¿Qué te parecería poder combatir la flacidez, disminuir la aparición de arrugas y conseguir una mejor textura en la piel? ¿Y si además te dijéramos que lo puedes conseguir gracias a un masaje? Esto que suena demasiado bien es la radiofrecuencia facial, un procedimiento que calienta las diferentes capas de la dermis estimulando los fibroblastos (células de la dermis) y provocando la formación de colágeno y elastina.
Así, en su intento por alcanzar el más difícil de los retos, que no es otro que hacer frente a los inevitables signos del envejecimiento, la industria de la belleza ha desarrollado esta maravillosa técnica que ya se ha convertido en un imprescindible de todos los centros estéticos. Y motivos no le faltan, ya que además de aportar firmeza y reducir las líneas de expresión -provocadas por diferentes causas-, Patricia Garín, terapeuta de The Beauty Concept, asegura que "refuerza el sistema circulatorio e hidrata el tejido de forma profunda". Esto sumado a la gran ventaja de que no hay agujas de por medio, hace que cada vez gane más adeptos, incluidos hombres.
Por esto y porque tiene resultados realmente visibles, merece (y mucho) la pena que descubras, de la mano de los expertos, todo lo que la radiofrecuencia facial puede hacer por ti.
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Más allá del rostro
Aunque nos solamos centrar principalmente en las arrugas de la frente o las patas de gallo, con la radiofrecuencia se pueden tratar muchas más zonas, como son el cuello y escote, dos de las partes donde más se nota el paso de la edad. Pero además, Esther Llongueras, responsable de estética de Llongueras, nos cuenta que "también es altamente efectiva si se busca reducir el doble mentón, redefinir el óvalo facial, incrementar la elasticidad y tonificación y, en el caso del cuerpo, reducir la grasa y la celulitis".