¿Hablas sola en voz alta? Estas son las razones y los beneficios

El diálogo que mantenemos con nosotros mismos mejora la retención de memoria, la toma de decisiones y la regulación emocional. Pero hay ocasiones en que puede ser debido a un problema de salud.

por Nuria Safont
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¿Hablas sola y en voz alta? Tranquila, no estás mal de la cabeza, como pueden sugerirte las miradas de los demás. Y es que durante mucho tiempo se pensó que las personas que hablaban solas no estaban bien de la cabeza. Pero la realidad es muy distinta. De hecho, se ha llegado a la conclusión de que es, incluso, beneficioso. Siempre, claro está, que se trate de un discurso coherente y que este diálogo con uno mismo no venga acompañado de otras señales que puedan alertar de una enfermedad psiquiátrica o neurológica. 

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"Pensar en voz alta, o hablar con uno mismo en voz alta, está relacionado con una mejora en la retención de memoria, la toma de decisiones, así como mejora en la regulación emocional. Por lo que es probable que quien lo practique sienta estos beneficios. Somos personas de interacciones sociales, de expresión, por lo que si pasamos tiempo solos, pensar en voz alta también puede ser bueno", afirma la psicóloga Pilar Conde, de Clínicas Origen. 

La experta nos explica que la mayoría de los niños utilizan esta práctica de manera natural en cualquier momento del día. Cuando están jugando, paseando, haciendo una tarea... El problema es que, culturalmente, no está bien visto. Y los adultos poco a poco, comenzamos a omitir este tipo de comportamientos, sobre todo, cuando hay personas alrededor. Por lo que habitualmente, hablamos solos cuando nadie nos ve

Y lo cierto, es que la mayoría de nosotros, en algún momento, hablamos solos en voz alta. "Lo hacemos, fundamentalmente, cuando planificamos, organizamos las tareas del día, para gestionar nuestras emociones, cuando reflexionamos o cuando queremos recordar algo", añade Pilar Conde.

Incluso hablar con nuestra mascota, sea perro, gato o pez, no tiene nada de malo. Es más, si nos sorprendemos contándoles nuestra vida o qué es lo que vamos a hacer en el día, no debemos pensar que estamos locos. Por un lado, cuando les hablamos nos contestan. Aunque no entiendan cada una de las palabras que les decimos, generalmente, mueven la cabeza, nos miran o pueden soltar un 'miau' o acercarnos a darnos un lametón, y eso nos hace sentir más acompañados. Por otro, explicarles qué vamos a hacer en el día nos ayuda a planificarnos mejor y a fijar recuerdos. De hecho, cuando hablamos solos en voz alta ayudamos a nuestro cerebro a procesar mejor la información. 

¿Cuándo debemos preocuparnos? 

Muchas personas se preocupan por estar hablando constantemente solas y en voz alta. Y se preguntan si esto obedece a algún problema de salud mental. Pero, generalmente, no es el caso. Por ello, a priori, no tiene que preocuparnos porque todos, en mayor o menor medida, lo hacemos. Sin embargo, sí hay ocasiones que deben ponernos en alerta. 

Pilar Conde nos indica que debemos preocuparnos cuando hablar solo y en voz alta está relacionado con la reacción a una alucinación. Por ejemplo, que la persona esté conversando con alguien que piense que es real. Y es que los pacientes que padecen psicosis, como la esquizofrenia, parece que hablen solos en voz alta y consigo mismos. No obstante, lo que ocurre es el resultado de una alucinación. En otras palabras, estas personas no están hablando en voz alta, sino que están respondiendo a una voz que solo ellas pueden escuchar, porque no es real. 

En estos casos, hay que pedir ayuda médica o acompañar al especialista al familiar, amigo o compañero que sospechamos que está siendo víctima de alucinaciones. 

Habla en voz alta, pero ojo con lo que te dices 

En conclusión, hablar con nosotros mismos nos ayuda, siempre que, como decíamos al principio, no suframos otros síntomas que puedan indicar que tenemos una alucinación. Pero debemos tener cuidado con lo que nos decimos, ya que si el discurso implica crítica, reproches o culpa, este puede afectar a nuestra autoestima

Otra cosa muy distinta es que empleemos un diálogo constructivo. Por ejemplo:  "no lo he logrado esta vez, debería haberlo hecho de otra manera, he vuelto a tropezar con la misma piedra, etc", para reconocer nuestro esfuerzo, el problema y para encontrar otra manera mejor de resolver un conflicto y buscar una solución, nos motivaremos a seguir intentándolo. 

Por último, cuando te hables a ti mismo, intenta prestar atención a lo que estás diciendo y sintiendo, porque esto te puede ayudar a identificar aquello que te preocupa, te estresa o te angustia. Asimismo, hazte preguntas. Cuestionarte en voz alta también es bueno para encontrar una explicación, tomar una decisión o resolver un conflicto.