nos explica Montserrat Lacalle, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Un duelo que, nos dice, “ocurre cuando la propia persona cree que su dolor no es pertinente, en un intento de racionalizarlo, o bien cuando su entorno no entiende ese sufrimiento porque, socialmente, no es lo que corresponde”.

Para Enric Soler, tutor del grado de Psicología de la UOC y experto en duelo de alta complejidad, “el duelo prohibido es el proceso emocional de adaptación a una pérdida no reconocida socialmente y, aunque existen muchos tipo, el duelo perinatal es uno de ellos porque, aunque está socialmente legitimado, en muchos casos, los progenitores lo viven como un duelo prohibido por el hecho de no haber existido alguien visible a la sociedad que muere prematuramente”. Un duelo que, con total sinceridad, han manifestado desde el principio Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez y que está siendo el centro de multitud de declaraciones en las últimas semanas.

En una reciente entrevista que el futbolista ha concedido al periodista y presentador británico Piers Morgan , tras las polémicas declaraciones realizadas contra el Manchester United (su club actual) en estos días, afirmaba estar “muy agradecido por la carta de pésame que la Familia Real británica le mandó cuando murió su hijo Ángel, uno de los mellizos que esperaba junto a su pareja”. Cristiano asegura que la pérdida de su hijo, del que guarda sus cenizas, le unió aún más a su familia: “Me volví más paternal, más cercano a mis hijos”, revelando que no sabía si sonreír o llorar por el nacimiento de Bella Esmeralda. “En mi caso, ahora soy más cariñoso con ella (Georgina Rodríguez) y con mis hijos, empecé a ver la vida de otra forma”. Pero, ¿es posible superar un duelo perinatal? ¿Qué ocurre si, al contrario que la mediática pareja, no lo verbalizamos y no dejamos que nos llegue ese apoyo?

Situaciones que conllevan un duelo perinatal

El duelo perinatal, nos explica Sabina del Río Ripoll, psicóloga perinatal y directora de Calma - Centro de Psicología y Especialistas en Maternidad, además de colaboradora de Funespaña, “es aquel que atraviesan las familias que pierden un hijo durante la gestación o, incluso, al poco de haber nacido”. Es una situación, nos explica, “que uno jamás contempla que le va a tocar pasar y, cuando tiene que afrontarlo, no sabe qué hacer” y que puede darse:

  • Por el fallecimiento de un hijo en cualquier momento de la gestación.
  • Por la pérdida de uno de los bebés en caso de embarazo gemelar.
  • Por una interrupción voluntaria del embarazo por malformaciones o síndromes en el feto, un caso que no se nos puede olvidar.
  • Por la reducción selectiva de embriones en un embarazo múltiple por riesgo de la madre o de los futuros bebés.
  • Por la muerte del bebé en el parto.
  • Por la muerte tras el nacimiento súbitamente o por desenlace de enfermedad previa.

En el caso de Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez, este aparece en el momento del propio nacimiento y abarca también el segundo caso señalado. Las consecuencias, dependiendo de la circunstancia, “no deja de ser una experiencia única que se pasará de una forma u otra dependiendo de la situación personal de cada familia, de las circunstancias externas, del fallecimiento y de si se han pasado previamente otras pérdidas perinatales”.

Sí, como en el caso del futbolista, tenemos un embarazo gemelar, estamos hablando ya de un “embarazo de riesgo”, nos explica la Dra. María Fernanda Paz, especialista en Ginecología y miembro de Top Doctors, no es que sea más frecuente (la tasa se sitúa entre 1%-7% de los embarazos gemelares), pero hay que llevar un control adecuado, ya que, en este caso, las causas son más amplias:

  • Fetales, por una anomalía genética o un problema a nivel cromosómico.
  • Estructurales, como el defecto en algún órgano, una cardiopatía o un trastorno a nivel del sistema nervioso.
  • Infecciosas.
  • Causas ovulares, puesto que, en este caso, depende del tipo de inserción del cordón umbilical, de si existe un síndrome de transfusión feto-fetal (una enfermedad única de los embarazos gemelares), restricción de crecimiento de uno de los fetos o un desprendimiento prematuro de placenta.
  • Maternas, principalmente, alteraciones a nivel placentario (preeclampsia o hipertensión) o a nivel hematológico (una hemofilia) o por una reducción fetal selectiva (se decide interrumpir la vida de uno de los fetos).

Su manejo, por tanto, “va a depender de lo que llamamos corionicidad, es decir, de si comparten o no placenta ambos fetos”. Esto es lo que va a determinar qué tipo de controles se realizan, en función del mayor o menor riesgo de que aparezcan estas causas y, a partir de aquí, “se determinará el tipo de seguimiento”. Un seguimiento que puede ser mensual (en el caso de no compartir placenta, embarazo dicorial) o quincenal (si comparten placenta, monocorial). “No hay otro modo de prever la posible pérdida gestacional”, nos explica la experta. Y es que, nos advierte la especialista, “el riesgo de que fallezca uno de los fetos conlleva un riesgo añadido para el otro feto, con posibilidad de pérdida fetal completa o que se vea comprometido alguno de sus órganos”. Para ello, “la detección temprana es fundamental”.

