Niños jugando a la ajedrez en clase.©Pexels - Anastasia Shuraeva

Educación

Por qué los juegos de mesa pueden ser también un método educativo en clase

Libros y mucho material escolar, pero quizás los juegos de mesa también deberían entrar en esa lista de básicos para la escuela. Te contamos las razones.

Todos jugamos por diversión, por puro placer, como una forma más de invertir el tiempo que dedicamos al ocio cada semana. Cuando somos adultos, no solemos contar con los juegos como un plan de diario, los relegamos a los fines de semana o a un momento entre amigos. Sin embargo, cuando hay niños pequeños en casa, el juego de mesa suele estar presente casi a diario. Y eso es bueno, porque cuando jugamos también aprendemos y socializamos. Así nos lo confirma María Couso, licenciada en pedagogía y autora de la plataforma Play Learning, creada para divulgar contenido pedagógico. Junto a ella, cada vez son más los profesores y propios pedagogos los que reflexionan sobre cómo un juego de mesa puede ser un apoyo educativo básico con el que reforzar determinados aprendizajes, no solo en casa, sino también, en el aula.

“Las metodologías activas son hoy en día un gran aliado en cualquier proceso de aprendizaje”, nos dice la experta, “el juego de mesa es eso, aprendizaje en cualquiera de sus dimensiones, por lo que podemos implementar con ellos funciones cognitivas y ejecutivas importantes”. De esta forma, se convierten en una herramienta educativa para los profesores que se debería tener en cuenta. Muchos de ellos, nos dice, ya ven su gran potencial como una “herramienta de desarrollo físico y social, además de una forma de integración en el aula”. Con ella hemos querido hablar para que nos explique por qué y cómo podrían ayudarnos. ¿Y si se convierten en un elemento más del material escolar?

Beneficios de los juegos a nivel cognitivo

Los juegos de mesa pueden tener objetivos muy variados, pero la gran mayoría de ellos suelen fomentar o bien la imaginación, o bien la estrategia y la creatividad de los más pequeños. A través de la dinámica de un juego de mesa, nos cuenta la experta, “se puede aprender, por ejemplo, factores como la toma de decisiones cuando hay que elegir entre varias cartas de la mano o varias posibilidades de de movimiento en un tablero, la planificación de tareas a la hora de jugar y otras acciones básicas que se pueden trasladar a la vida diaria”. Es así como mejor se trabaja lo que se conoce como “flexibilidad cognitiva, que consiste, básicamente, en adaptarte a los cambios que se van sucediendo en la partida debido a las jugadas de los demás jugadores y la necesidad de acomodación constante de la estrategia”. Es decir, la resiliencia tan demandada y buscada en la educación de hoy en día.

Otro de los grandes beneficios de un juego de mesa es el trabajo de la memoria, “muy importante en todo proceso de aprendizaje”, nos recuerda la experta. En este caso, la necesitamos para operar en segundos un movimiento, recordar lo sucedido en la partida, retener pequeñas cantidades de datos o implementar acciones en cada una de las partidas.

¿Y qué nos aportan a nivel emocional?

Fuera del ámbito cognitivo, nos cuenta, “jugar ayuda a crear vínculos con el grupo y a respetar las ideas de nuestros compañeros, porque no todos pensamos igual, no todos tenemos la misma perspectiva de ver las cosas e, incluso, concebimos la actividad de una forma diferente”. Es decir, no hay dos jugadores iguales, de la misma manera que no hay dos personas iguales. “La belleza de la diversidad tiene que ser valorada también dentro del sistema educativo como parte de la riqueza con la que contamos a nivel social”, nos dice la pedagoga, por lo que el juego fomenta mucho este aspecto en las aulas. Además, nos enseñan a respetar los turnos de los demás, en el caso de actividades multijugadores, o a tener que buscar la colaboración con ellos, la coordinación y avanzar juntos en el tablero.

Si quieres un juego pedagógico, ten en cuenta estas características

Para poder incluir un juego de mesa en el ámbito académico, hay que tener en cuenta que su objetivo no ha de ser otro que cumplir y satisfacer las aspectos clave del aprendizaje y la formación a través de sus dinámicas. Para ello, nos explica la pedagoga, debemos conocer qué podemos fomentar e inculcar con cada uno de ellos, porque existe una gran variedad: desde los que nos pueden ayudar a mejorar la agudeza visual hasta los que buscan fomentar la imaginación. Por ejemplo, nos explica Rocío Martínez, directora de Marketing de Asmodee, en relación a lo que nos ha explicado María Couso, “los juegos de cartas, por lo general, ofrecen la posibilidad de crear estrategias para convertirse en el ganador de la partida, ejercitando la agilidad mental y aprendiendo los valores del juego”.

Además, aunque cualquier juego se puede adaptar fácilmente al objetivo educativo que tengamos, ten en cuenta estas características que son, en realidad, resumen de lo visto anteriormente:

  1. El juego debe mantener a los niños involucrados y atentos de la acción en el mismo, tiene que ser interesante.
  2. Hay que tener en cuenta su edad. Si elegimos uno demasiado complicado, lo único que encontraremos es frustración, justo lo contrario que buscamos.
  3. Además de buscar un juego que se ajuste a nuestro objetivo, es importante que vayan de acuerdo con los intereses y gustos de los niños.
  4. Intenta siempre elegir un juego que estimule la creatividad y destreza de los más pequeños, además de otros recursos, como puede ser un enfoque matemático o científico, lingüístico, etc.
  5. Elige también, aprovechando que vais a jugar en grupo, juegos que promuevan la interacción social o que desarrollen las destrezas de trabajar en equipo, que tengan que respetar los turnos de sus compañeros o resolver conjuntamente un problema.