Anna Cejudo y Pau Garcia-Mila, pareja de emprendedores con TDAH y tres hijos© Anna Cejudo

Familia

Anna y Pau, pareja con hiperactividad y tres hijos: ‘Los niños no saben que papá y mamá tienen TDAH’

¿Cómo les afecta en su día a día en familia? ¿De qué manera influye en la crianza de sus hijos?


16 de mayo de 2025 - 7:30 CEST

Anna Cejudo y Pau Garcia-Mila son dos de los emprendedores más punteros de España. Él ha ganado el Premio Princesa de Girona CreaEmpresa 2010, juntos han fundado varias empresas de éxito y actualmente dirigen Founderz, una escuela de negocios digital especializada en Inteligencia Artificial. Además, son pareja, tienen 3 hijos y los dos han sido diagnosticados con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).

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Esta realidad la comparten a menudo en sus redes sociales, pero desde una perspectiva completamente diferente, con gran sentido del humor, dando naturalidad a un trastorno que cada vez se diagnostica más, y explicando algunas de sus situaciones cotidianas. ¿Cómo les afecta el TDAH a su vida diaria en familia? ¿Interfiere en la manera de criar a sus hijos? ¿Cómo llegan a todo? Sobre todo ello hemos hablado con Anna.

Descubristeis que tenéis TDAH cuando ya estabais casados y teníais más de 30 años. ¿Qué os llevó a pensar que podríais tenerlo y que necesitabais una evaluación?

En el caso de Pau era, aparentemente, más evidente porque cumplía con los estereotipos “fáciles” del TDAH: es una persona que le cuesta estar quieta, que es muy creativa, que tiene esta dispersión, pero porque está imaginando e innovando en su mente. Tenemos un amigo con TDAH y, aunque no es especialista, pero precisamente porque lo tiene ha investigado muchísimo, y siempre le decía “Pau, tienes que ir al psiquiatra porque, ya verás, te va a cambiar la vida”. Hasta que fue y, sí, efectivamente el psiquiatra le confirmó el diagnóstico.

Cuando estábamos con estas conversaciones con nuestro amigo, yo a veces pensaba que había alguna cosa que coincidía conmigo, pero tampoco todo. Y, hablando un día con él, me dijo “es que quizás tú también tendrías que ir porque los síntomas en mujeres a veces son muy diferentes y no se conocen tanto, pero hay cuatro cosas en común que sí que las cumples, con lo cual mejor ve a un profesional y que el profesional te diagnostique”. Y fui, pedí cita con el psiquiatra, y salí con el diagnóstico confirmado también.

Resulta curioso que los dos tengáis TDAH. ¿Cómo os conocisteis?

Dicen que las mentes que tienen TDAH se atraen, en el sentido de que se entienden, tienen una manera de pensar similar, con lo cual, cuando te encuentras una persona que piensa así, es fácil que, si además encajas a nivel de valores, tengas esta conexión más fuerte. Y nosotros nos hemos dado cuenta de que muchos amigos nuestros resulta que también tienen el mismo diagnóstico.

A los niños les decimos que papá y mamá también nos equivocamos y, a veces, también nos olvidamos las cosas y que lo importante es encontrar una solución

Anna Cejudo, empresaria

El hecho de saber que tenemos TDAH no ha cambiado nada en la relación porque ya nos conocimos así, pero sí que explica cosas. Ahora entiendo por qué yo sentía que, cuando un bebé llora, es que tengo que ir al momento porque me agobia, me genera una ansiedad dentro... Supongo que es por dos cosas: una, por madre y, dos, por el sobreestímulo.

Nos conocimos en un entorno profesional, que no tiene nada que ver con el TDAH, pero sí que que a veces es gracioso. Por ejemplo, cuando uno se despista o estamos hablando y, de repente, una cosa típica de alguien con TDAH, que te vas por las ramas para explicar algo muy sencillo y acabas explicando aquí El Quijote. Pau me mira y me dice “Anna, vuelve, que te estás yendo por las ramas”. Esto es por el TDAH.

