Cuando un niño salta, corre o se sube a un columpio, no solo está jugando, sino que también está entrenando una parte esencial de su desarrollo. Una parte que a menudo pasa desapercibida, pero que no por eso es menos importante: se trata del sistema propioceptivo, un sentido invisible que le permite sentir su cuerpo, calcular la fuerza con la que debe moverlo y, sobre todo, ganar confianza en sí mismo.
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Comprender cómo funciona y cómo estimularlo puede marcar una gran diferencia en su forma de aprender, moverse y relacionarse con el mundo. Por eso hemos hablado con Lorena Ferrer Santana, terapeuta ocupacional de Neural Kids Valencia, quien nos ha explicado en detalle qué es el sistema propioceptivo, cómo darnos cuenta de que nuestro hijo no lo ha desarrollado correctamente y cómo estimularlo para que los niños tengan un desarrollo adecuado.
El sistema propioceptivo nos ayuda a calcular la fuerza, a mantener el equilibrio y a hacer cosas tan cotidianas como coger un vaso sin que se nos caiga o subir una escalera sin mirar los pies
¿Qué es el sistema propioceptivo?
“Es el sentido interno que nos permite saber dónde está cada parte de nuestro cuerpo y cómo se mueve”, responde Ferrer Santana. “Nos ayuda a calcular la fuerza, a mantener el equilibrio y a hacer cosas tan cotidianas como coger un vaso sin que se nos caiga o subir una escalera sin mirar los pies”.
La importancia del sistema propioceptivo en el correcto desarrollo de los niños viene, según nos informa, de que interviene en casi todas las actividades de la vida diaria: desde jugar y correr hasta vestirse, escribir o subir escaleras. “Un buen funcionamiento de este sistema ayuda a que el niño se mueva con coordinación, se organice mejor y regule su fuerza”.
¿Cómo darnos cuenta de que un niño no ha desarrollado correctamente el sistema propioceptivo según lo esperado para su edad?
La terapeuta ocupacional indica que las señales pueden ser diversas y variar, y enumera las más habituales:
- Tropieza o se choca con frecuencia.
- Usa demasiada o muy poca fuerza al escribir, empujar o coger objetos.
- Le cuesta aprender movimientos nuevos o parece “torpe”.
- Busca constantemente actividades intensas (saltar, chocar, empujar) o, por el contrario, evita el esfuerzo físico.
- Se mueve con brusquedad o muestra poca estabilidad postural. Un ejemplo podría ser cuando observamos que nuestro hijo se “tumba” en la mesa cuando se sienta a comer o al hacer la tarea escolar.
Es necesario estar pendiente de esas señales porque, aunque un menor desarrollo del sistema propioceptivo no siempre significa que haya un trastorno, “sí puede estar relacionado con dificultades de coordinación, retrasos en el desarrollo motor o incluso formar parte de otros diagnósticos, como el TDAH o el Trastorno del Espectro Autista (TEA)”.
¿Se puede entrenar el sistema propioceptivo?
“Sí, se puede estimular a través del juego y la actividad física”, responde la especialista de Neural Kids Valencia. “Cosas tan sencillas como saltar, trepar, empujar, arrastrar, llevar mochilas con un poco de peso, bailar o hacer deporte ayudan mucho. Lo importante es que el niño tenga la oportunidad de experimentar con su cuerpo de distintas formas y en diferentes contextos”.
Un buen funcionamiento de este sistema ayuda a que el niño se mueva con coordinación, se organice mejor y regule su fuerza
Ese entrenamiento suele consistir en lo que se denomina integración sensorial, que “es el proceso por el cual el cerebro recibe, organiza y combina la información de todos los sentidos”, como aclara Lorena Ferrer Santana. “Ese proceso permite generar respuestas adaptativas, es decir, acciones y comportamientos que ayudan al niño a relacionarse mejor con su entorno, regular sus emociones y participar en las actividades de la vida diaria”.
Dichas respuestas adaptativas ayudarán, además, al pequeño a ganar confianza en sí mismo, pues las dificultades relacionadas con el sistema propioceptivo pueden dar lugar a que el niño no se sienta bien consigo mismo y acabe desarrollando una baja autoestima. Más aún teniendo en cuenta que un menor desarrollo del sistema propioceptivo no implica necesariamente un menor desarrollo cognitivo, por lo que los niños más mayorcitos percibirán y se darán cuenta de sus dificultades al compararse con compañeros de su edad. En este sentido, la terapia ocupacional y la integración sensorial pueden ser de gran ayuda.