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Calidad antes que cantidad
Uno de los mejores modelos para alimentarse día a día es el conocido como plato de Harvard, donde la mitad de la ración a comer está compuesta por hortalizas o verduras, un tercio por hidratos de carbono y el tercio restante, por proteínas.
En la adolescencia hay que seguir ese modelo, donde las carnes procesadas son sustituidas por carnes blancas, y se buscan proteínas de calidad como las del pescado, el huevo y las legumbres, además de priorizar los hidratos de carbono complejos.
En este sentido, cuando el adolescente tiene hambre, hay que aumentar la ingesta siguiendo el modelo del plato de Harvard, incrementando cada grupo en la misma proporción, aunque si hace mucho deporte y tiene apetito, necesitará más proteínas y más hidratos de carbono.
“Puede que un adolescente necesite hasta siete ingestas al día, pero puede ser normal que solo haga cuatro. No se les puede prohibir comer; si tienen hambre, deben comer, pero buscando siempre la calidad de lo que comen”, resalta la experta de My Nutritionist.
Hay que observar lo que come el adolescente para que, ante el hambre, no se lance a opciones poco recomendables. “Si consume productos azucarados, lo normal es que a los 30 minutos vuelva a tener hambre por los picos de glucemia que le provocan”, subraya.