Pero sí que es importante y una cosa que siempre le digo es que no está permitido usarlo como excusa; es decir, no vale el “¡ay”, me he dejado no sé qué, es por el TDAH”. No, precisamente sabiendo que lo tienes, ahora tienes que esforzarte aún más para compensarlo. Por ejemplo, un día le digo “cuando vuelvas a casa, por favor, pasa por el súper y compra leche”. Entonces veo que tarda mucho en llegar a casa y, cuando llega, tiene tres bolsas de la compra y no tiene leche. No me vale. Te pido, por favor, comprar la leche, solamente tienes que comprar eso, todo lo demás no hacía falta. Pero siempre desde el cariño, el entendimiento y el no juicio, que es lo que más cuesta porque, al final, hay cosas que evidentemente molestan, pero si uno confía la responsabilidad en el otro y el otro, por la razón que sea, se despista, se le olvida, bueno, pues tampoco pasa nada porque tengo este comodín, ¿sabes?

Anna Cejudo y Pau Garcia-Mila© Anna Cejudo

Habláis con humor del TDAH, pero en la mayoría de familias viene también de la mano de momentos duros. ¿Tenéis vosotros esos momentos?

Lo entendemos no como una limitación, sino como una explicación a algunos comportamientos. Por ejemplo, estás en un sitio y hay bastante ruido de fondo y quizás te estás poniendo nervioso y te está afectando más que a otra persona; entonces, le buscas un poco la explicación: “vale, tranquila, no eres tú, es que hay muchos estímulos que ahora mismo te están abrumando y te está costando gestionarlo”. Pero lo miramos siempre desde el lado positivo, buscando aprender de ello.

Sabemos que no tenemos una buena gestión del tiempo; por eso si tenemos que estar en un sitio o una hora en concreto, ya calculamos que tenemos que prepararnos antes de lo que inicialmente pensamos y sumamos los minutos porque, si no, es muy probable que no lleguemos a la hora.

¿En vuestro caso, el TDAH va acompañado de impulsividad? Si es así, ¿cómo os afecta?

El hecho de trabajar juntos, independientemente del TDAH, es un reto porque hay un exceso de confianza que a veces hace que peques precisamente de esta confianza a la hora de hacer las cosas. Yo pienso que la impulsividad a veces está en tener que frenarnos un poco en alguna reacción cuando ha pasado algo o nos hemos equivocado en algo que tiene una repercusión hacia afuera de la empresa. Eso como que te enciende y luego piensas “frena y míralo en frío porque ahora mismo está caliente” y, además, con esta impulsividad sí empezaras a hablar o atacarlo justamente ahora, podéis hacer más daño que solucionarlo.

Y a nivel personal, a veces simplemente te pasa que tienes tantas ganas de decir algo que, cuando estás en una conversación, a veces interrumpes o te falta el filtro de no decir algo que sabes que no tienes que decir. Es eso de “no pienses en un elefante azul” y tú piensas en un elefante azul. Así, cuando estás en una conversación y sabes que no tienes que mencionar a tal empresa o a tal persona porque ha habido una mala experiencia con esa persona y tú tienes en la mente que no puedes decirlo y entonces, sin querer, te sale. Tienes ahí el warning, pero el filtro falla, sí. Pero, bueno, nos reímos.

4. ¿Cómo repercute el TDAH en la crianza de vuestros hijos?

Como el diagnóstico ha llegado tarde, no es lo mismo que te diagnostiquen cuando eres un niño a que lo hagan cuando ya tienes 30 y pico años. Hemos desarrollado nuestros mecanismos para sobrellevar estas dificultades. Por ejemplo, si fuéramos desordenados, intentas acostumbrarte a que, cada vez que sacas una cosa y ya no quieres usarla, la guardas en su sitio para no ir acumulando trastos. Esto ya ya lo tenemos bastante interiorizado.

