Ha pasado un mes desde que salió de Washington y parece que se está adaptando muy bien a su nueva vida bajo el sol de Miami. Ivanka Trump ha pasado de ser una de las mujeres más poderosas de América, por su papel como asesora presidencial, a llevar una vida más pausada, lejos de la Casa Blanca.

“Ivanka y Jared quieren, por el momento, centrarse exclusivamente en su familia y relajarse”, aseguraba en la prensa estadounidense un colaborador cercano a la pareja. Y parece que eso es lo que están haciendo. Se mudaron con sus tres hijos —Arabella, de nueve años; Joseph, de siete, y Theodore, de cuatro— a una vivienda en el exclusivo edificio Arte, en Surfside, con vistas al océano Atlántico —como informábamos en el número de la semana pasada—, hasta que esté lista su nueva casa en Indian Creek, una propiedad que antes pertenecía a Julio Iglesias.

En los últimos días, en los que su padre, Donald Trump, ha vuelto a la primera línea de actualidad por el segundo impeachment de su carrera —del que ha sido absuelto por el Senado—, Ivanka ha sido fotografiada disfrutando de su nuevo paraíso. Ha pasado tiempo con sus hijos jugando en la piscina, ha salido con ellos a algunos establecimientos de la ciudad, ha aprovechado para hacer deporte con su marido por el paseo de la playa y también han hecho una de las excursiones más típicas de la ciudad: han visitado, en una lancha, los Everglades.

Atrás han quedado ya sus días en Washington, algo que también se refleja en su vestuario, ahora más relajado, con pantalones, zapatos planos, vestidos de playa y ropa deportiva.

Cerca de allí, en Palm Beach, en la residencia Mar-a-Lago, también ha empezado una nueva etapa su padre, quien ha dicho en más de una ocasión que está en sus planes presentarse como candidato a la presidencia en las próximas elecciones.