Tendencias 'gastro': algas comestibles, salud y sorprendente sabor en el plato

Unas saben a ostras, otras a percebes, otras a huevas de erizo… Pero es que, además de este potente ‘reclamo’ para el paladar, las algas son unas magníficas aliadas de la salud… ¡y de la figura!

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Aunque su uso en Occidente no está tan extendido como en las gastronomías orientales, lo cierto es que cada vez es más frecuente encontrarnos en la mesa con recetas que incluyen entre sus ingredientes alguna de las muchas variedades de algas comestibles.

El ‘boom’ que ha vivido en los últimos años la saludable cocina asiática, sumado al interés que por estos productos han venido mostrando los grandes chefs a nivel internacional, ha tenido mucho que ver en esta ‘tendencia marina’. Sin duda, una magnífica noticia no sólo para el paladar sino, muy especialmente, para la salud.

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Y es que las algas cuentan con numerosas propiedades beneficiosas a nivel nutritivo: son ricas en proteínas, vitaminas, minerales, ácidos grasos insaturados y, además, cuentan un aporte calórico muy reducido por lo que resultan especialmente interesantes para su inclusión en las dietas de pérdida de peso.

Si intentamos pensar en algunos de sus nombres es fácil que, a poco iniciados que estemos en la cocina oriental, nos vengan a la cabeza palabras como nori (presente en el imaginario colectivo como el alga con la que se envuelve el rico sushi), wakame, kombu, arame… todas ellas utilizadas frecuentemente para ensalzar el sabor de guisos, sopas, etc.

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Pero, aunque estas son algunas de las más conocidas, el abanico de algas comestibles es verdaderamente amplio, y a pesar de lo que pueda parecer, para encontrar muchas de ellas no hace falta viajar hasta lejanos mares y océanos.

Buena muestra de ello nos la ofrecen, por ejemplo, las impulsoras de la empresa ‘Suralgae’ (suralgae.com), Mónica Medina, Raquel Velázquez y Consuelo Guerra, tres andaluzas que, tras cursar sus estudios de Ciencias del Mar y Ambientales, decidieron montar una empresa para la recolección artesanal de algas en las marismas de la Bahía de Cádiz.

Tanto en verano como en invierno, estas apasionadas del mundo marino, se meten en los esteros (así es como se denominan las marismas transformadas para el cultivo de peces) y recogen las algas con sus propias manos de unas aguas que reúnen los parámetros idóneos para su desarrollo y crecimiento.

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Especies que después distribuyen ya sea en estado fresco, en salazón o deshidratadas (entre sus clientes se encuentran tiendas gourmet y restaurantes de gran prestigio ubicados en distintos puntos de España). Estos son algunos de esos tesoros ‘salados’ salidos del litoral gaditano:

-Lechuga de mar: es la más solicitada por su textura crujiente y su rico sabor que recuerda a la acedera, la rúcula y la espinaca. Es rica en calcio, hierro, vitamina C, ácidos grasos insaturados y aminoácidos esenciales. Es muy versátil a la hora de cocinarla (puede usarse en crudo en ensaladas, como guarnición de pescados y mariscos, incluso con carnes suaves).

-Ogonori rojo: tiene un sabor similar a huevas de erizo. Gran fuente de fibra y minerales, es ideal para añadir a aliños. También es recomendalbe para preparar fondos para calderetas, sopas, guisos, salsas…

-Aonori verde: Con una forma similar a los tallarines, evoca al sabor dulzón de las ostras y los berberechos. Es rica en yodo, fósforo, potasio, proteínas y vitaminas del grupo B.

-Codium o Ramallo de mar: tiene un sabor parecido al de los percebes y es una magnífica fuente de minerales como el calcio, fósforo, sodio, potasio, magnesio, hierro, yodo…

-Espárragos de mar o salicornia: en realidad no es un alga sino una planta silvestre que crece en las arenas de las marismas. De textura carnosa y tierna en su punta, resulta similar a los espárragos trigueros (incluso, al cocinarlo, aporta un olor similar a estos, pero más salino).

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Si te apetece dar un toque distinto y original a tus platos (además de aportarles una dosis extra de salud) no pierdas de vista este tipo de productos cuyo potencial en cocina es mucho más amplio del que en Occidente podíamos imaginar hace no tanto tiempo. Sin duda, un sabroso mundo en el que merece la pena sumergirse.