Como normal general, un bebé debería lanzar las manos hacia los objetos que lo rodean entre los tres y los cuatro meses, “y siempre antes de los seis meses”, recalca la experta.
Cuando esto no ocurre puede haber distintas causas. Algunas de ellas son ‘estructurales’, como una lesión en el sistema nervioso central, ocasionada, por ejemplo, por falta de oxígeno alrededor del momento del nacimiento. “Cuando esto ocurre solemos encontrar un tono bajo en el eje del cuerpo (’hipotonía axial’), que suele evidenciarse desde los primeros meses de vida, pero la alteración de los movimientos de las extremidades no empiezan a ser evidentes hasta los cinco o seis meses, ya que hasta esa edad los movimientos del bebé son involuntarios”, explica la Dra. Cordero.
Hay otro punto más que resulta importante: “A veces las lesiones no afectan a las cuatro extremidades, y lo que empezamos a observar a los seis meses es que tiene una clara preferencia por una mano, es importante saber que esto es un signo de alarma, ya que la lateralidad no se define hasta los dos años, aproximadamente”.
Cuando no hay una lesión estructural, hay que valorar si el retraso se produce en un contexto de retraso global de desarrollo y descartar la causa (enfermedades genéticas, metabólicas, trastornos del neurodesarrollo...).