Explorar el Parque Nacional de Doñana
Y es que no hace falta ser un ágil jinete para disfrutar de una excursión única al paraíso de Doñana: solo 16 kilómetros separan El Rocío del Centro de Recepción El Acebuche (en la imagen), un cortijo que hace las veces de centro de interpretación sobre el Parque Nacional, desde el que parten dos veces al día los camiones 4x4 en los que visitar, de manera controlada y guiada y a lo largo de dos horas, los cuatro ecosistemas que componen el parque. Nos esperan las dunas, el bosque mediterráneo, las playas y las marismas.
¿En la ruta? Nada como llevar los ojos bien abiertos —quizás, también, unos prismáticos—, ya que pueden suceder mil cosas a lo largo del camino. Desde contemplar a animales en total libertad, ya sean ciervos y jabalíes, gatos monteses o, por qué no, linces ibéricos —sería todo un milagro, pero estamos en su territorio—, a descubrir todo un universo relacionado con la ornitología que se desenvuelve en sus 54 mil hectáreas protegidas: hasta 270 especies diferentes de aves migran hasta aquí a lo largo del año. No en vano, al hallarse a dos pasos del Atlántico y del Mediterráneo, y a medio camino entre Europa y África, Doñana es elegida anualmente por miles de aves que hacen parada en sus procesos migratorios. Entre ellas, el águila imperial ibérica, por supuesto.
¿Una última curiosidad? hemos de saber que no estamos en un parque virgen, todo lo contrario. Doñana ha estado habitada desde hace siglos por aquellas familias que aprovechaban los recursos naturales de la zona para desarrollar una economía de subsistencia con actividades como la pesca, el corcho o el carbón. Un lugar único, un verdadero paraíso terrenal, al que bien merece la pena dedicarle todo nuestro tiempo.