La adolescencia es una etapa de retos intensos, no solo para el que la vive sino también para quienes están a su alrededor. Pero a veces el entendimiento no es tan complejo como podría parecer.
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María Angustias Salmerón es pediatra especializada en adolescencia y presidenta de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. Además, es experta en trastornos de la conducta alimentaria y en trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Dirige el Centro Comienzo, de Madrid, donde lleva a cabo su labor asistencial con este colectivo. Hemos charlado con ella.
Todo lo que entraña el mundo digital es una complejidad para la sociedad actual, a lo que se suma que los adolescentes se sienten en un mundo en el que, en general, irritan
La medicina del adolescente es poco conocida en España, porque a partir de los 14 años ya dejan al pediatra para pasar al médico de familia. ¿Crees que es acertado el cambio a esa edad?
El pediatra es el que acompaña y el que conoce al niño desde pequeño y está muy familiarizado con el desarrollo. La etapa adolescente conlleva retos para el propio adolescente y para el entorno, donde el adolescente no acepta a cualquiera. Entonces, contar con una figura de confianza que además lo ha acompañado durante toda su infancia podría ser bueno.
Hay otros países en que la Medicina de la Adolescencia está muy desarrollada, pero no es así en España. Y el adolescente está en terreno de nadie porque además no hay una formación específica en la carrera ni durante la residencia.
Hay consultas monográficas en distintos sitios de España; yo he estado 13 años en el Hospital La Paz y fui una de las fundadoras de la Unidad de Adolescencia, pero lo ideal sería que todos los pediatras también se formaran en adolescencia, para que todos pudieran manejar esta etapa en cada centro de salud. El adolescente, salvo que tenga una patología concreta, no va a ir al médico. Pero el control del adolescente sano ayuda a detectar cosas de forma precoz, a evitar riesgos, a prevenirlos...
Y en esas consultas del adolescente, como las que tú llevas a cabo, ¿a qué se presta atención?
La Medicina de la Adolescencia lo que pretende es ser un poco el internista de esta etapa y manejar las cosas que pueden ocurrir con más frecuencia, intentando no derivarlo, porque cuando al adolescente lo mandas a un montón de médicos, no va a ninguno.
Nuestra formación nos permite que podamos tratar muchas cosas. No somos dermatólogos, pero podemos tratar problemas de la piel como el acné. No somos ginecólogos, pero podemos tratar desde anticoncepción hasta alteraciones menstruales, y no somos psicólogos ni psiquiatras, pero tenemos mucha formación en salud mental.
La idea es hacer una atención integral y que el adolescente no se tenga que ir a mil especialistas. Todo desde un abordaje biopsicosocial con un enfoque muy preventivo en el que se habla de riesgos, sexualidad, drogas, relaciones con iguales, relaciones familiares, relaciones sociales en general, pantallas... Y también hábitos de vida saludables, que a veces les cuesta. Es un tipo de entrevista muy especial, diferente a la de quien no está especializado en adolescentes.
¿Te conviertes en una figura adulta de referencia en la que pueden confiar?
En la consulta yo me dirijo a ellos, les llamo por su nombre y les pregunto qué les ha traído a la consulta. La respuesta más frecuente es: "pregúntale a este o a esta que me ha traído", refiriéndose a los padres. A veces ellos tienen una propia demanda y sus padres una distinta, aunque luego ya cuando 'rascas' te das cuenta de que la preocupación de unos y otros no está tan distanciada.
Tú les das información científica, pero no juzgas. No vas a hablar de si esto está bien o esto está mal, sino de si esto es bueno para ti o no es bueno para ti y por qué. Muchas veces son ellos los que dan las respuestas, que suelen ser bastante honestas. Y en esas entrevistas, que son largas, efectivamente terminan contándote todo lo que les preocupa, todo lo que les pasa.
Por tu experiencia en la consulta, ¿qué es lo que lo que más les inquieta actualmente?
Hay algo que no difiere tanto en los adolescentes de hoy con respecto a los adolescentes de cualquier otra época, y es que se sienten poco escuchados en general. Te cuentan que se sienten como el personaje incómodo: en el colegio, en casa, allá donde vaya. Y si ellos mismos sienten de alguna manera que son incómodos para el resto, es difícil que puedan confiar en ellos mismos.
Muchas veces lo que vienen es desinformados o directamente no informados. Eso es un problema porque ahora quien te puede desinformar es un medio que a priori parece que informa. Y me estoy refiriendo a los buscadores y ahora cada vez más a la inteligencia artificial. Es como si en nuestra época hubiéramos consultado con una enciclopedia con resultados erróneos. Ahora mismo ser crítico es muy complicado incluso para los adultos porque lees algo y dices, "pero ¿esto es verdad o no?, ¿me lo creo o no me lo creo?". Pero ellos no tienen esa capacidad y se terminan creyendo todo. Entonces muchas veces ya no es solo informar, es quitar la mala información y volver a informar, y esto es más complejo.
Todo lo que entraña el mundo digital es una complejidad para la sociedad actual, a lo que se suma que ellos se sienten en un mundo en el que, en general, irritan.
¿Y qué es lo que les preocupa sobre su salud?
Al inicio de la adolescencia les inquietan esos cambios propios de la pubertad. Son cambios muy rápidos, que se dan en muy poco tiempo y muchas veces no le gusta o no les termina de satisfacer cómo se ven o el cómo viven ese proceso de metamorfosis.
