La escultural supermodelo descubrió Formentera en el invierno de 2001. "Era otra isla completamente distinta a la que es ahora. Me atrapó desde el primer momento", nos dice. © The Crew

Eugenia Silva nos revela sus rincones secretos de Formentera, su isla paraíso personal

'Esta isla es parte de mi vida, llegué en un momento en el que buscaba paz, tranquilidad y anonimato, cuando vivía en Nueva York, y me lo dio'


12 de mayo de 2025 - 6:32 CEST

El idilio de Eugenia Silva con Formentera comenzó hace más de dos décadas, en 2001, y, al contrario de lo que se pudiera pensar, no fue durante unas vacaciones de verano, sino en invierno, cuando contactó por primera vez con la isla pitiusa.

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La escultural supermodelo descubrió Formentera en el invierno de 2001. "Era otra isla completamente distinta a la que es ahora. Me atrapó desde el primer momento", nos dice. © The Crew
La escultural supermodelo descubrió Formentera en el invierno de 2001. "Era otra isla completamente distinta a la que es ahora. Me atrapó desde el primer momento", nos dice.

"Era otra isla completamente distinta a la que es ahora. Me atrapó desde el primer momento y supe que formaría parte de mi vida para siempre", nos cuenta la modelo y empresaria. 

"Tardo un tiempo en acostumbrarme al ritmo de la isla. No puedes ir con prisas y me encanta que sea así: un ritmo totalmente distinto al de cualquier otra parte"

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Eugenia, que tiene una casa en la isla, Can Eu, con uno de sus looks favoritos para salir de noche en Formentera: "vestido de punto o macramé y muchos collares"

Y así fue. Entre pinos, higueras, algarrobos y chumberas, se encuentra su casa, Can Eu, una estructura de diversos cubos integrada en el agreste paisaje balear que la madrileña ha convertido en su refugio.

"Me gusta el olor a pino y el agua turquesa, bañarme en invierno en el mar y, en verano, quedarme en casa desayunando higos de mi higuera"

© Getty Images
El característico color turquesa de las aguas de esta isla de las Baleares.
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—Eugenia, descríbenos Formentera en tres palabras.

—Salvaje, arisca y bella.

—Después de tantos años viniendo, ¿la consideras tu segundo hogar?

—No, ya me gustaría. Es un lugar del que me gusta disfrutar y en el que soy muy feliz. Hubo un tiempo, cuando tenía el bar del pueblo, Can Toni, que estaba mucho más involucrada en el día a día de la isla. Aun así, estoy al tanto de todos los eventos culturales y movimientos juveniles, en los que me gusta participar.

—¿Cuáles son tus recuerdos más emotivos de Formentera?

—Formentera es parte de mi vida; llegué en un momento en el que buscaba paz, tranquilidad y anonimato, cuando vivía en Nueva York, y me lo dio. Me gusta la Formentera de las tormentas, cuando cierran el puerto y te quedas aislada; me gusta el olor a pino y el agua turquesa; bañarme en invierno en el mar y, en verano, quedarme en casa desayunando higos de mi higuera. Es el sitio al que vengo cuando necesito paz.

"Salvaje, arisca y bella" Así describe Eugenia a Formentera, la isla que descubrió hace más de 20 años y donde no hace vida de "veraneante". "No voy a los sitios turísticos —añade­— ni a los restaurantes de moda; no conozco el último sitio que han abierto"

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Junto al Mehari que utiliza para moverse por la isla
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Uno de los dos faros, para Eugenia, uno de los lugares mágicos de la pitiusa

—¿Dirías que tus estancias aquí son sanadoras?

Me gusta pasar períodos largos porque tardo un tiempo en acostumbrarme al ritmo de la isla. No puedes ir con prisas y me encanta que sea así, que sea un ritmo totalmente distinto al que vivo en cualquier otra parte. Tampoco vivo la isla como un visitante, no voy a los sitios turísticos ni a los restaurantes de moda; no conozco el último sitio que han abierto… 

La verdad es que me da un poco de rabia que la isla se está convirtiendo en algo cercano a un parque temático. Me gustaría que todo el que viene fuera respetuoso con la gente que vive aquí, con los locales y con su naturaleza. Detesto ver la isla llena de barcos grandes y lujosos, que no se preocupan por lo que dejan detrás.

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Con sus hijos, Alfonso y Jerónimo —nacidos de su relación con Alfonso de Borbón—, desayunando en la terraza
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Postales, artesanía y recuerdos

—Entonces, ¿te sientes completamente integrada en la vida de la isla?