Otro ejemplo es el calendario escolar. Tenemos unos niños que en el cole hacen muchísimas actividades que involucran a los padres de hoy: esta semana tienen que traer una camiseta verde, la semana siguiente, una caja de cartón para una manualidad… Tenemos un calendario en la nevera donde vamos anotando todas estas pequeñas cosas para que tanto nosotros como nuestros hijos sepamos qué es lo que tenemos que hacer, qué es lo que tenemos que llevar. De esta manera, también les enseñamos a ser responsables de lo que les afecta a ellos.

Dicen que las mentes que tienen TDAH se atraen, en el sentido de que se entienden, tienen una manera de pensar similar

Anna Cejudo, empresaria

Tenemos también el calendario compartido en el móvil y en el ordenador, donde vamos apuntando todo esto. Incluso también, por ejemplo, en todo aquello que sea tanto de Pau como mío, pero que afecta al núcleo familiar. Por ejemplo, si él ayer estuvo de viaje a Mallorca, estaba apuntado en el calendario porque esto implica que yo llevo los niños y yo lo recojo, en lugar de repartirnos.

Esto también nos ayuda y también a los niños, pero pienso que no está vinculado con el TDAH, sino para enseñarles a tener un orden, una rutina... en la nevera tienen la lista de cositas que tienen que hacer cuando llegan a casa (guardar los zapatos, lavarse las manos, vaciar la mochila un poco para que vayan ellos también aprendiendo a hacer sus rutinas y no tener que ser nosotros los policías que vamos detrás para que lo hagan todo.

¿Notáis alguna diferencia en la crianza respecto a padres neurotípicos?

Los niños no saben lo que es el TDAH, no saben que papá y mamá tienen TDAH; con ellos lo tratamos todo como algo muy normal: somos personas y papá y mamá también se equivocan. El otro día, por ejemplo, mi hijo pequeño tenía que llevar a colegio flores para hacer una actividad de la primavera, y lo teníamos apuntado y se nos olvidó tanto a Pau como a mí. Y llegamos al cole y veo a una niña de su clase con un ramo precioso y le digo “¡anda!, ¡qué flores tan bonitas! ¿para quién son?”; y me dice su madre: “Anna, que tenían que llevar flores hoy”. Bueno, la madre nos prestó las flores y no pasa nada.

A los niños les decimos que papá y mamá también nos equivocamos y, a veces, también nos olvidamos las cosas y que lo importante es encontrar una solución, no quedarte hundido en la miseria por el error. Al revés, buscar siempre la alternativa o el cómo podemos salir de esa.

Cuando erais pequeños no teníais el diagnóstico, de modo que tampoco obtendríais apoyos específicos, pero ¿qué recordáis de vuestra infancia que os costara un poco más o que fuera diferente?

En la infancia no éramos conscientes; ha sido después, que dices “vale, ahora entiendo el porqué”. Por ejemplo, tanto él como yo no encajábamos muy bien en el sistema educativo. A él en la universidad, de hecho, lo echaron por mal estudiante, pero yo en cambio en el colegio era muy buena alumna, era la que no molestaba en clase, sacaba muy buenas notas... Esto a veces se contradice contra lo que se espera de un TDAH porque normalmente hay hiperactividad física, pero en las niñas es más mental.

Cuando iba a las clases en la Escuela de Música me aprendía las canciones de memoria y eso no les gustaba

Anna Cejudo, empresaria

Yo jugaba al fútbol en el recreo; mi necesidad de movimiento la liberaba del recreo y eso me permitía luego estar más sentadita en clase. Para mí, el momento del recreo era liberador, lo necesitaba. Yo estudiaba piano y, con el piano, en cambio, me decían que era muy mala estudiante porque no aprendía a leerme las partituras, una cosa que todavía me cuesta y entiendo que está vinculado con el TDAH porque me cuesta mucho entender qué nota es cada una.

