Katharine Lucy Mary Worsley, duquesa de Kent, ha fallecido a los 92 años. La Familia Real británica llora la perdida de la mujer del príncipe Eduardo, duque de Kent, uno de los primos favoritos de Isabel II, que fue uno de sus apoyos hasta el final y que como todos los nietos del rey Jorge V ha tenido un lugar destacado en la vida oficial, siendo el elegido para acompañar a la soberana en su último Trooping the Colour, en junio de 2022, y estando en activo hasta abril de 2024. Los Windsor se despiden así de un miembro querido de la familia, una persona de la máxima confianza de la recordada soberana y una mujer que abrió un camino por el que después transitaron todas aquellas que sin tener sangre real han entrado por matrimonio en la realeza británica.
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El Palacio de Buckingham lo ha comunicado: "Con profundo pesar, se anuncia la muerte de Su Alteza Real la Duquesa de Kent. Su Alteza Real falleció pacíficamente anoche en el Palacio de Kensington, rodeada de su familia. El Rey, la Reina y todos los miembros de la Familia Real se unen al Duque de Kent, sus hijos y nietos para lamentar su pérdida y recordar con cariño la devoción de toda la vida de la Duquesa a todas las organizaciones con las que estuvo asociada, su pasión por la música y su empatía por los jóvenes". Deja a su esposo y a sus tres hijos: George, conde de St. Andrews, Lady Helen Taylor y Lord Nicholas Windsor. La duquesa también fue abuela de diez nietos, entre ellos la modelo Lady Amelia Windsor y Lady Marina Windsor, quien anunció su compromiso en junio.
Carlos III fue informado del fallecimiento de la duquesa de Kent a última hora de la tarde del jueves en el Castillo de Balmoral, donde reside actualmente. El soberano británico ha aprobado que el luto real se mantenga hasta el día del funeral inclusive, y que el palacio confirmará más detalles sobre el funeral a su debido tiempo. Durante el período de luto, la familia real y el personal de palacio vestirán ropa que rinda homenaje a este período. Quienes estén en la caballeriza, las caballerizas reales y las tropas en servicio público llevarán brazaletes negros. En cuanto a los compromisos reales de las próximas semanas, las distintas oficinas están considerando el formato y el tono de los mismos durante este período, pero es probable que algunos continúen.
"Llámame Katharine"
La duquesa rara vez fue vista en público desde que decidió retirarse de sus deberes reales en 1996. Katharine enseñó música en una escuela primaria en East Hull durante 13 años y sus experiencias la inspiraron a fundar su propia organización benéfica, Future Talent, que ayuda a jóvenes músicos talentosos de familias de bajos recursos a prosperar. En 2002, tomó la decisión personal de no usar el tratamiento "Su Alteza Real", y es famosa la frase que le dijo a la BBC: "Llámame Katharine".
Sus apariciones públicas más destacadas en los últimos años incluyen la boda del príncipe Harry con Meghan Markle en 2018, un partido de tenis en Wimbledon en 2017 y un servicio en la Abadía de Westminster para celebrar el 60.º aniversario de la coronación de la difunta reina. Su última foto pública fue el 9 de octubre de 2024, durante el 89.º cumpleaños de su esposo. Se la vio en silla de ruedas mientras veían tocar a los tres gaiteros de la Royal Scots Dragoon Guards frente a su residencia en el Palacio de Kensington, Wren House.
La eterna chica de Yorkshire
Entró en la casa real como 'la chica de Yorkshire', como rezaban algunos titulares tendenciosos en referencia a su origen, no humilde porque venía de muy buena familia, pero sí plebeyo. A ella, no obstante, le gustaba ese guiño a la mujer normal que siempre ha sido a pesar de estar casada con el duque de Kent. Era la única hija de William Arthington Worsley, cuarto baronet, y Joyce Morgan Brunner. Uno de sus antepasados era Oliver Cromwell, líder político y militar inglés del siglo XVII que ejecutó a Carlos I. Paradojas del destino, su descendiente ha acabado formando parte de la familia real británica.