Además, estamos en una sociedad de mucha apariencia física y todo lo que tiene que ver con el físico, como los problemas dermatológicos, son una preocupación frecuente.
También la esfera mental. Hay muchos trastornos del sueño por las pantallas y por otros motivos. No podemos separar nuestro cuerpo de nuestra mente ni la parte física de la parte mental. A veces el motivo de la consulta es que los padres piensan que hay un problema de conducta y puede o bien acabar en un problema físico o en un problema mental. Todo está mezclado de alguna forma.
El despertar a la sexualidad y al porno son muy tempranos. ¿Cuál es tu función cuando habláis de ello en consulta?
En el tema de la sexualidad lo que pasa es que hay mucha información que no han recibido previamente. Cuando pensamos en sexualidad nos limitamos a las relaciones sexuales, pero hay que hablar también de cómo te sientes contigo mismo, cómo te sientes con el otro, si te quiere, del consentimiento, de la anticoncepción, de la protección. Es una esfera afectivo-sexual.
Y muchas veces desde el consentimiento, desde lo que tú quieres, de lo que realmente quieres, de lo que a ti te gustaría, de tus expectativas, ellos mismos terminan llegando a la conclusión de que a lo mejor el porno no es la mejor manera de aprender. Son mucho más reflexivos de lo que pensamos y a veces lo que les falta es el camino para ellos mismos poder reflexionar y tener un espacio donde eso se pueda hacer con seguridad.
En el tema del porno hay que explicarles muy bien que es algo irreal, es ficción, es una película. Porque ellos también tienen dificultades, como pasa con la IA, de distinguir cosas que puedan parecer reales aparentemente. Y como nadie les habla de eso, creen que lo que están viendo, como no lo han experimentado ni tienen un referente previo, es algo real.
Con respecto al alcohol, ¿cómo abordas con ellos este tema?
Estamos en una sociedad que es muy permisiva con ese tipo de drogas. El alcohol está muy socializado en nuestra cultura. Pero es verdad que en el alcohol las generaciones que vienen son mucho más críticas. Incluso hay gente que te dice claramente que no bebe nada. También hay mucha gente que bebe sin control y hace botellón, pero sí que creo que empieza a haber una crítica social, sobre todo en determinada edad, respecto a esto.
El alcohol desinhibe y hablo con ellos de que si mezclamos alcohol con sexualidad, el alcohol te puede llevar a hacer cosas que a lo mejor no harías si no estuvieses bajo sus efectos. El mensaje es que no hay una seguridad en el alcohol, la seguridad es no beber. Pero si beben hay que prevenir y trabajar todos los posibles riesgos que pueda haber, abriendo la puerta a que, si beben, puedan preguntarte para eliminar mitos.
En tu carrera profesional, ¿has percibido que los adolescentes actuales tienen más problemas de salud mental que los de otras épocas?
Los problemas son los mismos porque no hay nuevos diagnósticos, pero lo que sí está cambiando es la frecuencia. Y es verdad que entre los adolescentes hay mucho malestar. Se sienten muchas veces muy solos e incomprendidos. Y lo que dicen los estudios es que hay una relación muy directa con las pantallas y con los medios digitales. Se supone que están más en conexión que nunca, pero está claro que algo falla porque se sienten más solos que nunca.
Y es que en las redes sociales no se socializa. En las redes sociales se consume contenido y uno da su opinión respecto al contenido, pero no es que tenga una relación, no es que tenga un contacto humano. Y cada vez están más metidos ahí, incluso cuando quedan entre ellos, y menos en una relación social de calidad, cara a cara mirándonos los dos.
Algunos expertos apuntan a que los adolescentes no toleran los malestares de la vida diaria, ¿cuál puede ser el motivo?
Creo que hay una dificultad por parte de los padres de entender que hay que dejar que el hijo 'se caiga' aunque tú veas que se va a caer. Porque es muy importante enseñar a que se levante. Y eso también tiene que ver mucho con la propia frustración de los padres como tales.
Pero ahora tienen que trabajar ambos padres para salir adelante y cada vez estamos más solos; es muy difícil encontrar tribu de crianza y de acompañamiento, y muchas veces vives alejado de tu propia familia de origen. Por eso no se puede depositar toda la responsabilidad en la familia, porque aquí hay un problema social.
El psicólogo Alejandro Villena dice una frase que a mí me encanta, y es que vivimos en la sociedad del' yo-yo y del ya-ya'. Y eso tiene mucho que ver también con lo digital. Estamos acostumbrados a que todo lo podemos tener de una forma inmediata, que me apetece algo, me lo puedo comprar ahora y me viene dentro de una hora a mi casa...
Habría que trabajar en que necesitamos que nuestro cerebro vuelva a aprender, y el de los niños lo aprenda de inicio, la necesidad de poder retrasar la recompensa y de que todo no es inmediato.
¿Qué señales de alarma, tanto en el plano físico como emocional o mental, podríamos tener los padres en relación a la salud de nuestro hijo adolescente?
Las personas que normalmente conocen mejor al adolescente son sus propios padres, en su comportamiento y también en la parte física. Cualquier cosa que les preocupe porque ha cambiado, por ejemplo, antes aceptaba un límite con las pantallas y ahora no... Pues esos cambios que hagan pensar que puede pasar algo, que consulten.
Incluso en cuestiones físicas, el adolescente puede llevarlo al terreno del comportamiento, porque son muy externalizadores. Por eso, ante cualquier cambio que llame la atención a los padres o al entorno cercano, hay que consultar ante la duda.
