Madre jugando con su hija con discapacidad©AdobeStock

Educación especial

Jugar con niños con necesidades especiales: qué tener en cuenta

Jugar es un elemento esencial para el desarrollo de cualquier niño, también de los que tienen discapacidad o algún desafío evolutivo. Por eso es un aspecto al que hay que dar toda su importancia. ¿Qué retos presenta el juego en niños con necesidades especiales?

A través del juego, el niño se expresa, desarrolla sus potencialidades e incluso puede manifestar sus problemas en algunas áreas. Jugar es absolutamente esencial para cualquier menor. ¿Qué particularidades tiene el juego en los niños con necesidades especiales?

Andrea Ortiz es maestra de Educación Especial en Asturias y autora del libro Ideas para aprender jugando (Ed. Oberon), donde recoge propuestas que empezó a compartir durante la pandemia a través de sus redes sociales (@aprenderconellos, en Instagram). Sus sugerencias son sencillas, pero muy didácticas y divertidas. Ella nos cuenta cómo ha de ser el juego en los niños con dificultades.

La importancia del juego para cualquier niño

“Ahora parece que vivimos en la era de la productividad, donde todo tiene que tener un porqué, un motivo, una finalidad. El juego existe desde tiempos inmemoriales y se usaba para pasar el tiempo y divertirse”, apunta la experta. El juego es importante en sí mismo, también para los niños con discapacidad.

“El juego sirve para hacer volar la imaginación, para fomentar las relaciones sociales, para aprender cosas tan necesarias como controlar la frustración, para estimular el lenguaje, para respetar turnos, para aprender a tomar decisiones... todo ello tremendamente importante para educar personas válidas y capaces”, insiste.

Hay muchas opciones de juego, que pueden trabajar aspectos concretos, en casa, en el aula o en terapia, “pero el juego libre, el juego simbólico es tan importante o más que esto. Soy de la opinión de que deberían existir momentos de juego libre y rincones en las aulas para ello, en todos los ciclos y cursos educativos”, subraya Andrea Ortiz.

Cómo elegir el mejor juguete para cada niño

A la hora de elegir un juguete o una actividad lúdica para un niño con necesidades especiales lo primero es “tomarse el tiempo necesario para conocer a la persona. ¿Cuáles son sus gustos? ¿Qué necesidades presenta? ¿Qué es lo que queremos lograr con ese juego concreto? ¿Para qué lo vamos a usar, con qué propósito? ¿Lo va a utilizar de forma autónoma o va a precisar de un acompañamiento porque es una opción que requiere varios jugadores?”, recomienda la autora.

En este sentido, es básico también que ese juego o la interacción con ese juguete se produzcan en un entorno amable para el pequeño, en un lugar donde se sienta a gusto, cómodo y seguro. “Debemos procurar que haya pocas distracciones para que nos podamos escuchar y entender con facilidad. Un sitio que conozca o, en su defecto, cualquier lugar en el que se encuentre alguna persona de referencia a la que poder acudir en caso de ser necesario”, expone.

Libro Ideas para aprender jugando©Editorial Oberon

Las dificultades de relación con estos niños

Los niños con discapacidad disfrutan de los parques infantiles como cualquier otro. Hay algunos recintos (muy pocos) que están adaptados con columpios para los que tienen problemas de movilidad, o con pictogramas para que sepan el modo de uso, y esto facilita en gran medida su disfrute del entorno, junto al resto de los niños sin problemas.

Pero, al margen de lo que ofrece el parque, como a cualquier niño, también a los que tienen dificultades les gusta jugar con otros pequeños. Pero esa interacción a veces no se produce, comenzando por los adultos, que no saben cómo tratarlos o acercarse a ellos. “Muchas veces los niños y niñas con capacidades diversas cargan con el hándicap de que la gente no se atreve a interactuar con ellos, bien porque creen que no sabrían hacerlo, bien porque creen que no les pueden llegar a entender o simplemente por miedo e inseguridades propias de las personas adultas”, destaca Andrea Ortiz.

Sin embargo, “el juego es una vía absolutamente perfecta para conectar con cualquier individuo, independientemente de su condición. Con el juego captamos la atención de los demás y provocamos un clima muy propicio para interactuar, conversar, expresar y sentir. Por supuesto es un generador automático de buenos momentos y de tiempo de calidad con quien lo compartimos”, explica.


En el juego todos tienen cabida

Para favorecer la interacción de niños con y sin discapacidad hay que normalizar esta condición y generar entornos donde todos tengan cabida. ¿De qué forma? “Hacer partícipes a todos por igual del juego propuesto es la mejor idea para que esto no suceda. Eligiendo opciones válidas para todos o adaptando el juego para que todos puedan ocupar un lugar y disfrutar en equipo”, apunta.

“Cuando somos pequeños no vemos nada que nos distinga a unos de otros. Es con el paso del tiempo cuando nos volvemos prejuiciosos y tendemos a compararnos gracias a la sociedad tan competitiva en la que nos estamos criando. Si nos viésemos desde la perspectiva de un niño nada de esto ocurriría y la interacción sería idéntica independientemente de la condición de cada cual”, destaca Andrea Ortiz.


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