Wicky regresa de nuevo armado con sus productos químicos, cepillos para fregar y trapos de limpieza, para eliminar los restos más espantosos en insólitos escenarios como un teatro, una tienda de electrodomésticos o una casa señorial. Su trabajo le pone en contacto cada día con personajes inusuales, desde los que conocían a las víctimas, hasta los que creían conocerlas y, a veces, incluso con los mismos asesinos. Su personalidad charlatana, inocente y extrovertida le lleva a pasar más horas cotilleando que limpiando, llegando a conocer las historias más inverosímiles, pero también las más humanas