Puede ocurrir en un momento cotidiano. Ya sea durante una conversación tranquila, en medio de una discusión o incluso en un instante íntimo. De forma inesperada, sustituimos el nombre de nuestra pareja por el de alguien de un ex romance del pasado. El impacto emocional es inmediato. En quien lo pronuncia surge desconcierto y, en quien lo escucha, una mezcla de sorpresa, inseguridad o incluso dolor. Pero ¿qué hay detrás de este fenómeno? ¿Es realmente una señal de que todavía pensamos en esa expareja o de que no hemos cerrado etapas?
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Para dar respuesta a estas preguntas, Nayara Malnero (www.naraya-malnero.com), psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja, ofrece una explicación basada en cómo funciona la mente humana y cómo las dinámicas relacionales pueden influir en esta confusión. El primer impulso cuando ocurre esta situación, según ella, suele ser interpretarlo como una señal emocional.
Por qué llamas a tu pareja por el nombre de tu ex
Sin embargo, esta relación causa-efecto no es tan simple: "Cuando se te escapa el nombre de tu ex, el primer pensamiento es que estás pensando en él, y eso provoca mucho dolor y muchos conflictos de pareja, pero la realidad es que nuestro cerebro funciona por asociaciones de temas que metemos en una caja. Incluso aunque sea verdad que estamos pensando en nuestro ex".
Según explica, la mente tiende a conectar situaciones actuales con vivencias previas que poseen características similares. No se trata de sentimientos, sino de rutas neuronales que se activan por costumbre o familiaridad emocional. Para ilustrarlo, comparte una experiencia personal: "Recuerdo perfectamente cuando empecé con mi actual marido. Generalmente no teníamos discusiones, pero en una de las primeras, lo llamé por el nombre de mi ex".
Si bien ese acto que expone la experta podría dar lugar a confusiones, continúa explicando los motivos que hay detrás del mismo: "No estaba pensando en mi ex, sino que estaba haciendo una asociación en mi cerebro con quien yo discutía y con quién aprendí a discutir durante los últimos años. Es decir, mi cerebro estaba en la caja de las discusiones, no en la caja de los novios o en la caja de los placeres".
Esta organización mental explica por qué este fenómeno también puede aparecer en otros contextos altamente emocionales o íntimos. Una de las preocupaciones más frecuentes de este aparente lapsus es pensar que todavía existe un vínculo emocional no resuelto. La respuesta de la experta es clara: "Para nada, yo creo que responsabilidad como pareja es confiar y, si tenemos dudas de que nuestra pareja sigue queriendo a su ex, pues es que nuestra relación no va demasiado bien".
No obstante, reconoce que el escenario puede volverse más complejo cuando existen inseguridades o falta de confianza: "Hay relaciones que no son 100% maduras y en las que no hay confianza o no hay honestidad. Esto suele pasar, pero como tiendo a confiar que en que la gente es adulta responsable y honesta, prefiero pensar que es más probable que, simplemente, la situación nos haya recordado a una situación concreta, es un hábito al fin y al cabo".
Consecuencias emocionales de llamar a tu pareja por otro nombre
Es decir, la confusión en sí no constituye un problema. El problema surge cuando una relación carece de comunicación suficiente como para gestionar de forma serena lo ocurrido. Cuando ésta se produce, las reacciones son intensas en ambos lados. Quien pronuncia el nombre suele experimentar una mezcla de culpa y temor anticipado.
"Nos sentimos inmediatamente culpables porque, aunque sepamos que no tiene nada que ver con no haber superado esa relación o con fantasear con algo en concreto, sabemos que es muy probable que nuestra pareja piense que seguimos echando de menos a nuestro ex", cuenta la terapeuta de pareja sobre los estragos que puede acarrearnos esta situación.
Además, otro factor que explica la experta es que confundir el nombre de su pareja con el de su ex introduce simbólicamente a la antigua relación en la dinámica actual, hecho que puede generar conflictos: “Acabamos de poner a nuestro ex en medio de esa situación, cuando ya no pinta nada; por no hablar de que muchas veces los ex, por el mero hecho de su existencia, generan conflictos en la relación".
La terapeuta añade que este episodio puede reabrir emociones que parecían superadas: "Imagínate que se está solventado el conflicto que tenemos con el ex por celos o por cualquier otro problema y, de repente, en una situación aleatoria, aparece su nombre ahí. Esto puede provocar malestar, desconfianza, culpa, o frustración.
Rememorar cualquier crisis o racha mala también es algo común cuando esto pasa. A menudo sucede que, en situaciones de desacuerdos o malentendidos, tendemos a pensar en los acontecimientos malos del pasado, buscando motivos que justifiquen ese último lapsus. "Le pasa tanto al que se le escapa el nombre del ex con toda su culpa, como el otro, que no entiende qué está pasando y se va rápidamente a la creencia de que está pensando en su ex, y más si está pasando una situación de vulnerabilidad", señala Nayara Malnero al respecto.
¿Es posible prevenir la confusión?
¿Y si vivimos con miedo a que nos pase? Poco hay que hacer. Cuando se trata de automatismos del cerebro, es difícil controlar un comportamiento: "Las asociaciones mentales son como cuando escuchamos una canción y, de repente, nos recuerda ese momento o, cuando, de repente, llega un olor y nos recuerda a esa persona o a esa casa, a ese lugar. Son un poco automáticas".
Si tomamos distancia de la situación, asimilar lo sucedido resulta más fácil. Para hacerlo, ayuda comparar, es decir, pensar que que esto puede ocurrir en otros ámbitos también. "También pasa con la familia o los amigos. A veces nuestras abuelas nos llaman por el nombre de otros nietos, o nuestros padres".
Sin embargo, sí hay una forma sana de gestionar el momento y desactivar el malestar: "La comunicación es lo mejor. Informar, saber explicar por qué vino el pensamiento en esa situación y, sobre todo, trabajar en la confianza, en la honestidad y la transparencia dentro de la relación".
Confundir el nombre de la pareja con el de una expareja no es un indicador emocional, sino un fenómeno asociado a la manera en que la mente relaciona experiencias. No señala un deseo oculto, sino una vinculación mental automática. Lo relevante no es el lapsus, sino la capacidad de la pareja para abordarlo con transparencia y confianza.