Isabel II tenía en alta estima a sus primos. Eduardo y Alejandra de Kent, así como los duques de Gloucester, fueron miembros activos de la familia real durante todo su reinado y siempre les encontrabas a su lado remando a favor de obra. También la duquesa de Kent cumplió impecablemente con su función, a pesar de las reticencias iniciales de su suegra, Marina de Grecia, que soñaba con una mujer de linaje real para su hijo.
El joven Eduardo consiguió convencer a su madre para casarse con Kate, como la llamaban entonces, y también a la Reina, que autorizó el enlace celebrado el 8 de junio de 1961 en York Minster. Fue la primera boda real en York en seis siglos y, como inciso, recordar que fue en este enlace donde se conocieron los reyes Juan Carlos y Sofía. La novia ha sido siempre recordada como una de las más elegantes de su tiempo. Inolvidable su vestido de John Cavanagh confeccionado con más de 250 metros de seda, y la tiara de diamantes y perlas, regalo de su suegra. El mismo diseñador de su vestido nupcial fue el que la vistió en sus primeros actos. No tardó en ganarse la etiqueta de icono de estilo, aunque no era una notoriedad que ella buscase.
El matrimonio se estableció en Anmer Hall, la propiedad de Sandringham que hoy en día utilizan los príncipes de Gales como su casa de campo, y tuvo tres hijos: George Windsor, conde de St Andrews, Lady Helen Taylor y Lord Nicholas Windsor, quienes los han convertido en abuelos en diez ocasiones. Además, en 1977, siete años después del nacimiento del menor, tuvieron un cuarto niño que nació sin vida. Este doloroso episodio marcó profundamente a la Duquesa que sufrió una depresión, como ella misma ha contado años más tarde en una entrevista. "Fue algo horrible lo que sucedió y no pensé que debía darme tiempo para superarlo. No fue un buen período, pero una vez que salí y volví a un estado de normalidad, rápidamente me di cuenta de que a muchas personas les sucede. Nunca he tenido depresión desde entonces", confesó a The Daily Telegraph.
Una royal atípica
Sabía que sus palabras podrían servir de consuelo a otras mujeres. Siempre fue una mujer cercana, una 'chica de Yorkshire' con sensibilidad ante las injusticias y empatía con el que tenía al lado. Lo demostró en incontables ocasiones, como cuando ofreció su hombro para llorar a una tenista derrotada por Steffi Graff en Wimbledon. Su forma de ser y sus vivencias también le llevaron a buscar respuestas y alivio en la espiritualidad, aunque para ello tuviera que dar un paso casi impensable en la monarquía británica. La duquesa de Kent decidió convertirse al catolicismo en 1994, algo nunca visto en más de 300 años. Aun así, Isabel II, jefa de la iglesia anglicana, supo corresponder a su prima con la misma empatía y comprensión de la que ella hacía gala y dio su visto bueno.
No era una royal al uso y añoraba la sencillez de la vida de fuera palacio, pero jamás renegó de sus obligaciones reales y cundo se retiró lo hizo, de nuevo, con el beneplácito de la Reina. En 2002 decidió dar un paso al lado y dejar de utilizar el tratamiento de Alteza Real para volcarse en su gran pasión: la música. La duquesa de Kent ejerció durante 13 años de docente en una escuela de primaria de Kingston Uppon Hull, donde se ofreció como voluntaria al escuchar que hacía falta un profesor de música. También daba clases de piano en un piso que alquiló cerca del palacio de Kensington y en 2004 fundó Future Talent en 2004 junto a Nicholas Robinson. Se trata de una fundación que tiene como objetivo "romper barreras, crear oportunidades y aprovechar el poder de la música para transformar vidas en todo el Reino Unido". Al fin y al cabo, lo que nunca dejó de ejercer es el servicio público. Isabel II probablemente lo sabía y por eso cuando le pidió permiso para llevar a cabo sus insólitos planes le dijo: "Adelante".