—Sí, como decía, no hago vida de veraneante. Voy a exposiciones de amigos y artistas locales, me gusta comprar en los mercados de los payeses, creo que es fundamental el apoyo permanente a la agricultura y la producción local, y también es mucho más bonito vivirlo así. Los amigos de mis hijos son chicos de la isla, juegan al fútbol en el colegio del pueblo… Me parece la manera más bonita de vivir en un lugar.

—Formentera se asocia a vacaciones y a verano. Para ti, ¿cuál es la mejor época para venir?

—Cualquier época es perfecta y tiene su gracia… En invierno está más desierta y hay peores comunicaciones, pero tiene una magia única. Yo he pasado aquí algunas navidades y la isla es un sueño. Es verdad que es más incómodo porque hay menos negocios abiertos, pero a la vez te da una libertad que no tienes en verano. La primavera es maravillosa, porque los días empiezan a ser más largos y el agua, más calentita, y el otoño es nostálgico y muy bonito. Los días se van acortando y la gente se va yendo.

"Básicamente, hacemos vida en casa, vamos un rato a la playa al final de día, hacemos mucho deporte y también exploramos calas nuevas"

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Eugenia, en el jardín de su casa.

—¿Cuáles son tus planes favoritos para hacer con tu familia?

 —Básicamente, hacemos vida casera, prácticamente no salimos a ningún sitio a cenar o a comer, invitamos a gente a casa y hacemos comidas interminables. Vamos un rato a la playa al final del día y hacemos mucho deporte. Yo tengo un profesor de yoga maravilloso aquí y aprovecho para dar una clase al día. El resto, hacemos excursiones, exploramos calas nuevas… y si hay amigos que han venido, vamos a verles.

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Una fotografía de su álbum personal, junto a su padre, Antonio Silva, durante una de sus estancias en la isla

—¿Tu momento del día preferido en Can Eu?

—El desayuno. Me suelo levantar la primera, me tomo un té cuando la casa está en silencio, cojo algunos higos para el desayuno, bajo a por ensaimadas al pueblo… Y cuando la casa se empieza a poner en movimiento, el desayuno ya está listo. La gente se va levantando lentamente, como corresponde a las vacaciones…es un auténtico placer.

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"Tengo un profesor de yoga maravilloso aquí y aprovecho para dar una clase al día", nos dice Eugenia, a la que vemos aquí disfrutando del sol en el jardín de Can Eu, su casa de estilo payés, que se funde con el paisaje agreste de la isla balear.

"Cualquier época es perfecta para venir y tiene su gracia... En invierno está desierta y hay peores comunicaciones, pero tiene una magia única"

—Una ruta para disfrutar del paisaje natural, de pueblos recónditos...

—Siempre he dicho que la isla hay que hacérsela con calma, porque la gente está habituada a venir en barco, bajarse, comer e irse. Hay que darle tiempo y dormir en ella. Es una isla muy distinta a lo que se ve desde fuera.

—¿Cuál es la sorpresa inesperada que guarda al que visita Formentera por primera vez?

—A quien le guste la arqueología, hay muchos restos arqueológicos para ver; también la oferta cultural es amplia, aunque eso a veces, en un sitio de vacaciones, lo dejamos para lo último.

Imprescindibles

Una playa:

Cualquiera de Illetes. En Formentera es muy importante ver de dónde viene el viento, para que ir a la playa sea una experiencia cómoda.

Un lugar mágico:

Los dos faros, uno en cada punta de la isla.

Un restaurante:

Es Caló, año tras año, sigue siendo mi preferido.

© @restaurant_escalo
La terraza con vistas al mar de Es Caló, el restaurante preferido de la modelo

Un plato local irresistible:

Calamar o pulpo con sobrasada.

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Para tomar una copa:

El hotel Teranka y su maravillosa terraza.

Un plan tranquilo:

El pueblo de San Francesc, tomar uno de los helados artesanales increíbles de Lada Crem y después dar un paseo por la plaza de la iglesia y las callecitas de alrededor.

© The Crew

Tiendas de moda:

Prefiero ir a talleres o al mercadillo de La Mola. Tengo amigos que fabrican sus propias prendas.

En la maleta:

Tejidos naturales, algún jersey por si refresca y trapos que uso de falda, cuello o toalla en la playa. Y libros de Raymond Carver, Natalia Ginzburg, Milena Busquets, Labatut...

"Detesto ver la isla llena de barcos grandes y lujosos, que no se preocupan por lo que dejan detrás"

© The Crew

Tu look de playa:  

Bikini o traje de baño, sandalias Birkenstock, camisa grande y pareo. Y una bolsa inmensa de tela de saco en la que llevo mil cosas.

Tu look de noche:

Vestido de punto o macramé, camisa y pantalones anchos, sandalias, pelo mojado y muchos collares.

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