¿Harta de tantos pensamientos negativos? Entrena así tu cerebro para el optimismo

Entrevistamos a un experto en neurociencia que nos explica por qué pensamos en negativo y nos da todas las claves para tener un cerebro más optimista y vivir mejor

por Nuria Safont
chica bailando feliz

¿Sabías que el cerebro no entiende la realidad tal cuál la ve, sino que la interpreta? Para nuestro cerebro, la verdad no existe, solo existen las creencias. Es más, la mente tiende a aceptar lo que nos repetimos, sobre nosotros mismos, como si es sobre los demás o una determinada situación. Tanto si es positivo como si es negativo. Es decir, si constantemente te machacas con ideas que puedan minar tu autoestima, o si piensas que todo puede ir mal (profecía autocumplida), tu cerebro se lo creerá. Por ello, lo más inteligente es que intentemos aprovechar esta forma de funcionar de nuestra mente a nuestro favor. De esta premisa surge el libro 'El cerebro optimista', del Dr. Mikel Alonso López, (Ed. Urano). Este experto se ha especializado en neurociencia aplicada al comportamiento y las emociones y nos propone reorganizar la programación básica del cerebro trabajando los hábitos, las creencias y el autoconocimiento desde la neurociencia más actual. ¿Quieres un cerebro más optimista? Entonces, no te pierdas la entrevista que nos ha concedido. 

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¿Qué te inspiró a escribir El cerebro optimista?

La idea fue tomando forma en mi cabeza durante años, y después de la pandemia sentí que era el momento de hacerlo; la sociedad necesitaba optimismo, esperanza. Así que fue empezar con el proyecto y acabé totalmente inmerso; en un mes y medio ya estaba prácticamente terminado. Me encanta el desarrollo personal y la autoayuda. Llevaba tiempo pensando en escribir un libro para transferir conocimiento científico generado en las investigaciones sobre el cerebro que hacemos en la universidad, pero con un enfoque divulgativo. Pero, sobre todo, práctico, para ayudar a que las personas comprendan cómo funciona su cerebro, cómo cambiar aquello que no nos gusta de nuestra vida, y qué deben hacer para ser un poco más felices, para desarrollar su cerebro más optimista. Mi idea era que su contenido fuese comprensible para todo el mundo, que no se necesitaran conocimientos previos.

¿Cuál es la principal premisa del libro y cómo llegaste a ella?

Hay un aspecto que quiero dejar claro. Si por algo destaca nuestro cerebro es por su facilidad para cambiar. Si algo no te gusta de tu vida, da igual la edad que tengas, puedes cambiar y convertirte en la persona que quieres ser. Esa expresión tan extendida “ya soy muy mayor para cambiar” es totalmente incierta. Se puede cambiar en cualquier momento. La edad no es un impedimento. Pero para ello, debes comprender los mecanismos cerebrales que tienes para utilizarlos a tu favor, y tener cuidado con aquellos aspectos que te frenan en tu búsqueda por tener un cerebro optimista. Tenemos estructuras cerebrales maravillosas para sobrevivir y procrear, pero realmente tu cerebro no está programado para que seas feliz, no es su objetivo. Está adaptado para que sobrevivas en un entorno físicamente hostil (para que no te coma un leopardo), pero no para vivir en este mundo digital, hiperconectado y estresante. A la evolución no le ha dado tiempo a adaptarse, en “solo” unos miles de años a un cambio tan importante, así que debemos aprender a vivir en nuestra época con un cerebro adaptado a otra.

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¿Cómo afecta la neurociencia al optimismo y la percepción positiva de la vida?

Comprendiendo el funcionamiento de nuestro cerebro y sistema nervioso, podemos controlar aquellos sistemas de nuestro cerebro que nos pueden jugar malas pasadas en la percepción positiva de la vida y el optimismo, como el sistema default. Es una manera de funcionar de nuestro cerebro, que hace que si dejamos la mente divagar comencemos a generar pensamientos negativos de forma automática (ANTs). Era de mucha utilidad cuando te podía atacar un depredador en cualquier momento y acabar con tu vida, pero no es la situación hoy en día. En cambio, tenemos mecanismos que expongo en el libro junto con ejercicios prácticos, como la neuroplasticidad autodirigida, o el aprendizaje por error de previsión, que nos ayudan a cambiar para lograr ser quienes queremos ser.

