La papiroflexia u origami es concebido como un arte. Un arte que practican los adultos porque, entre otras muchas cosas, reduce el estrés que nos acompaña día a día. Pero ¿por qué no convertirlo en una afición para los más pequeños? Fue en el siglo XIX cuando Friedrich Fröebel introdujo esta práctica en sus clases con la finalidad de enseñar las figuras geométricas de una manera sencilla a sus alumnos. Al principio, comenzaron con figuras sencillas en un solo color, pero viendo el éxito que tenía, fue aumentando en dificultad y en colores, para hacerlo mucho más atractivo para todos sus alumnos.
En nuestro sistema educativo, pocas veces vemos esta práctica, pero en casa podemos darle vida a muchos objetos con ellas. De hecho, además de aprender figuras geométricas y reducir el estrés, el convertir una hoja de papel en una pequeña escultura tiene muchos otros beneficios. Porque el origami no es solo doblar un papel una y mil veces, hay instrucciones que seguir para obtener el resultado.