A veces, un simple vistazo a la lengua puede darnos pistas sobre nuestro estado de salud. Aunque no siempre es señal de una enfermedad grave, la presencia de una capa blanquecina persistente puede indicar que algo no está funcionando bien. Para comprender mejor qué significa y cuándo debemos preocuparnos, hablamos con el doctor Pablo Turrión, director médico del Hospital Sanitas La Moraleja. De entrada, nos adelanta que “la lengua blanca no es un diagnóstico en sí misma, pero su evaluación puede aportar información útil sobre el estado general del organismo”, explica el especialista.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Qué es realmente la lengua blanca
Según el doctor Turrión, una lengua blanca refleja la acumulación anormal de células epiteliales descamadas, bacterias, hongos o restos alimentarios sobre su superficie. Esta capa puede aparecer de forma transitoria o persistente. En muchas ocasiones, se debe a motivos puntuales y se resuelve con hábitos saludables, pero en otras puede ser la pista de un problema más serio.
Dormir con la boca abierta, beber poca agua o mantener una higiene oral deficiente son factores que favorecen la aparición de esta película blanquecina. Incluso el consumo de tabaco o una dieta pobre en frutas y verduras pueden estar detrás.
La higiene bucodental es clave en la prevención de la lengua blanca. No cepillar la lengua o hacerlo de forma superficial favorece la acumulación de bacterias y restos
Causas más frecuentes y benignas
El especialista subraya que la mayoría de los casos son de origen benigno. “Las causas más comunes y sencillas de resolver son la deshidratación, la higiene oral insuficiente o el consumo de tabaco”, indica.
En estas situaciones, el cambio de color o textura de la lengua se debe a una acumulación de residuos que se elimina con una correcta limpieza bucodental y con la recuperación de una buena hidratación.
Además, cepillarse la lengua a diario —o usar un limpiador lingual— es un hábito que no solo mejora el aspecto, sino también el aliento y la salud de la boca. “La higiene bucodental es clave en la prevención de la lengua blanca. No cepillar la lengua o hacerlo de forma superficial favorece la acumulación de bacterias y restos”, recuerda Turrión.
Cuando la causa es una infección por hongos
En ocasiones, la capa blanca está causada por la candidiasis oral, una infección provocada por el hongo Candida albicans. En estos casos, se observa una lengua con placas blanquecinas que pueden desprenderse parcialmente al raspado, dejando zonas enrojecidas que pueden doler.
Otros síntomas habituales son ardor, sequedad, mal sabor de boca y, en algunos casos, dificultad para tragar. La candidiasis oral puede aparecer por una bajada de defensas, por el uso prolongado de antibióticos, por corticosteroides inhalados o por prótesis dentales mal ajustadas.
“Esta infección es relativamente frecuente y, en general, responde bien a tratamiento antifúngico tópico o sistémico, siempre indicado por un médico”, aclara el experto.
Relación con problemas digestivos y microbiota
Más allá de la boca, la lengua blanca puede estar vinculada a desequilibrios internos. El doctor Turrión señala que en algunas personas este signo puede asociarse a disbiosis intestinal, enfermedades hepáticas o trastornos digestivos crónicos.
En estos casos, la lengua blanca es solo una pista que debe interpretarse junto a otros síntomas, como cambios en el tránsito intestinal, cansancio persistente o molestias abdominales.
“Aunque no es una prueba diagnóstica por sí misma, puede ser una pista clínica a tener en cuenta en el contexto de otros síntomas”, matiza el especialista.
Medicamentos que pueden favorecerla
No solo la alimentación o las infecciones influyen. Ciertos tratamientos médicos también pueden provocar la aparición de una lengua blanquecina. Los antibióticos, al alterar la flora oral y gastrointestinal, facilitan el sobrecrecimiento de hongos.
Otros fármacos que pueden tener este efecto son los corticosteroides inhalados, los quimioterápicos o los inmunosupresores. Si tras iniciar un tratamiento notas cambios persistentes en la lengua, conviene comentarlo con el médico.
Cuándo acudir al médico
No todas las lenguas blancas son motivo de alarma, pero hay situaciones que requieren valoración profesional. Según el doctor Turrión, es recomendable pedir cita si:
- El aspecto blanquecino persiste más de dos semanas.
- Aparece acompañado de dolor, sangrado, mal sabor constante, fisuras profundas o placas adherentes.
- Se asocia a fiebre, pérdida de peso, fatiga o ganglios inflamados.
“En esos casos, una valoración médica permite descartar infecciones, deficiencias nutricionales o enfermedades sistémicas”, advierte.
Pruebas para encontrar la causa
La evaluación comienza con una exploración física de la lengua y la cavidad oral. Dependiendo de lo que observe el especialista, pueden solicitarse cultivos orales, análisis de sangre, pruebas de glucemia o estudios digestivos.
Estas herramientas permiten identificar si el origen es una infección, un déficit nutricional, un problema hepático o cualquier otra condición que requiera tratamiento específico.
Tratamientos y cuidados en casa
El abordaje dependerá del origen del problema:
- Higiene deficiente: reforzar la limpieza oral y el cepillado lingual.
- Infección por hongos: antifúngicos tópicos o sistémicos.
- Enfermedad sistémica: tratamiento dirigido a la patología de base.
Además, hay medidas sencillas que ayudan a mejorar el aspecto de la lengua y a prevenir su reaparición: mantenerse bien hidratado, evitar el tabaco y seguir una dieta variada y rica en frutas y verduras.