 

¿Cuáles son las principales diferencias entre el cerebro optimista y el cerebro pesimista?

El optimismo y el pesimismo se encuentran en zonas diferentes del cerebro. Curiosamente, todos somos parecidos en cuanto al nivel de positivismo, no hay grandes diferencias. Donde sí que las hay es en el pesimismo. Existen personas que controlan los pensamientos negativos y los estímulos externos pesimistas, y por ello tienen un enfoque mucho más positivo de la vida. Lo peor que podemos hacer es ponernos en lo peor, pensar en negativo. Porque eso nos hace generar imágenes de esas situaciones, y para nuestro cerebro las imágenes generadas visualizando son iguales que las de la realidad. Así que “ponerse en lo peor” para luego, si las cosas salen bien alegrarse, no es una buena estrategia.

¿Cómo podemos reorganizar la programación básica del cerebro para trabajar los hábitos, las creencias y el autoconocimiento desde la neurociencia más actual?

Nuestro comportamiento es principalmente automático, emocional e intuitivo. De las 35.000 decisiones que tomamos cada día, según estudios científicos, el 99,74% se hacen de forma inconsciente, no nos enteramos. Nuestro cerebro consume entre el 25% y el 30% de los nutrientes de nuestro cuerpo, y por ello le encanta ahorrar energía, “hacer lo de siempre”. El cambio debe ser consciente, creando un nuevo camino neuronal, que al principio competirá con la antigua forma de pensar y de comportarse, pero poco a poco se irá haciendo más y más fuerte hasta sustituir al otro. Al principio puede que nos cueste por la tendencia a repetir hábitos, pero también tenemos la neuroplasticidad y neurogénesis para ayudarnos. Y, mientras tanto, aplicamos el “fake it until you make it”. Es decir, si no nos sale todas las veces, finjamos que sí; que nuestra mente le diga a nuestro cerebro que ya estamos en camino.

¿Podrías contarnos más sobre tu solución para dejar de fumar "Freemind" y cómo aplicas la neurociencia para la ayuda y desarrollo personal?

Nuestro cerebro está preparado para el cambio. Intentar dejar de fumar mediante la fuerza de voluntad es una tortura, y además la probabilidad de recaer es elevada. Lo importante es crear nuevos caminos neuronales que sustituyan a los actuales del fumador. De esta forma, el cerebro se convierte en “no fumador” de forma automática e inconsciente, sin sufrimiento. Para ello es importante planificar el cambio, porque debe hacerse de forma consciente.

En cuanto a la ayuda y desarrollo personal, lo primero que debemos hacer es cambiar la forma de pensar. Nuestra mente cambia físicamente nuestro cerebro. Se crean nuevas conexiones entre neuronas y se debilitan otras. Literalmente, el cerebro se reestructura. Es importante conocerse bien para planificar qué queremos cambiar, y a dónde queremos llegar. El movimiento sin dirección nos significa que se avance hacia el lugar que deseamos.

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¿Qué papel juega la neurociencia en el ámbito del rendimiento deportivo y el neuromarketing?

En el ámbito del rendimiento deportivo es fundamental, dado que podemos tener datos cerebrales que indican si un jugador está atento, si está pensando en exceso, si tiene estrés, si está relajado, qué tipo de emociones tiene… Todo esto sirve para realizar el entrenamiento mental apropiado y ver si se está avanzando. Muchas veces los deportistas piensan en exceso mientras compiten. Entrenar la mente es tan importante o más que entrenar el físico. No nos olvidemos que es el cerebro el que mueve el cuerpo. Cuando me refiero a mente, es a los pensamientos que tenemos, y el cerebro es la parte física. Sería como en un ordenador el sistema operativo o software (mente) y la parte física, como la CPU o la pantalla (cerebro).

