"Llegó el gran día de probarme y al entrar me dice mi asesora que tiene preparados todos mis vestidos. Y sí, había llegado. Me probé uno en primer lugar que me gustó, pero no me llamó mucho la atención y el segundo fue mi vestido ¿Qué pasó en ese momento? La cara se me cambió y mi frase fue: 'me encanta'. A los cinco minutos, muchas lágrimas (sentí que era mi vestido) me sentía yo. Después de esto nada me gustó. Fui a otras tiendas, pensé en hacerme uno, pero no, era mi vestido, tenía ganas de probármelo una y otra vez".
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