No se puede encontrar a un hombre más feliz que James Middleton, mientras muestra al equipo de "Hello!", acompañado por sus seis perros, los terrenos de su casa en plena campiña de Berkshire. "Es un lugar muy especial y nos sentimos muy afortunados", dice al llegar, mirando con orgullo las doce hectáreas de colinas onduladas y bosques llenos de cantos de pájaros, el precioso hogar donde vive con su esposa, Alizée, y su hijo Iñigo, de 18 meses.
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James, que este mes cumple 38 años, ha vivido en Reading la mayor parte de su vida, al igual que su familia. Sus padres, Carole y Michael Middleton, viven "a cinco minutos en coche", en el pueblo de Bucklebury: "Lo cual es estupendo, porque los vemos mucho". Sus dos hermanas mayores, Kate y Pippa, a quienes describe como "figuras maternales", también viven cerca.
"Somos una familia muy unida, y tenemos la suerte de vernos a menudo. Mis padres tienen un papel importante a la hora de reunirnos a todos", añade. En 2017, James sufrió una depresión clínica que le llevó a tener pensamientos suicidas. Junto con el apoyo de su familia, atribuye a su perra "Ella" el haberle salvado la vida. "Ella me daba amor incondicional, independientemente del estado de ánimo con el que llegara a casa".
Sus cuatro cocker spaniels, con edades entre catorce y cuatro años, son todos descendientes de Ella, que falleció en 2023. También tiene dos golden retrievers. "Durante el primer año de su vida, Iñigo pensaba que era un perro", añade. "Gateaba a cuatro patas, lo cual era muy divertido de ver. Su primera palabra fue 'guau'", bromea. Por suerte, Alizée, analista financiera francesa a quien James conoció en 2018, también adora los perros.
Naturaleza cuidadora
Ser dueño de perros ayudó a James a desarrollar sus habilidades de cuidado cuando nació Iñigo. "No me incomoda cambiar pañales, he recogido suficiente caca a lo largo de los años", dice. Ha aprendido a mantener la calma de sus compañeros caninos. "Viven el presente, no piensan en el mañana". A diferencia de Iñigo, que está creciendo rodeado de animales, James tenía trece años cuando su familia tuvo su primer perro: una golden retriever llamada Tilly.
"Tener de repente un perro en la familia fue increíble. Me costaba el colegio. Había un nivel muy alto de competencia y, al ser disléxico y estar diagnosticado con TDA (trastorno por déficit de atención), no alcanzaba los resultados esperados. Volvía a casa sintiéndome incomprendido, salvo por Tilly. Le contaba todos mis secretos —las chicas que me gustaban, los problemas que tenía— y ella era muy honorable, guardándoselos todos para sí".
¿Le mimaban en casa por ser el pequeño y además varón? "No diría que me mimaban. Y siempre digo en broma que tuve tres madres en mi infancia. Mi madre y mis hermanas fueron figuras maternales para mí". James ha regalado perros, tanto a Kate como a Pippa, de camadas criadas a partir de Ella: Kate tuvo primero a Lupo, que tristemente falleció a los nueve años, y más recientemente a Orla; mientras que Pippa y su marido, James Matthews, tienen a Rafa. ¿Era un requisito que al príncipe Guillermo le gustaran los perros para entrar en la familia Middleton? James sonríe. "Siempre ha amado a los perros. Conoce su poder".
"Somos una familia muy unida y tenemos la suerte de vernos a menudo. Mis padres tienen un papel importante a la hora de reunirnos a todos"
En sus memorias publicadas el año pasado, Meet Ella: The Dog Who Saved My Life (Conoce a Ella: la perra que salvó mi vida), James escribe de forma emotiva sobre cómo confió en sus hermanas para ayudar a sus padres a entender su depresión. "Cuando quieres tanto a alguien y lo ves pasarlo mal, puede ser difícil comunicarte con esa persona. A mí me costaba hablar con mi familia en aquel momento", dice, con la voz suavizada. "Ellas fueron pacientes y estuvieron dispuestas a ayudarme a salir adelante. Además, cuando hablé por primera vez públicamente sobre mi salud mental, fue justo cuando Kate y Guilermo lanzaron su campaña Heads Together".
Cuidando su salud
La salud mental, dice, se ha convertido en parte de nuestras conversaciones cotidianas, "en lugar de ser algo que escondemos. Yo tenía mi propio estigma con respecto a la depresión. Pensaba: “Tengo tantos privilegios. ¿Qué motivo tengo para estar deprimido?”. Pero es como tener un cáncer en la mente, se apodera de ti". A su lado, durante todo ese periodo tumultuoso, estuvo Ella, que "rompía los momentos de desesperación" llevándole una de sus botas, mientras él daba vueltas por su piso, sin poder dormir.
"Tener un perro en la familia fue increíble. Me costaba el colegio. Había un nivel muy alto de competencia y, al ser disléxico y estar diagnosticado con TDA (trastorno por déficit de atención), no alcanzaba los resultados esperados"
Fundó su exitosa empresa de comida para perros, James & Ella. Defensor entusiasta del poder transformador de los perros, el año pasado se convirtió en embajador de Dogs Trust. "Los perros rescatados te necesitan", afirma. "Los perros rescatados a menudo están [en centros de adopción] sin haber hecho nada malo. Muchas veces creemos que somos nosotros los que los salvamos. Pero probablemente acabarás descubriendo que son ellos los que te salvan a ti".