En el neuromarketing, nos sirve para investigar las emociones que tienen los consumidores y así poder adaptarse mejor a sus necesidades. Cuando estamos preguntando al consciente, lo hacemos a la parte cognitiva, racional. Pero, como ya he comentado antes, en el 99,74% de nuestras decisiones, la voz mandante la llevan el inconsciente y las emociones; por ello se precisa información sobre esa parte, que solo se puede obtener de manera científica con aparatos de neurociencia, como el electroencefalograma o la resonancia magnética funcional por imagen.

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¿Cómo podemos utilizar las creencias y la repetición para nuestro beneficio en lugar de perjudicarnos?

Cuando pensamos y actuamos de forma distinta, estamos creando un nuevo camino neuronal. Si lo utilizamos (es decir, si actuamos y pensamos de esa manera) de forma consciente, mediante la repetición, se convierte en aquel que el cerebro utiliza por defecto, porque es el que menos energía consume. Por ello debemos empezar a actuar de la manera apropiada con urgencia, para entrenar nuestro cerebro. Pero no solo actuar, dado que debemos ser coherentes. Lo que nos decimos, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos debe ir en la misma línea. Si no es así, es como si te tiraran de un brazo para un lado y de una pierna para el otro.

¿Qué hábitos y creencias pueden ayudarnos a trabajar en nuestro autoconocimiento y a cambiar nuestra forma interna de ser felices?

La ciencia ha estudiado que existen algunos aspectos que procuran felicidad, como por ejemplo la risa, el mindfulness, la activación del cuerpo, la música, la amistad, ayudar a otras personas, aprender o amar. Aquí es donde es clave el autoconocimiento, para que cada uno sepa cuáles de todos ellos son los más apropiados para esa persona. Es como una paella, a la cual puedes añadir ingredientes muy variados, como marisco, pollo, caracoles, verduras… pero ¿cuáles son los que más te gustan a ti? Tienes que componer tu propia paella personalizada.

 

¿Cuáles son las herramientas prácticas que proporcionas en tu libro para llevar a cabo el proceso de transformación?

Tener un autodiálogo apropiado, trabajar el autoconocimiento, visualizar, la atención con intención o mindfulness, quemar las naves, planificar, parar el aburrimiento y la queja, huir de lugares y personas tóxicas, aprender, practicar la resiliencia, la regulación de algunas emociones… Cada una de ellas tiene sus ejercicios prácticos para pasar a la acción, otro de los elementos fundamentales.

¿Qué papel juega el aprendizaje en la salud de nuestras neuronas y cómo podemos aprovecharlo para nuestra felicidad?

Es un elemento fundamental. En este sentido, existen mitos absurdos como que a partir de cierta edad ya nos cuesta mucho más aprender. El refrán “perro viejo no aprende trucos nuevos” es falso. Generamos miles de neuronas nuevas cada día, y podemos aprovecharlas para adaptarnos y aprender aquello que queramos. Los ejemplos de personas que a edades muy avanzadas comenzaron carreras brillantes en sus áreas son numerosos.

Además, nuestro techo de aprendizaje está mucho más arriba de lo que creemos. Nos paramos en un punto en el cual lo que aprendemos nos es funcional, se llama el “umbral ok”. Pero podemos romper ese techo de cristal y profundizar mucho más en el conocimiento. Es como aprender a conducir por una gran ciudad. Cuando nos conocemos las avenidas principales y alguna secundaria y nos es útil para ir donde queremos y volver, solemos dejar de aprender. Pero podríamos conocer casi la ciudad completa, es solo cuestión de dedicarle interés y tiempo. Cuando somos niños tenemos mucho de ambas cosas. Es cuestión de ponernos a ello.

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¿Por qué el aburrimiento puede ser veneno para nuestra autoestima y cómo podemos evitarlo?

