Vivimos en un mundo hiperconectado, tanto, que el teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nosotros mismos. Lo consultamos al despertar, nos agobiamos cuando se nos olvida, lo revisamos de forma constante sin motivo aparente... Casi todo el mundo lo va mirando en el metro, en las paradas de tren o en las cafeterías. Es un hecho, y aunque sabemos que su uso excesivo puede saturarnos, nos cuesta desprendernos de él.
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Por eso, es importante valorar las señales de alerta que indican una posible dependencia y valorar las posibles estrategias prácticas para cultivar una relación más consciente y saludable con la tecnología. En definitiva, trabajar lo que se ha dado en llamar desapego digital y para ello hemos contado con la ayuda de Soledad Scarcella, psicóloga de Blua de Sanitas.
¿Por qué nos cuesta tanto separarnos del móvil, incluso cuando sabemos que nos está saturando?
Nos cuesta separarnos del móvil porque está diseñado para captar nuestra atención constantemente. Cada notificación, cada alerta o incluso el simple gesto de revisar la pantalla activa nuestro cerebro, liberando dopamina, la misma sustancia que se asocia con la recompensa y el placer. Es un ciclo que nos engancha de manera casi automática, así que aunque sepamos que nos está saturando, nuestra mente sigue buscando esa pequeña dosis de satisfacción o novedad que nos ofrece el dispositivo.
Hay que estar atentos a señales como sentir malestar o intranquilidad cuando no se puede revisar el móvil, mirar constantemente la pantalla aunque no haya notificaciones nuevas, o sacrificar actividades importantes o tiempo de descanso por estar conectado
¿Qué mecanismos psicológicos están detrás de esa necesidad constante de mirar la pantalla?
Detrás de ese impulso hay varios mecanismos psicológicos. La atención humana se ve atraída por la novedad y la incertidumbre, y las redes sociales y apps explotan justamente eso: nunca sabemos qué vamos a encontrar. Además, está el miedo a perdernos algo importante, conocido como FOMO (Fear of Missing Out), y la validación social: cada “me gusta” o comentario nos hace sentir reconocidos y conectados. Todo esto refuerza el hábito de mirar el móvil de manera casi automática.
¿Piensa que el móvil puede convertirse en una forma de evasión emocional?
Sí, ocurre con frecuencia. Muchas personas recurren al móvil para evitar sentirse aburridas, tristes, ansiosas o solas. Navegar por redes, mirar videos o jugar puede convertirse en una manera de escapar de emociones incómodas, aunque sea temporal. El problema es que este escape no resuelve nada, solo posterga el enfrentamiento con lo que sentimos y, a veces, aumenta la sensación de vacío o ansiedad después.
¿Qué señales indican que el uso del móvil está generando ansiedad o dependencia?
Hay varias señales a las que se puede estar atento. Por ejemplo, sentir malestar o intranquilidad cuando no se puede revisar el móvil, mirar constantemente la pantalla aunque no haya notificaciones nuevas, sacrificar actividades importantes o tiempo de descanso por estar conectado, y notar que los intentos de reducir el uso terminan en frustración o ansiedad. Todo esto indica que el móvil ha pasado de ser una herramienta a convertirse en una fuente de tensión.
¿Qué pasos prácticos puede dar una persona para soltar el móvil sin sentir ansiedad?
Se pueden dar pasos pequeños y graduales. Por ejemplo, comenzar con horarios cortos de desconexión, activar alertas que limiten el tiempo en ciertas apps o dejar el móvil fuera del dormitorio por la noche. También ayuda reemplazar la costumbre de mirar la pantalla con otra actividad que sea agradable y relajante, como leer, caminar o charlar con alguien. Lo clave es hacerlo de manera progresiva y compasiva, sin exigirse perfección inmediata.
Se puede probar a reemplazar la costumbre de mirar la pantalla con otra actividad que sea agradable y relajante, como leer, caminar o charlar con alguien
¿Cómo podemos cultivar una relación más consciente y amable con la tecnología?
Se trata de pasar de usar el móvil de manera automática a usarlo con intención. Esto implica preguntarse por qué lo estamos abriendo, qué buscamos y si realmente lo necesitamos en ese momento. También ayuda practicar pausas, apagar notificaciones innecesarias y decidir conscientemente qué contenido consumir. Una relación consciente con la tecnología permite disfrutar de sus beneficios sin sentirse controlado por ella.
¿Es útil establecer “zonas sin móvil” o “horarios de desconexión”?
Sí, estas estrategias suelen ser muy efectivas. Tener momentos o lugares libres de móvil, como la mesa del comedor, la cama o la hora de lectura antes de dormir, permite desconectar y reconectar con uno mismo o con los demás. Establecer horarios de desconexión también ayuda a reducir la ansiedad, recuperar atención plena y crear hábitos más saludables con la tecnología.
