Una cesta de la compra que no deja de subir y un nivel adquisitivo de las familias bajas y medias estancado. Con esta realidad a la que nos enfrentamos, cualquier circunstancia es buena para ahorrar algo de dinero cuando vamos al mercado.
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La Navidad está a la vuelta de la esquina y ya sabemos que es la época del año en que se produce un mayor encarecimiento de los alimentos. Así que, más que nunca, conviene prestar atención estos días para adquirir a un menor precio alimentos que sabemos con seguridad van a formar parte de nuestros menús. En este sentido, siempre es buena idea comprar producto fresco ahora, congelar y evitar así los costes más altos.
Ahora bien, no todos los alimentos pueden ser sometidos a este proceso. Además, los que sí son susceptibles, deben congelarse en unas condiciones concretas si no queremos ‘arruinarlos’. Por eso, nunca está demás, en esta época del año repasar algunos consejos prácticos en este sentido:
MARISCOS
Este tipo de productos son los que, año tras año, suelen sufrir un mayor incremento de precio en las fiestas. De hecho, puede llegar a duplicarse, incluso triplicarse. La buena noticia es que muchos de ellos se pueden comprar frescos y congelar. Eso sí, encontramos también algunas excepciones:
- Centollo, buey de mar, nécora, bogavante. Se aconseja cocerlos antes de congelar y envolver en un paño que hayamos humedecido en agua de mar o en el agua que hemos empleado en su cocción, escurriéndolo para evitar el exceso de agua. Después recubrirlo con papel film o meterlo dentro de una bolsa de congelación. Aguantarán dentro del congelador durante 3-4 semanas.
- Langostinos, gambas, cigalas, carabineros. Se pueden congelar en crudo, sobre todo si los vamos a comer a la plancha. Aunque si vamos a darles otros usos, también se pueden congelar una vez cocidos. Aguantan 5-6 meses.
- Bivalvos (almejas, berberechos y navajas). No son los más aptos para congelar, pero sí se puede hacer. Eso sí, deberás congelarlos muy limpios y estando aún vivos. Para limpiarlos, lavarlos muy bien. Dejarlos purgar en agua con sal para que suelten arena. Aclararlos de nuevo. Sécalos ligeramente y congelarlos en bolsas bien cerradas. Puedes tenerlos en el congelador de 2 a 3 meses.
- Ostras y percebes. Estos son los mariscos que no te recomendamos someter nunca a congelación.
PESCADOS
También suelen subir su precio en Navidad, sobre todo los más característicos de estas fechas (rapes, besugos, lubinas, rodaballos, salmones, merluzas…). Por ello, comprarlos con antelación puede traducirse en ahorrar un dinero. Y es que, congelándolo con garantías, el pescado estará perfectamente para cuando quieras cocinarlo.
Para su congelación: debes comprarlo fresco y pedir en la pescadería que nos lo limpien bien de escamas y vísceras. En casa, lo lavas, secas y congelas en función de cómo vayas a cocinarlo (puede ser entero o en trozos). Envásalo al vacío o mételo en bolsas de congelación. También puedes envolverlo en papel film bien apretado para que la superficie del pescado no se queme por efecto de la congelación.
CARNES
Solomillo de ternera, capón, pularda, cochinillo, cordero… son algunos de los clásicos más demandados en Navidad por los más ‘carnívoros’. La ventaja aquí es que, cualquier carne fresca se puede congelar y es un producto que aguanta más tiempo las temperaturas mínimas.
Para su congelación: lo ideal es quitarles el exceso de grasa, trocearla (a no ser que se traten de piezas como el cordero, el cochinillo, el pato, algunas aves… que podemos mantenerlas enteras si vamos a cocinarlas así), envolverlas, en pequeñas cantidades, con papel film, envasarlas al vacío o meterlas dentro de bolsas herméticas.
Recuerda que no solo las carnes frescas congelan bien, sino muchos guisos hechos con ellas (especialmente las carnes en salsa) también. Una forma de poder cocinar con antelación y así no tener que estar entre pucheros los días señalados.
Desaconsejado: recuerda que lo que no se recomienda congelar son las carnes secas: embutidos, fiambres, salazones… porque se secarían en exceso.
DESCONGELACIÓN
Tan importante como congelar bien, es llevar a cabo un proceso de descongelación adecuado. Aquí, la norma general es hacerlo siempre en la nevera, nunca a temperatura ambiente (ya que la superficie será lo primero que se descongele, creará una capa de agua y, dependiendo del ambiente que haya en la cocina, podría favorecer el crecimiento de unas bacterias que se multiplican fácilmente).
Mejor descongela en la parte baja de la nevera, justo encima de los cajones destinados a las frutas y verduras, para evitar que los líquidos se derramen sobre otros alimentos y lo más lejos posible de la puerta.
En el caso de los mariscos, si son crudos y llevan cáscara (como pueden ser unas gambas o cualquier crustáceo), puedes sumergirlos en agua fría durante unos minutos. Si vives cerca del mar, aprovecha y hazlo con agua salada. Si no, echa un pequeño puñado de sal gorda en el bol en el que introduzcas las piezas. Una buena idea también puede ser descongelar sobre una rejilla para que el alimento no esté en contacto con el líquido de congelación.
