El 21 de diciembre se cumplen 35 años del estreno de Solo en casa, una película que ha marcado a varias generaciones y que catapultó a la fama al actor Macaulay Culkin. Tenía nueve años cuando se puso en la piel de Kevin McCallister y su gesto llevándose las manos a la cara en el cartel de la película dio la vuelta al mundo. Nunca imaginó que ese papel en el que hacía frente a unos ladrones en Nueva York durante las navidades lo convertiría en un fenómeno y llegara a ser el primer niño en conseguir un contrato millonario en la gran pantalla, en concreto cifran en ocho millones de dólares lo que cobró por hacer la segunda parte de la película, que se rodó entre 1991 y 1992.
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Todo parecía perfecto, empezaban a lloverse muchas propuestas, grandes estrellas querían trabajar a su lado y los niños soñaban con ser como él. De cara a la galería todo era un camino de rosas… Pero empezaron a aparecer las espinas y después de protagonizar otros éxitos como Mi chica, El buen hijo o Papá por siempre, su caída a los infiernos fue inevitable.
Su infancia se esfumó entre sus duras jornadas de rodaje y las exigencias de su padre, Kit Culkin, que ejercía de su mánager y también era quien gestionaba su fortuna. Vivía en un mundo de adultos, rodeado de ellos como si fuera uno más . Pero no lo era y ahí, como reconocería más adelante, comenzó a germinar un problema que terminó estallando cuando a los 14 años dijo basta y tomó la decisión de dejar la actuación. Además, tomó acciones legales para tener el control de su dinero. “Trabajé lo suficiente para varias vidas, antes de cumplir los 15 años”, ha reconocido más de una vez.
A partir de entonces, su nombre contratado titulares en varios medios que apuntaban a que su deterioro físico se debía a graves problemas de adicciones, algo que siempre llegó a desmentir, aunque fue detenido en una ocasión por posesión de marihuana y medicamentos. En este punto, surgieron todo tipo de conversaciones sobre excesos y problemas de conducta que hacían presagiar que su nombre acabaría en la lista de grandes tragedias de Hollywood.
Con el cartel de “juguete roto” de la industria, intentó llevar una vida alejada de los focos, pero su imagen siempre estuvo ligada a muchos mitos y rumores que nunca pudieron confirmarse. Sobre el que se han escrito ríos de tinta fue sobre su relación con Michael Jackson, a quien le unía una estrecha amistad. Él siempre defendió públicamente al Rey del Pop y repitió en varias ocasiones que nunca fue víctima de abusos por su parte. Incluso llegó a testificar a favor de Jackson en su juicio de 2005 por presunto abuso sexual a una menor, de que terminó siendo absuelto.
Se dijo también que se arruinó, que Hollywood lo vetó, pero lo cierto es que retomó su carrera y ha hecho varios trabajos puntuales en series como Fallout o American Horror Story, también algo de teatro y tuvo un grupo de música llamado The Pizza Underground.
Ahora, después de sobrevivir a su propia leyenda, Macaulay ha comenzado una gira por Estados Unidos con motivo del 35 aniversario de la película que cambió su vida. No mira al pasado con rencor, ha sabido quedarse con lo bueno de todo lo vivido y consiguió encauzar su vida al lado de su mujer, la actriz Brenda Song, con quien comenzó a salir en 2017 y tiene dos hijos, una niña llamada Dakota, de cuatro años, y un niño, Carson, de tres.
Curiosamente, en Solo en casa también tuvo un pequeño papel su hermano Kieran, quien ha recibido varios premios en los últimos años por su papel en la serie Succession y un Oscar este año por la película A Real Pain. Dos carreras que empezaron en el mismo sitio, pero que han evolucionado de diferentes maneras.