Nueve pueblos que ya forman parte de los más bonitos de España

TRUJILLO (CÁCERES)

Trujillo es un pueblo monumental que invita a ser recorrid a pie y sin prisas, a asomarse a su castillo y a tomar asiento, después de recorrer sus callejas estrechas y empinadas, en algunos de los veladores de su plaza Mayor. Es la que toda ciudad envidiaría, rodeada de palacios y a la sombra de la escultura ecuestre de Francisco Pizarro, uno de aquellos grandes hombres que junto a muchos otros de la villa se fueron surcando los mares a descubrir nuevos mundos.

CIUDAD RODRIGO (SALAMANCA)

Ciudad Rodrigo tiene motivos sobrados para una escapada. Y es que como testigo de un glorioso pasado está cuajada de monumentos: tres kilómetros de muralla, castillo, fortificaciones, un puente romano, numerosos palacios señoriales, una gran plaza mayor y hasta catedral. Podría ser suficiente, pero en Semana Santa, da además toda una lección de arte en sus calles y plazas recoletas.

ZUHEROS (CÓRDOBA)

Es el ejemplo perfecto de pueblo andaluz. Posee un castillo árabe encaramado a un risco frente a un inmenso mar de olivos y un cerro calizo a sus espaldas. Por él hay que caminar sin prisa y perderse por el barrio viejo de calles empedradas, detenerse ante las portadas de sus casonas dieciochescas, visitar alguno de sus museos y descubrir la Cueva de los Murciélagos, un conjunto arqueológico de excepcional valor.

TORAZO (ASTURIAS)

En el municipio de Cabranes y perteneciente a la comarca de la Sidra, Torazo es un pequeño pueblo de un centenar de vecinos y un número parecido de casas en el que predominan los elementos de la arquitectura rural tradicional junto a hórreos centenarios. Por conservar muchas de sus antiguas tradiciones –la hoguera de San Juan, el aguinaldo navideño, la boroña pascual y la procesión de ramos– y su espíritu de comunidad solidaria la localidad ostenta el honor de haber sido distinguido como Pueblo Ejemplar de Asturias en 2008.

SANTIAGO DE PEÑALBA (LEÓN)

Despuntando entre los tejados negros de una de las poblaciones más aisladas de El Bierzo, la iglesia de Santiago de Peñalba está considerada una auténtica joya del arte mozárabe leonés. Se encuentra al sur del Ponferrada, en el extremo final de un angosto valle abierto por el río Oza. El Valle del Silencio es un recóndito espacio natural en medio de montañas y tupido por monumentales castaños, oasis de espiritualidad por la presencia de dos templos mozárabes de factura impecable, este de Santiago de Peñalba y el de Santo Tomás de las Ollas.

SEPÚLVEDA (SEGOVIA)

Las iglesias de los santos Justo y Pastor, de San Bartolomé, del Salvador y de Nuestra Señora de la Peña, todas románicas, jalonan un recorrido por esta villa medieval segoviana que atalaya desde la altura el encajonado y sinuoso curso del río Duratón.

SOS DEL REY CATÓLICO (ZARAGOZA)

Desde la lejanía se adivina ya el encanto de esta pequeña villa medieval conocida por ser la cuna de Fernando el Católico. Y es que este pueblo, el más monumental de la comarca de las Cinco Villas, esconde infinidad de rincones. Sus calles estrechas y empedradas, su muralla, sus puertas fortificadas, sus palacios renacentistas, sus iglesias, la plaza de la Villa y su propia historia le hacen merecedor de formar parte de los más bonitos de España.

LAGUARDIA (ÁLAVA)

Un entorno de viñedos rodea a esta villa medieval de aires toscanos que se alza sobre un altozano respaldada por la sierra de Cantabria. La rodean murallas y bajo sus calles empedradas, con casas señoriales e iglesias portentosas, como las de Santa María de los Reyes y San Juan Bautista, discurre otra ciudad que gira en torno a las bodegas que horadan su subsuelo y que la han convertido en capital de la gran comarca vitivinícola que es la Rioja Alavesa.

LIÉRGANES (CANTABRIA)

Es uno de los pueblos más bonitos de Cantabria, no hay duda. En esto todos coinciden. Por algo desde 1978 ostenta la calificación oficial de conjunto histórico artístico. Y lo es porque está emplazado en una bucólica llanura regada por el río Miera y porque tiene un casco urbano que merece la pena saborear, con sus ermitas, casonas populares, iglesia, capillas y su puente mayor, que brinda una de las estampas más típicas de la localidad. Innegable es también la dualidad existente entre Liérganes y su afamado balneario de aire decimonónico, que se beneficia de las bondad de las aguas sulfurosas que brotan de la denominada Fuente Santa.