Como no aprendía según el proceso o el método que tenía que seguir, me etiquetaron como mala estudiante y dejé las clases de piano. Sin embargo, yo seguí aprendiendo gracias a vídeos de YouTube y, como tengo buena memoria visual, eso me permitió ver cómo ponían las manos y, a partir de ahí, saber tocar. Cuando iba a las clases en la Escuela de Música me aprendía las canciones de memoria y eso no les gustaba y, cuando estaba en un examen, me decían “ahora, para y sigue desde re”; yo me quedaba ahí bloqueada, es que “no sé donde está el re; yo me sé la canción seguida, pero si tengo que parar, no sé dónde arrancar después”.

© Anna Cejudo

En vuestro Instagram, habláis de construir Legos como terapia. ¿Los utilizáis con vuestros hijos, a modo de prevención, para ayudarles a potenciar la concentración?

Más que a modo prevención, es intentar entender qué es lo que le gusta a tu hijo, por qué tiene interés. Si un niño tiene interés por la lectura, pues voy a fomentar la lectura y le digo “mira, por cada libro que te leas te voy a dar un euro”, y él está feliz porque tiene este esfuerzo que se compensa con ese euro. El tema de los legos es algo muy presente en casa porque a Pau le encanta y a mí me gusta mucho porque es un juego muy creativo, donde puedes seguir las instrucciones y montar algo específico, pero luego los desmontan y ellos crean objetos y crean vínculos y cosas que se inventan que salen de su imaginación, y me fascina que tengan esta capacidad de explorar y de crear, ya sea con esto o con manualidades o haciendo juegos al aire libre.

No me gustan estos juegos donde siempre es lo mismo, haces una partida y, al final, ya te aburres; sino todos estos juguetes que son más de creación, como piezas de construcción de Lego, pero también una sección de animales (eso también les gusta porque hacen sus mundos con eso). Pienso que, como Pau y yo tenemos esta parte más creativa, inconscientemente también es lo que les estamos trasladando a a nuestros hijos.

¿Qué le dirías a padres o a madres que hayan recibido hace poco su diagnóstico  y que les dé miedo hablarlo con naturalidad, como hacéis vosotros?

Es algo muy personal. En nuestro caso, Pau lo dijo primero y yo tenía mis dudas en hacerlo porque tienes miedo del qué dirán, de que te etiqueten, de que miren a tus hijos con otros ojos por este factor hereditario. Pero al final, en nuestro caso, pensamos que hacíamos más bien compartiéndolo que quedándonoslo para nosotros mismos.

Cuando cuando tú comparas una experiencia que has tenido que puede resonar con más gente, ayudas a dar voz a esas personas que, por lo que sea, aún no sienten esa fuerza por poder hacerlo o, quizá, simplemente les ayudas a salir de un pozo en el que pueden sentirse, solo por el hecho de decir “ah, vale, no estoy solo; me pasa esto y es normal, en cierto modo, y tampoco pasa nada”.  Eso te ayuda a afrontar la vida en general de otra manera, al sentirte que estás acompañado.

Como el diagnóstico ha llegado tarde, no es lo mismo que te diagnostiquen cuando eres un niño a que lo hagan cuando ya tienes 30 y pico años. Hemos desarrollado nuestros mecanismos para sobrellevar estas dificultades.

Anna Cejudo, empresaria

A mí la maternidad, al tener el diagnóstico, me ayudó también a ver a mis hijos con otros ojos, en el sentido de, si les cuesta estar quietos en la mesa, piensas “quizás no tengo que enfadarme porque no es que sea maleducado o que quiera retarme, es que quizás en ese momento necesita moverse” y puede ser que necesite moverse porque tiene esto o, simplemente, porque es un niño pequeño y necesita moverse.

Te permite verlo de una manera más relajada y rebajar o entender que, a veces, como madres, nos ponemos unas autoexigencias muy grandes, a veces inalcanzables. Y luego hay que tener esta visión crítica de “cada casa es un mundo”, “cada familia es un mundo”, “cada niño es un mundo”, con lo cual lo que le vale a uno tampoco tiene que valerme a mí. Lo importante es que nos entendamos a nosotros como padres, o como niños, y ver qué podemos hacer para que todo sea lo más bonito y feliz posible dentro, evidentemente, de los altibajos que habrá en el día a día.

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