Características propias de un duelo perinatal

A pesar de tener cosas en común con otros duelos, como los duelos prohibidos que hemos citado al inicio, es importante entender qué le hace diferente. Para ello, nos explica la psicóloga:

  • La juventud de los progenitores, para los que puede suponer un primer contacto con la muerte, que conlleva una falta de experiencia emocional en el afrontamiento del duelo.
  • La madre puede llegar a sentir que está perdiendo una parte de sí misma. Para ella, ha existido ya una relación madre-hijo, ya que se convierte en madre mucho antes del parto.
  • Contraposición entre el apoyo y la validación social durante el embarazo, muy en relación con el vacío social que deja esta muerte, pues no se les considera padres ni al bebé persona, precisamente lo que nos han explicado los expertos de la UOC.
  • Por lo anterior, se convierte en un duelo desautorizado y silenciado, con una pérdida no reconocida ni apoya.

Todo esto, hace que este duelo “no se acepte socialmente, aunque cada vez son más las voces de personas que confirman haber pasado por esta situación, dando lugar a una dificultad notoria de ser expresado en público”. Algo que, como veremos al final, puede tener graves consecuencias.

¿Cuánto tiempo tardaré en superar este duelo?

La duración para superar un duelo no tiene un tiempo ni estimado ni concreto. Esta es una cuestión “que va a depender de muchos factores, tanto internos como externos, sin un modo universal o único de abordarlo”. Por ello, nos recalca la experta, “es importante que nos permitamos el tiempo que necesitamos para poder transitarlo a nuestro ritmo”. Cualquier otro duelo, sin embargo, “puede durar unos seis meses, un año…pero la pérdida de un hijo probablemente nos lleve mucho más tiempo”.

Y, al igual que no hay tiempos concretos, tampoco hay fórmula mágica. “Estamos habituados a hablar de las fases en la resolución de los duelos, que van desde el shock inicial a la recuperación final, pasando por la negación, la ira y la tristeza”, nos explica la psicóloga. Pero cada duelo, repite, “es único”.

En todo caso, es importante tener en cuenta que “no es un proceso lineal, sino dinámico, es un proceso de transformación y evolución donde unas fases y otras oscilan y se entremezclan”. Por tanto, se va de una a otra a lo largo del tiempo que dure el duelo. Si se trabaja ese duelo e, insiste, sería recomendable, “habría un enfoque más activo con un trabajo importante por delante a realizar”. Las tareas para ello serían:

  1. Aceptar la realidad de la pérdida.
  2. Trabajar las emociones y el dolor.
  3. Adaptarse al medio sin el bebé esperado.
  4. Continuar con la vida.

El objetivo, nos puntualiza, “no es olvidarse del bebé, eso no se puede, sino poder seguir viviendo sin el dolor angustiante de su recuerdo, un dolor punzante e insoportable que aparece al principio y que va transformándose en un dolor sordo y calmado que nos acompañará para siempre”. Ante la pregunta de si se superará en algún momento, la respuesta es “no, se lleva”.

Consecuencias de un duelo perinatal no manifestado

Un duelo perinatal que no aceptamos y no vivimos como se debe, nos explica Eric Soler, “nos pasará factura, porque los duelos no son opcionales; no se pueden postergar, diferir, congelar, aplazar, negar o vivir a medias”. Los duelos no son evitables, por tanto, y lo saludable, dice Montserrat Lacalle, “es conectar con la pérdida, lo que conlleva una serie de emociones que van cambiando, ya que el duelo es un proceso en el que se pasa por distintos momentos y hay que transitar por él”.

Cuando una persona no lo hace y se niega a sentir, es posible que pueda tener la falsa sensación de que está bien y, cuando el futuro le ofrezca otra pérdida o cualquier otro tipo de acontecimiento emocionalmente traumático, “se activará todo eso que no está resuelto”, nos explican los expertos. Por su parte, Eric Soler recuerda que “la pérdida de alguien es un reto o lucha interna en la que la persona negocia con su situación emocional y, si no existe este reto, no es posible consensuar con uno mismo cómo va a quedar ese vínculo afectivo perdido, convirtiéndose en una tarea pendiente de resolver”.

Por ello, incluso ante aquellas situaciones en las que creemos que no nos corresponde mostrar nuestro dolor, como ocurre muchas veces en un duelo perinatal, “debemos permitirnos llorar, estar tristes y manifestar los sentimientos que tengamos sin cuestionar las propias emociones”, nos comentan los expertos.

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