El aburrimiento hace que se active el sistema default que hemos mencionado antes, y que empecemos a generar ANTS (pensamientos automáticos negativos). Es una herencia de la evolución. Aquellos antepasados nuestros que no se ponían en lo peor en un entorno muy hostil, acababan sin poder reproducirse, no sobrevivían.

Contra el aburrimiento, lo mejor es aprender y practicar el mindfulness, estar atento a este momento, a este instante. Son dos remedios magníficos para desactivar el sistema default.

¿Cómo pueden las personas con trastornos de ansiedad o depresión aplicar los conceptos de tu libro en su vida diaria?

Nuestro cerebro funciona de manera modular. Un grupo de neuronas que realiza una tarea tienen muchas conexiones entre ellas (forman una comunidad), y algunas con el resto de módulos. Esto significa que, si un módulo está realizando una tarea de forma que nos produzca ansiedad o tristeza extrema, no va a haber otro que reevalúe esa situación; todo el sistema reaccionará a esa situación. Realizando un cambio consciente y la regulación de las emociones de forma apropiada, se puede modificar las conclusiones que están obteniendo esos módulos y cambiarlas por otras. Todo este proceso se realiza mediante planificación y ejercicios prácticos expuestos en el libro.

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¿Cómo influyen las redes sociales y los medios de comunicación en nuestra perspectiva del mundo y nuestra capacidad para ser optimistas?

Influyen muchísimo. La percepción de que el mundo es un lugar terrible y de que pasan continuamente cosas muy negativas es terrible para nuestro cerebro, y para la intención de cambiar y ser optimistas. El área cerebral responsable de la supervivencia y el de nuestros hábitos están juntas físicamente en el cerebro. Cuando tenemos miedo por algo, nuestra primera respuesta es hacer lo de siempre. Esto nos lleva a situaciones tan absurdas como que, al tener miedo a morirnos por fumar, nuestra primera respuesta sea ir al hábito, que es fumar.

En el caso de la comunicación externa negativa continua, el miedo a que nos pase lo mismo que a las personas que vemos, por ejemplo, en el telediario, nos lleva a que no cambiemos, a que sigamos haciendo lo de siempre, nuestros hábitos. Aunque no nos procuren felicidad, pero estamos acostumbrados a ellos.

¿Cuáles son los mayores obstáculos para adoptar una mentalidad optimista y cómo se pueden superar?

Uno de los principales errores que cometemos se da en la forma en la que nos hablamos. A nuestro cerebro le encanta tener razón, y si nos ponemos nosotros mismos barreras o trabas, acaba yendo directo a corroborarlas, a hacerlas reales, para así acertar. Hablarnos con sentimiento de autocapacidad es uno de los aspectos más importantes, y al combinarlo con una buena planificación, nuestra mente convence a nuestro cerebro de que lo que estamos diciéndonos es posible, y ahí comienza todo a dispararse. El efecto Galatea, la profecía autocumplida, el aprendizaje por error de previsión… todo empieza a sumar para conseguir una mentalidad optimista. Y, además, la suerte favorece a los optimistas. La explicación de esto, es que, cuando tenemos una mentalidad optimista, estamos más predispuestos al aprendizaje, más atentos a los estímulos que nos ayudan a lograr los objetivos, y por ello somos capaces de aprovechar mejor las oportunidades de la vida. Y muchas veces lo percibimos como “¡menuda suerte que ha tenido”!

Para terminar, ¿qué consejo le darías a alguien que quiere mejorar su pensamiento positivo?

La vida está para vivirla, no para sobrevivir. La mayoría de las barreras nos las ponemos nosotros mismos, con nuestra forma de pensar, nuestras creencias, nuestros hábitos. En cualquier momento, no importa la edad, puedes empezar a convertirte en la persona que quieres ser. Algunos han comenzado a correr maratones con más de ochenta años. Cada día volvemos a nacer, y eso es un acto que debe ser celebrado aprovechando el tiempo que tenemos, haciendo que cuente. Todos tenemos dos vidas, la segunda empieza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una.