¿Y si la siesta no te sienta bien? Estas pueden ser las razones

Hay personas para las que ese rato de descanso después de comer no resulta reparador. La duración y la postura pueden ser las culpables

Por Pilar Hernán

Para muchas personas, nada hay más reconfortante que ese ratito de placer de después de comer que se dedica a la siesta. Unos minutos de desconexión en los que aprovechamos para descansar y retomar la tarde con más energía. Pero también hay personas que lo tienen claro: la siesta no les hace bien. Por eso, nos hemos preguntado si siempre es buena idea hacer un parón después de comer para echarse la siesta. “Lo de ‘siempre’ es mucho decir, muy taxativo. Lo dejamos en que, en general, puede ser ‘saludable’. La hora de la siesta, después de la comida, es un momento del día de somnolencia fisiológica ‘menor’, no tan intensa como la nocturna. En gran parte de la población, especialmente si ha madrugado mucho y con la edad, puede ser muy refrescante si se hace bien”, nos comenta Óscar Larrosa, neurofisiólogo especialista en medicina del sueño, responsable clínico-asistencial de la Unidad de Medicina del Sueño en MIP Salud y médico especialista en medicina del sueño en Neuroekin.

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Por qué puede sentarnos mal la siesta

Le comentamos al especialista que hay personas que apuntan incluso que no les viene bien, que se levantan peor, ¿cuál cree que puede ser el motivo? En su opinión, el principal motivo es la excesiva duración. “En la siesta hay que evitar entrar en sueño profundo, ya que el despertar de la misma suele ser problemático, uno se siente espeso, con ‘resaca de sueño’, poco espabilad”, nos comenta. Y añade la primera recomendación, en relación a este tema de la duración: la siesta en general debe de ser corta, de 20 a 30 minutos. Otro factor que hay que tener en cuenta según su opinión es la postura durante la siesta, que también puede influir, especialmente en los casos que sea involuntaria. “Uno se queda dormido en el sofá o sillón en mala postura y se levanta dolorido muscularmente, con mal cuerpo”, nos dice.

Así debe ser una buena siesta

¿Qué características debe tener la siesta para que sea realmente una costumbre saludable? En opinión de Óscar Larrosa, en general, debe ser corta, para que sea solo con sueño superficial, y en postura razonablemente cómoda, tumbado reclinado mejor que sentado, especialmente si es en sofá o similar. “No debe ser muy tardía, que no acabe a ser posible más allá de las 15:30-16:00 (y esto con los horarios de España, lo suyo sería dormirla antes a nivel de idoneidad biológica). Las personas que ‘necesitan’ una siesta y les cuesta mantenerse despiertos en situación de reposo después de comer deben de tener esto en cuenta para organizarla lo mejor posible, que no se alargue y que no sea en posturas inadecuadas al ser casi involuntaria”, nos cuenta.

Teniendo todo esto en cuenta, las conocidas popularmente como 'siestas de pijama y orinal' no son una muy buena idea. “Suelen ser de más de una hora, se entra en sueño profundo y, más con los horarios de España, se levanta uno muy tarde. El sistema cronobiológico corporal toma nota de lo que se ha dormido y a qué hora; y, al llegar a la noche, puede considerar que no toca dormir aún, y el sueño tarda más tiempo en aparecer. Una cosa es que sea puntual, días esporádicos que se ha madrugado mucho y sea necesario estar ‘fresco’ por la tarde por circunstancias –o en casos de trabajos a turnos cambiantes, en los que a veces es necesario  para rendir adecuadamente–, pero en general, si es frecuente es un problema, y puede indicar que algo no va bien”, apunta el especialista.

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No echarse la siesta demasiado tarde

Como apuntábamos más arriba, uno de los principales errores es echarse la siesta demasiado tarde, sobre todo si es una costumbre frecuente. “Y especial atención a las ‘siestas’ involuntarias después de cenar, en el sofá viendo la TV, etc. Es un dato de que algo no funciona bien en nuestra cronobiología del ciclo vigilia-sueño, y es de lo más inadecuado que se puede hacer respecto a la higiene del sueño. Si se duerme un rato a esas horas en el sofá o en el sillón, al despertarse e irse a la cama es frecuente que la persona esté extrañamente ‘espabilada’. Esto se debe a que la ventana de somnolencia fisiológica que se abre a esas horas se ha cerrado al dormir un rato y, a veces, cuesta que aparezca otra ventana que se pueda aprovechar. Si uno se está durmiendo en el sofá después de cenar, tiene que irse cuanto antes a la cama para aprovechar la ventana de inicio de sueño nocturno adecuadamente”, sugiere el experto en sueño.

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Ojo con lo que comes antes de la siesta

Otra de las dudas que nos surge es si influye lo que hemos comido en que la siesta sea más o menos provechosa. “Puede influir. Si es una comida muy pesada, la somnolencia postcomida será mayor a corto plazo, más difícil de controlar, y la posibilidad de entrar en sueño profundo es mayor (y ya se ha comentado que no conviene). Y la digestión complicada y/o con gases por el tipo de alimentos o bebidas ingeridas puede ‘chafar’ una siesta y que esta sea inquieta o poco reparadora”, nos cuenta el experto.

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¿Puede la siesta interferir en el sueño nocturno?

En ocasiones, hay personas que prefieren no echarse la siesta tratando de prevenir un problema a posteriori: tardar más en conciliar el sueño cuando llega la noche. El experto nos comenta que si se hace correctamente en duración y horario, según lo comentado, no tiene por qué influir. Eso sí, “si se tiene una dificultad clara para dormir por la noche, momentánea o continuada, puede ser mejor intentar evitarla hasta que el problema nocturno se regularice”, sugiere.

Controlar nuestro ciclo de sueño

Lo cierto es que no siempre le prestamos la atención que requiere a nuestro ciclo de sueño ¿Piensa que deberíamos prestar más atención a nuestro ciclo de sueño? Por supuesto, por salud física y psicológica. Debería hacerse docencia divulgativa sobre el tema a nivel de colegios, universidades y empresas, es muy necesario. Hay que comprender y saber que no solo lo que se hace por la tarde-noche influye en el sueño, lo que se hace por el día influye también mucho, es una cuestión de comportamiento y hábitos durante las 24 horas: horarios de comidas, exposición a la luz suficiente y adecuada en horarios y tipo de luz, niveles y horarios de actividad física y mental (adecuados al  cronotipo personal de actividad-descanso o no), etc.